En realidad, tiene muchos problemas, pero hay uno en el cual quiero enfocarme hoy, y es que, de la única manera que su economía puede crecer sostenida, acelerada y casi indefinidamente, es si los chinos se convierten en grandes consumidores, lo cual choca frontalmente con su idiosincrasia. Aunque no aparece ninguna recesión en el horizonte, la realidad es que la expansión económica china se ha debilitado.
La gente suele tener la idea de que, si un fenómeno económico tiene una connotación negativa, entonces, por lógica, el fenómeno opuesto es positivo. Y no siempre es así, sino que a veces puede constituir otro problema. Por ejemplo, la gente cree que, si la inflación es mala, entonces la deflación es buena; que si un déficit es algo negativo, pues lo positivo será un superávit; o bien, que si una persona o sociedad se caracteriza por su consumismo, la tendencia al derroche y despilfarro, entonces la frugalidad o ser austero es algo que debería ser alentado.
Aunque nos parezca difícil de entender a los latinoamericanos, o mejor dicho, a todos los habitantes de las Américas, China tiene justamente el fenómeno opuesto a todas estas cosas, y eso es una de las grandes barreras a su crecimiento futuro, e incluso puede ser el germen de un conflicto mundial. Y digo esto, porque ya ocurrió antes.
Cada uno de estos eventos económicos está relacionado con los otros y responden todos a las mismas causas. Lo extraño del caso es que no se trata de algo que sucede ahora, ni que es parte de la política actual de China, sino que ha sido así a lo largo de la historia. Es parte de la naturaleza de los chinos, o más bien, de los asiáticos.
Si un país produce mucho y consume poco, es decir, opera con superávit, para que la economía mundial funcione normal, es imperativo que otro país opere con déficit, es decir, que gaste más que lo que produce. Eso hacemos los americanos en general, que vivimos persistentemente con déficits.
Si la que produce mucho y consume poco es una economía pequeña, incapaz por sí sola de generar desequilibrios a otras economías grandes, los demás se lo admiten. Es más, aplauden su capacidad productiva o su habilidad para administrarse bien. Pero si es una economía grande, va a provocar problemas. Y resulta que ahora China es una economía grande, muy grande. Y si no consume tanto como lo que produce, otros tendrán que consumirlo, lo cual no siempre hacen gustosamente.
La frugalidad de los chinos estuvo en la base de lo que originó las guerras del opio y, lo que ellos llaman, el siglo de las humillaciones, que influyó poderosamente en el empobrecimiento de esa sociedad. O por lo menos, fue una buena excusa.
Resulta que, hace algo menos de dos siglos la economía china era muy grande a nivel internacional, más que ahora; ninguna otra economía rivalizaba con el imperio chino. Pero entonces se encerró, limitando los contactos comerciales y la penetración cultural y científica de Occidente, -paradójicamente, lo que pretende ahora Estados Unidos-. Vendía mucho y compraba poco. Y lo que vendía no eran precisamente artículos de escaso valor, sino productos de lujo, o al menos, considerados de alto valor agregado.
Los bienes chinos, muy valorados por los imperios europeos eran la seda, la laca, recipientes y objetos de porcelana, piezas de jade y, sobre todo, té. Por si acaso alguien se sorprende de que se mencione el té como un producto de lujo, piensen en lo que representaba La hora del té, como expresión de opulencia y bienestar para la aristocracia británica.
Para poderles pagar todos estos productos a los chinos, los europeos e incluso estadounidenses tendrían que haberles vendido a China otros bienes por valor más o menos similar. Pero como los chinos compraban poco, pues decían que ellos tenían todo lo que necesitaban, entonces debían pagarles en efectivo, es decir, con plata. Dado el temor de que China se quedara con toda la plata de los occidentales, los británicos idearon una forma de pagarles vendiéndoles drogas.
Supongo que en ese tiempo el narcotráfico no estaba penalizado, y el Imperio Británico tenía un territorio en la India con gran capacidad para producir opio que era la droga más utilizada, a diferencia de ahora. Entiendo que la corona británica era el gran narcotraficante, cosa que presumo molestaría mucho a un inglés escuchar hoy.
En la medida en que el gobierno chino vio que el opio creaba adicción y enfermaba a la población, prohibió su entrada al país; como los europeos se negaban a aceptar la prohibición, les confiscó y destruyó las cargas que llevaban los comerciantes ingleses y hundió algunos barcos cargados de drogas, lo que desencadenó la primera Guerra del Opio.
Hasta entonces, aunque China había sido la mayor economía del mundo, siempre se había preocupado por mantener su propia idiosincrasia, se había encerrado en múltiples aspectos, negándose a dotarse de una poderosa flota naval y un fuerte ejército, bajo el pretexto de no ver contaminada su cultura y civilización y no querer seguir la costumbre guerrerista y colonialista occidental. Presumo que confiaba en que, siendo un país tan grande, nadie osaría atacarlo.
Pero la realidad es que sí se atrevieron. En Europa ya habían tenido su primera revolución industrial y contaban con grandes flotas navales, particularmente Inglaterra, pero también Francia, Holanda, Portugal e incluso Estados Unidos, que se sumó a la fiesta.