Existe una preocupación generalizada en todos los países del mundo sobre la escasa participación de los jóvenes en la construcción y ejercicio de la democracia.

En este marco, si los jóvenes participan menos en la vida política que los mayores, entonces, habrá que sensibilizarlos, capacitarlos y motivarlos para hacer valer su derecho a voto y su legítima participación en la construcción y práctica de la democracia como estilo de vida y de convivencia.

Pero no se trata solo de esto. Igual de importante deberá ser  el desarrollo de capacidades para fomentar liderazgos y prácticas de participación activa en la vida pública democrática, pasando del voto juvenil al poder juvenil en la praxis política y el diseño y evaluación de la calidad ética y política de los gobiernos nacionales y locales con sangre y visión nuevas.

Aquí, a finales del mes pasado, el presidente de la JCE, Román Andrés Jáquez Liranzo, certeramente sacó a la luz pública  la necesidad que tiene el país de es integrar a la juventud en los procesos electorales a través de  programas de capacitación e integración con estudiantes, en especial aquellos que tengan mayoría de edad de cara a las próximas elecciones de 2024.

La idea resulta pertinente pero puede ser más abarcadora. El 2024 debe considerarse  solo como un escenario inmediato para el ejercicio del voto como  un aspecto fundamental de la democracia, sin perder de vista la necesidad de formar para la democracia como un proyecto permanente para garantizar la fortaleza del presente y el futuro  de la misma.

Hay que construir democracia con la participación  estudiante en todos los niveles de las escuelas, los colegios, las universidades y los centros de formación técnica. En este sentido, hay que crear Laboratorios de Democracia, con igual importancia que los laboratorios de ciencias, como estrategia para el conocimiento y la práctica de la democracia.

El objetivo de estos laboratorios es fomentar la participación de los estudiantes en el conocimiento, práctica y valoración de la democracia  y su expresión en los procesos eleccionarios y democráticos a escala nacional, mediante la implementación progresiva de un sistema homologado para elecciones de Consejos Estudiantiles en las instituciones educativas de todos los niveles.

Se trata de generar ambientes de práctica de la democracia. De desarrollar la capacidad de deliberar bien acerca de los problemas políticos, sociales, económicos, culturales, sanitarios y educativos, tanto  nacionales, locales y regionales para examinar, reflexionar, discutir y debatir los temas acuciantes sin mediaciones e imaginaciones entorpecidas de la democracia.

Con estas actividades se busca afianzar la participación y equidad de género en espacios de poder y derechos ciudadanos de los niños, los adolescentes y los jóvenes sobre democracia, participación, ciudadanía y enfoque de igualdad y no discriminación. Así como las formas sanas de poder. Y las no sanas como la corrupción y el ocultamiento de las perversidades políticas.

El país necesita formar y asegurar el relevo para una praxis democrática que debe ser fortalecida. Se trata de desarrollar desde la escuela la imaginación narrativa para construir una sociedad más inclusiva, igualitaria y justa.

La democracia necesita imaginaciones capacitadas de la juventud. Se trata de enseñar a pensar, soñar y apropiarse de lo que debe ser un país de todos con igualdad de condiciones para lograr una vida libre de destinos desafortunados para muchos y afortunados para unos pocos.