En la economía, al igual que ocurre en la biología, cuando un país es más pequeño que otro, de la única manera que puede alcanzarlo o superarlo es creciendo más rápido; y ni Japón ni la Unión Europea han venido creciendo más rápido que los Estados Unidos, de modo que no podemos seguirlos considerando como contendientes en la competencia por la supremacía económica. Dado que los únicos países grandes cuya economía crece más rápido son China y la India, en lo adelante nos concentraremos en ellos.

Siempre me ha llamado la atención cómo, siendo que ya los EE UU tiene más de un siglo como la mayor economía, y tras más de dos décadas de amo hegemónico único, su liderazgo y su sociedad han llegado a creerse investidos de un poder cuasi divino para imponer su ley a todo el mundo, y agrandar la percepción de que todos los demás están obligados a obedecerles.

Sus centros de pensamiento (Think Tanks) y su sociedad no admiten la posibilidad de que otro país pueda superarlo, y al ver el rápido crecimiento económico de países muy grandes del hemisferio oriental, como China y la India, conociendo su magnitud demográfica, concluyen que tarde o temprano tenderían a desplazarlo como la economía más grande del mundo, y eso lo mantiene nervioso y preocupado.

Ya en paridad de poder adquisitivo (PPP) China lo superó desde el 2016. No obstante, eso, en términos geopolíticos, no preocupaba mucho a los estadounidenses porque, para los fines del caso, lo que importa es el valor corriente del PIB, dado que es dicho valor el que indica el dinero que se mueve, vital para definir la supremacía económica mundial.

Y en esa materia a China le falta todavía un buen trecho, aunque tiende a alcanzarlo. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, a nadie se le ocurrió la idea de que otro país pudiera tener la economía más grande, puesto que, en esa ocasión, los EUA no solo tenían la mayor, sino que habría sido necesario sumar las economías de todos los otros países del mundo para igualarla.  No se concibió nunca la posibilidad de que algún día esto podría dejar de ser así.

Esta posición dominante fue un factor esencial para la construcción de un ordenamiento jurídico, financiero e institucional que sirviera para afirmar la expansión y permanencia de la superioridad norteamericana, y la influencia determinante de sus intereses imperiales.

Incluso al redactar los estatutos de instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ni siquiera hubo que decir que su sede estaría en Washington. Bastó con que se escribiera lo mismo, pero en otros términos: se ubicarían en el país que tuviera la economía más grande o, su equivalente, la que tuviera más acciones.

Igualmente, después, al aprobarse el conjunto de instrumentos jurídicos que normarían el funcionamiento económico, político, y el comercio internacional propios de la globalización neoliberal (consenso de Washington), incluyendo leyes de diferentes tipos que garantizaran privatizaciones, desregulaciones, propiedad intelectual y apertura comercial, se garantizó que todos los países lo hicieran al amparo de los lineamientos norteamericanos.

El asunto es que no pasará mucho tiempo antes de que el PIB de China supere al de los Estados Unidos también cuando se mide a precios corrientes. Y tiempo después, también la India podría superarlo.

Vamos a hacer algunos ejercicios de proyección para ver las tendencias futuras. No queremos decir que tener la economía más grande será suficiente para determinar la supremacía mundial, porque eso depende de muchas cosas.

En días pasados nuestro colega y amigo Alexis Cruz Rodríguez publicó un libro sobre los economistas dominicanos, al cual tituló Ceteris Paribus. Es una expresión que se usa en la investigación social y, por tanto, que usamos los economistas para ver lo que pasaría si solo importaran algunas variables que estamos considerando o, por mayor sencillez, que las demás permanecieran inalterables.

Es una argucia metodológica de reconocida validez, aunque con evidentes limitaciones, porque la realidad social es compleja y todos los factores importan y pueden cambiar. Como el futuro es desconocido, normalmente lo proyectamos en base al pasado, y para hacer las proyecciones contenidas en este artículo, inicialmente tendremos que recurrir a varios Ceteris Paribus, aunque más adelante iremos eliminando esta restricción para ver más la realidad como es.

De acuerdo con los Indicadores de Desarrollo Mundial, que prepara el Banco Mundial, en el 2021 el PIB corriente de los Estados Unidos era de 23.32 millones de millones de dólares (billones como leemos en español, aunque ellos leen trillones). Eso es superior en 31% al de China, que fue de 17.82 billones.

Ahora bien, en los tres decenios transcurridos desde 1990 hasta el 2021 el PIB de China creció a un ritmo anual de 13.4 por ciento (siempre a precios corrientes), mientras el de los Estados Unidos lo hizo al 4.5%. De haber seguido ambos a esos ritmos, la economía de China estaría superando a la estadounidense para el 2027, cuando la primera ya alcanzaría los 33.69 trillones, mientras la de EUA sería de 31.73 trillones, como se aprecia en el gráfico anterior.