Hoy por hoy los ciudadanos se han ido acostumbrando a ver la política de lejos sin que esto sea lo más conveniente para una democracia sana. Sin embargo, este alejamiento no es gratuito. Se debe en gran medida a que ven la política a través de los políticos, siendo que, al decir de Sartori, “la política es más que los políticos”.
En estas identidades conflictivas los políticos deberán encarnar perfiles socialmente virtuosos por cuya posesión se llama a los individuos, al decir de Aristóteles, valientes, justos, sabios y prudentes. (Política, Libro VII, cap.1).
En este marco, el político habrá de abandonar el estilo político enarbolado por Maquiavelo, para quien el político es una mezcla de bondades y maldades, situándose más cerca de la “política baja” que de la “política alta”.
Esta metamorfosis requiere vivir la política como una auténtica gestión del bien común. Así los ciudadanos cambiarán de mirada y volverán a acercarse a la política, y talvez a los políticos, porque como expresa el papa Francisco “el fundamento de la política es la proximidad. La política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad porque lleva al bien común”.
El papa también destaca que “una persona que, pudiendo hacerlo, no se involucra en política por el bien común, es egoísmo; o que use la política para el bien propio, es corrupción” (Entrevista al papa Francisco. 12/06/2014).
Es en este escenario que aparece a “caridad política” como una virtud cívica necesaria para fortalecer la democracia. El mismo papa Francisco señala cuál es el criterio de la “buena política”: aquella que “une al amor, la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en el corazón del pueblo, a pesar de todo”. La política en la cual el poder es servicio, no omnipotencia o prepotencia, sí “amor social” operante (efectivo) que edifica un mundo nuevo”. (FT, 95).
El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida.“Un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, “la caridad política”. (FT, 180).
Dado que la cuestión social ha tomado una amplísima dimensión, este amor preferencial, con las decisiones que nos inspira, no puede dejar de abarcar a las inmensas muchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre todo, sin esperanza de un futuro mejor […]. Nuestra vida cotidiana, así como nuestras decisiones en el campo político y económico, deben estar marcadas por estas realidades.(Sollicitudo Rei Socialis, SRS 42).
En la Encíclica Fratelli Tutti el papa Francisco invita a realizar esfuerzos renovados y contundentes para “rehabilitar una sana política”, llamando la atención sobre la necesidad de poner a la democracia, en definitiva, a salvo de dos amenazas: ciertas “formas populistas” y ciertas “formas liberales”, cuya dificultad compartida es la incapacidad “para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”. (FT. 154-155).
En momentos en que el Informe Latinobarómtero 2023 da cuenta de que los dominicanos valoran menos la democracia y que se inclinan hacia el autoritarismo, crece el miedo y la confusión que arrastran al país a una lógica política perversa y vacía que alegra a los que se benefician de esta situación.
Antes de convertirnos en víctimas de los políticos nos queda como deber permanente y urgente el constituirnos en comunidad valiente, digna concienciada y con reclamos claros para volver a rescatar la esperanza en la democracia mediante la fuerza de la caridad política que engendra solidaridad, justicia y amor a los prójimos creando puentes entre ellos.
¡Convidamos a la política en caridad política!