Definitivamente la “camiona”, el vehículo usado para apresar haitianos y deportarlos, me estresa y me indigna. En algunos sectores de la ciudad es imposible evitarla. No solamente circula en las grandes arterias de los barrios sensibles, sino que también se mete hasta en los recovecos.

Sin embargo, la tecnología ayuda a las posibles víctimas a recogerse en sus escondrijos cuando el vehículo aparece en un sector. Muchos migrantes han creado grupos de chats por medio de los cuales se avisan mutuamente acerca de la circulación del particular transporte en tal o cual lugar.

La “camiona” ha surtido efecto. Las personas que viven en la angustia de ser deportadas en cualquier momento tratan de no salir lejos de su hogar. Esto restringe sus movimientos y afecta su capacidad de buscar empleos o chiripas.

Solange R… está obligada a tomar un trabajo con dormida para disminuir los riegos de encontrarse con oficiales de migración. “No es igual volver a casa los sábados que hacer el viaje dos veces al dia. Limito los riesgos. Salimos muy poco por miedo a la deportación. Vivimos siempre con la angustia que uno de nosotros no vuelva a casa”.

Para Régine, “se aprovechan de nuestra situación. Trabajo en una casa de familia en Arroyo Hondo, una casa de dos plantas bien grande y me pagan 10,000 RD$. Tuve que tomar este trabajo porque es con dormida y porque tenemos deudas.  Es difícil para mi marido salir a la calle para buscar trabajo”.

“Pagamos 1000 US $ para la visa y el consulado está cerrado. Perdimos el dinero, que no nos quieren devolver y no tenemos nuestros pasaportes, por suerte tengo unas fotocopias”, nos dice Mireille que cuida dos sobrinos cuyos padres han sido deportados.

La “camiona” trae consigo sombríos recuerdos de caza al hombre, contra los esclavos, contra los perseguidos enraizados en la memoria histórica de las víctimas y de todas las personas que  fueron algunas veces perseguidas.

Algunos de los vehículos utilizados son autobuses, otros camionetas, todos con rejas y barotes.  Concebidos para recoger haitianos ilegales, tienen que ser llenados para cumplir con su cometido. Más grandes son los vehículos más tiempo dura llenarlos y allí se deja a seres humanos durante varias horas desesperados y encerrados en pleno sol.

A veces no importa si las personas tienen o no documentos, se los llevan igual, y en el afán se puede confundir dominicanos con haitianos y otros “prietos” como se le sucedió la semana pasada a Hernández Mora, futbolista cubano.

A veces también hay posibilidades de salvación momentánea cuando un aporte sustancial en efectivo abre las puertas del autobús o del centro de detención.

Nadie se preocupa de saber por qué nunca se llevan en la camiona a personas con otros perfiles raciales como serían, por ejemplo, franceses, españoles o italianos que podrían circular con documentos vencidos en algunas regiones del país

Si bien se sabe que 174,602 haitianos fueron reconducidos a la frontera en 2023 por deportación, no hay datos de cuántos han regresado ni de cuántos fueron deportados en más de una oportunidad, ni de cuántos han pagado para no ser deportados. No hay data que permita medir la eficacia del procedimiento.

Lo cierto es que la camiona viola la Convención Interamericana de los Derechos Humanos, de la cual la República Dominicana es signataria: “El extranjero que se halle en el territorio de un Estado parte en el presente Pacto solo podrá ser expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada conforme a la ley” (Art.13).

La ley de Migración reza: “Todo extranjero que se encuentre legal o ilegal en el territorio de la República Dominicana, sobre quien recae una orden de expulsión, tiene derecho al ejercicio de las garantías que le otorga la ley” (Art.135).