Como el PIB corriente incluye el incremento de precios, la mayor inflación provoca que el producto estadounidense crezca rápido, lo que haría imposible que el sobrepaso chino llegue a ocurrir en esta década. Vamos a hacer ahora un tercer ejercicio de proyección, y el supuesto a adoptar es que ambos países van a crecer, pero no al ritmo de tres décadas, ni tampoco de estos años convulsos, sino de los diez años que van entre el 2013 y el 2023, de modo que se incorporan los efectos de los últimos fenómenos, incluyendo la guerra comercial.

En PIB corriente, el ritmo anual de expansión de Estados Unidos sería de 4.9%, mientras que el de China se habría reducido a 7.7%. En este tiempo, el gran ganador sería la India, con un crecimiento de 7.9 por ciento anual.

De todas maneras, aunque no en el decenio del 2020, el valor del PIB chino estaría superando a la economía estadounidense para el 2032. Y si la única preocupación de los Estados Unidos fuera ser superados por China, entonces a esos ritmos la India también lo superaría, pero en el 2093, tiempo para el cual ya todos estaríamos muertos, parafraseando a Keynes.

El problema es que ya China se le habría ido muy por delante. Actualmente el tamaño de la economía china equivale a cinco veces el de la India, con casi la misma población, y como crecen casi a la misma velocidad, no podría alcanzarla sino siete siglos después (720 años).

En definitiva, una limitación de los Estados Unidos es que, a pesar de ser un país grande ante los ojos europeos o latinoamericanos, con sus 340 millones de habitantes resulta pequeño en comparación con esos gigantes asiáticos, con más de 1,400 millones de personas cada uno. Por tanto, aun en los peores escenarios, a menos que China y la India se dividieran en múltiples países diferentes, sería muy difícil que los EUA pudieran conservar su lugar como mayor economía mundial para finales de este siglo.

Y en eso de dividir en múltiples países, la época imperial de EUA y todo el eurocentrismo tiene mucha experiencia. La misma India habría adquirido la condición de país más poblado del mundo desde mucho tiempo atrás, de no haberse partido en tres: Pakistán, India y Bangladés.

Tal situación podría estar entre las razones por las cuales los Estados Unidos se empecina en impedir la reunificación total de China, manteniendo militarmente la isla de Taiwán, y estimulando ambiente separatista en lugares que antes estuvieron ocupados por el colonialismo europeo, como Hong Kong y Macao, o donde existen minorías étnicas y población musulmana mayoritaria, como en las provincias occidentales chinas.

Ahora bien, los cálculos precedentes fueron hechos para una época relativamente anormal, al tener por el medio la pandemia y el mundo de convulsiones posteriores, y es de optimistas esperar que el futuro sea mejor.

Momento propicio para ver, de manera sucinta, las amenazas que van a condicionar el crecimiento económico a largo plazo de cada uno de los contendientes en esta competencia mundial.

Deuda pública. No hay dudas de que un limitante el crecimiento futuro es el nivel de deuda pública, pues cuando esta crece mucho, en algún momento sus dirigentes tendrán que restringir el gasto público o incrementar los impuestos.

Este va a ser un problema común a todos, aunque unos lo sufrirán más que otros. De acuerdo con los datos del FMI a octubre 2023, la deuda pública total (del gobierno general), en relación al producto interno bruto, es de 123 % en los Estados Unidos, 82 % en India y 83 por ciento en China.

Los Estados Unidos tiene un serio problema de deuda pública, debido a que es considerablemente alta, pero principalmente a que tiene un límite legal que exige frecuentes autorizaciones congresuales para sobrepasarlo, y esto constituye un tema que divide y polariza a la sociedad, provocando conflictos interpartidarios.

Aunque tiene la ventaja de que puede pagar siempre con un papel que imprimen ellos mismos (no tiene que exportar para generar divisas), y el impacto inflacionario transferírselo a otros, por lo que desde el punto de vista macroeconómico no tiene limitaciones; claro está, bajo el entendido de que su moneda es el medio de intercambio internacional por excelencia, porque si llegara a perder credibilidad y otra moneda lo suplantara, entonces tendría que fajarse como los demás para conseguir divisas; pero esto no va a ocurrir en el corto plazo.

Los demás países podrían hacer lo mismo cuando la deuda es en sus mismas monedas, pero entonces no se atreven a pagarla emitiendo dinero, porque como en el resto del mundo no le recibirían su moneda, el impacto inflacionario recaería sobre ellos mismos. O la devaluación le restaría confianza en el resto del mundo.

China y La India tienen deudas públicas manejables para un país en rápido crecimiento, pero elevadas para lo que es habitual en países no desarrollados. Teóricamente el que está peor posicionado es La India, por tener ingresos mucho más bajos, pero probablemente es China el que va a confrontar mayores problemas de manejo macroeconómico.

La razón es que China tiene un Estado muy descentralizado, en que el gobierno nacional (o federal) maneja pocos recursos y casi todo el gasto público lo realizan los gobiernos provinciales y municipales, y es a ellos a quienes corresponde pagar la deuda, lo cual es difícil de controlar.

Además, tanto China como India tienen cargas tributarias relativamente bajas para cubrir el servicio de la deuda: 26% del producto China y 19% la India, incluyendo todos los gobiernos (nacional, estatales, provinciales, municipales y la seguridad social).