Con el Decreto 365-23 el presidente Luis Abinader declara de alta prioridad el nivel preuniversitario, es decir, la educación básica (inicial, primaria y secundaria) del país. Me alegra que el gobierno haya tomado dicha iniciativa, aunque al mismo tiempo me cuestiono si no era ya una prioridad anunciada en su programa de gobierno y uno que otro de sus discursos ante la Asamblea Nacional. Diría más, la educación preuniversitaria fue declarada de alta prioridad por Plan Educativo con aquel importante Decálogo a finales de los 90, como también por todo el proceso de consulta del primer plan decenal de educación, la Ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo, como el Pacto por una Educación de Calidad firmado en el año 2014, y por muchos otros eventos nacionales, por tanto, no es nada nuevo.

¿Son comisiones y más diagnósticos los que se requieren para encarar los grandes desafíos de la educación dominicana o, por el contrario, la ejecución real y efectiva de tantos planes ya antes propuestos, como las recomendaciones que nos han dejado otros tantos estudios y evaluaciones realizados en el país?

De los más de 50 informes sobre estudios y evaluaciones realizados por el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa (IDEICE), como también de las evidencias aportadas por los diagnósticos nacionales llevados a cabo en 3º y 6º de primaria, como 3º de secundaria, así como los informes de todos los años de las pruebas nacionales, y qué decir de los diferentes estudios internacionales en que hemos participado: PISA, LLECE e ICCS, entre otros, todos ellos mostrándonos una realidad clara y precisa: nuestros estudiantes no alcanzan los logros de aprendizajes que las diversas propuestas curriculares implementadas desde mediados de los noventa, han ido planteando. La comprensión lectora, por solo señalar un aspecto crucial, se coloca en unos niveles lamentables y qué decir de los elementos básicos de las matemáticas y las ciencias.

En esos mismos estudios y evaluaciones realizados, son muchas las recomendaciones planteadas. Del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa (LLECE) emanaron propuestas concretas para encarar los déficits encontrados: Aportes para la enseñanza de la lectura, Aportes para la enseñanza de la matemática, Aportes para la enseñanza de las ciencias naturales y muchos otros documentos importantísimos como fueron los de Escritura: un estudio de las habilidades de los estudiantes de América Latina y el Caribe, como también, el de Factores asociados al logro cognitivo de los estudiantes de América Latina y el Caribe: documento informativo que parece solo han servido para adornar anaqueles.

En el 2014 se llevaron a cabo dos importantes estudios en el IDECE, uno de ellos bajo la responsabilidad de la Dra. Nurys González, “Dominio de los contenidos matemáticos por parte del docente como factor de éxito o fracaso escolar en el primer ciclo del Nivel Básico en República Dominicana” y el segundo, “Las concepciones docentes sobre la lectoescritura y los factores de éxito o fracaso escolar” coordinado por la maestra Dinorah de Lima. Ambos estudios pusieron en evidencias las grandes falencias no ya en los estudiantes sino en los propios maestros. En el primero de estos estudios, muy lejos de lo que se esperaba, una sola maestra alcanzó la máxima puntuación en la prueba sobre los conocimientos matemáticos que debían ser enseñados en el primer ciclo de básica, es decir, además de las operaciones básicas, identificación de figuras geométricas y elementos de estadística.

Por otro lado, en el año 2017 se encargó al mismo Instituto llevar a cabo con la asesoría técnica de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la ciencia y la cultura) la evaluación del desempeño docente y cuyos resultados fueron ampliamente conocidos por funcionarios, técnicos y los propios maestros a nivel nacional, como incluso los dirigentes del gremio de maestros.  Más de 60 mil maestros fueron objeto de evaluación. Los resultados nacionales por categorías evaluativas hablaron muy claramente del gran reto por delante. Estos resultados fueron los siguientes:

  1. Destacado (de 90 a 100 puntos) : 2.90%
  2. Competentes (de 80 a 90 puntos) : 23.90%
  3. Básico (de 70 a 80 puntos) : 35.10%
  4. Insuficiente (menos de 70 puntos) : 38.10%

Estos resultados surgen de las tres principales herramientas evaluativas: la observación de clase, la evaluación de la planificación y del ejercicio del rendimiento profesional. Además, fueron presentados por niveles (inicial, primaria, adultos y secundaria en sus diferentes modalidades) en informes personales, de centros educativos, como por distritos, regionales y nacionales de tal manera que pudieran realizarse estrategias de intervención formativas focalizadas tomando en consideración los principales déficits en los indicadores evaluados.

Unas informaciones adicionales a todos estos informes de estudios y evaluaciones y que han sido presentadas en documentos de la Oficina de Estadística del propio ministerio, son las siguientes: de cada mil niño o niña que ingresa a primero de primaria solo termina en los doce años reglamentarios el nivel secundario unos 497 estudiantes, de los cuales en pruebas nacionales de ese año 12, termina en promedio el 70%; si tomáramos en consideración sus resultados, tendríamos que decir, “que con grandes limitaciones respecto a sus conocimientos y competencias”. Por otro lado, según un informe verbal del viceministro de planificación del ministerio de educación, la escolaridad real en promedio, es decir, el nivel alcanzado por quienes terminan los estudios básicos (primaria y secundaria) solo llega a algo más de 6 años reales de escolaridad. Las inasistencias y los reiterados paros de la docencia por razones diversas son factores claves para entender esta situación.

Como es costumbre y era de esperarse, en dicho decreto se precisa en su artículo 3, la creación de una Comisión para la Reforma y Modernización del Sector Educativo, otorgándole a la misma un plazo “no mayor” de noventa días para presentar dicho plan. Para su formulación se da al propio Ministerio de Educación la presidencia y coordinación de dicha comisión, al mismo tiempo que se suman a la misma al Ministerio de Administración Pública y los diferentes institutos descentralizados del primero, en la misma.

En los más de 31 años de planes y reformas del sector educativo en nuestro país y tal como lo formulara incluso la comisión de expertos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)  en su Informe del 2008 sobre las Políticas Nacionales en Educación el estado de situación de la educación dominicana, los problemas han sido diagnosticados, muchos planes han sido formulados, debemos agregar una enorme inversión ha sido ejecutada hasta la fecha, pero lo que ha faltado según ellos ha sido “la acción continua” de las políticas.

A la necesaria continuidad de las políticas hay que añadir lo que ya muchos han señalado de manera reiterada, incluso ministros de educación: la necesidad imperiosa de sacar la política partidaria de toda la estructura del ministerio de educación.

No son nuevos planes ni reformas las necesarias, pero sí el compromiso de garantizar las dos anteriores necesidades, como requisitos indispensables para alcanzar lo anhelado por el propio decreto.

Una lección aprendida como testigo por muchos años de estar incorporado al sistema educativo en diferentes gobiernos es que los procesos de la educación tienen sus propios tiempos que no coinciden con los de las aspiraciones y deseos de los políticos de turno. Para muestra un botón: tener formado e incorporado en aula a un maestro de alta calidad como se requieren en nuestro país, son necesarios casi como mínimo dos períodos de gobierno, siempre y cuando se respeten y den continuidad a las políticas de formación y de supervisión de esta.

En el momento presente no son más reformas ni pactos, lo que se requiere son hechos y acciones claras y precisas que garanticen una educación de calidad.