El próximo 7 de febrero debe terminar el periodo constitucional del asesinado presidente haitiano Jovenel Moïse. Con el fin del mandato constitucional en Haití, que como todo evento político en el país vecino algunos opinan que en realidad fue el 7 de febrero de 2021 y otros que el 7 de febrero de 2022, se llega al fin de la discusión. Parte de la degradación acelerada del clima político en Haití lo constituyó el debate sobre el fin del periodo constitucional y la propuesta de cambio de Constitución que era parte del plan presentado por Moïse. Lo que es seguro es que en dos semanas se va producir un vacío político, al terminar el mandato constitucional y no haber ninguna solución en el horizonte próximo bajo el primer ministro Ariel Henry. ¿Podrá seguir el actual primer ministro fuera de su propia legalidad?

En la medida que Henry fue designado por Moïse un día antes de su asesinato, podría inferirse que su legitimidad surge de ese acto jurídico. Por tanto, en lógica constitucional, el mandato de Moïse termina en pocos días y por tanto su jefe de Gobierno también. ¿Qué pasará entonces? Nadie lo sabe con certeza, más en medio del caos de seguridad y social que afecta a Haití. Las grandes potencias que han incidido en el devenir histórico de Haití se niegan a tomar cualquier iniciativa firme. Pareciera que la “comunidad internacional” está cansada de la permanente crisis haitiana. La ONU está bloqueada en sus posibilidades de acción como reflejo de la confrontación creciente entre China y Rusia de un lado, y Estados Unidos, Reino Unido y Francia del otro. Pero el tiempo se agota y el vacío se hace más profundo. Nadie hace nada y el tiempo pasa. Ni los Estados Unidos de América, en gran parte tutor del actual Gobierno haitiano, ni los demás “amigos de Haití”, como Francia, Canadá, la Unión Europea, las Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos –por no mencionar a Caricom o la Celac- ponen al frente un plan o una propuesta que organice una hoja de ruta para Haití para una solución política-institucional en el mediano plazo. Mientras tanto, la población en peligro de hambruna crece, según el Programa Mundial de Alimentos y otras organizaciones humanitarias.  El último tiro de gracia viene con la salida de la misión médica de Cuba, que se ha retirado ante el secuestro de una doctora cubana y la exigencia de los delincuentes de un rescate.

Por otra parte, las organizaciones sociales y políticas que se agruparon bajo una plataforma denominada Acuerdo del Hotel Montana, que ya habíamos comentado en una entrega anterior, junto con otra plataforma denominada Protocolo de Acuerdo Nacional (Protocole d’Entente Nationale), comenzaron un proceso, definido en la hoja de ruta del Acuerdo del Montana, para recibir propuestas para selección de un(a) presidente(a) interino(a) –según sus acuerdos que duraría dos (2) años en el gobierno- y un(a) primer(a) ministro(a) interino(a) por el mismo periodo, que se encargarían de formar gobierno, pacificar el país y organizar elecciones, según la Constitución vigente de 1987.

La fragilidad actual se agrava con el apresamiento en Santo Domingo y su extradición del señor Rodolph Jaar y solicitado por la justicia de los EEUU respecto de la investigación del asesinato de Jovenel Moïse. Al mismo tiempo, el Congreso de los Estados Unidos ordenó al Departamento de Estado el pasado 14 de enero que lleve a cabo una investigación sobre ese hecho. El Senado de Estados Unidos también otorgó, mediante voto unánime, un plazo de 180 días a la Cancillería federal para presentar una “descripción detallada” sobre las circunstancias que rodearon el asesinato de Moïse. El informe, ya autorizado por la Cámara de Representantes, también analizaría si hubo interferencia en la investigación oficial y si alguno de los responsables del crimen trabajó en algún momento para el Gobierno estadounidense.

A principios de este mes, la Fiscalía estadounidense acusó a un ex soldado colombiano, Mario Palacios, de conspirar para secuestrar o matar a Moïse en la operación en la que murieron tres mercenarios colombianos y otros fueron detenidos.

Al día de hoy persisten interrogantes sobre el móvil del asesinato de Moïse, quien había prolongado su mandato en el país caribeño en medio de una gran polémica, ya que la oposición estimaba que había concluido en 2021.

Según la policía colombiana, los detenidos afirmaron que tenían previsto secuestrar a Moïse y entregarlo a la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos.

El círculo de la degradación de la crisis haitiana no termina de cuadrar. Solamente la propuesta combinada de la muy detallada hoja de ruta del Montana puede arrojar elementos para seleccionar un gobierno provisional con un plazo de tiempo razonable y unas metas claramente definidas. Para ello, Haití necesita un clima de mínima estabilidad y paz. El control o fin de las pandillas, los secuestros y el clima de inseguridad general. Los “amigos de Haití” no tienen otra salida que acogerse a esta propuesta y ayudar a la estabilidad del vecino país. Paralelamente, es necesario respetar la soberanía haitiana y poner al frente un plan de fortalecimiento y financiamiento de las fuerzas del orden, iniciando por la Policía Nacional de Haití.