La abstención es uno de los fantasmas que recorren el mundo. Es cada vez menor el número de ciudadanos que eligen a quienes por ley les corresponde representar a las mayorías, crece la desafección política y con ella disminuye el contenido sustancial de la democracia. En ese contexto, y en su complejidad, debemos situar la discusión sobre la abstención en los recién finalizados comicios municipales, confiriéndole, además, su particularidad. Es importante la discusión sobre de cuántos ciudadanos se abstuvieron de votar en este torneo, pero lo es más, establecer conocimientos sobre las causas de la pobre participación en los principales municipios del país.
Los números que arrojan las encuestas sobre un determinado tema, de por sí no son concluyentes, pero ayudan a acercarnos lo más posible a la realidad del fenómeno estudiado. A ese propósito, vale la pena ver el parecido de los números de abstención en las referidas elecciones con los arrojados por una encuesta de satisfacción de los servicios municipales en algunos grandes municipios. Por ejemplo, en esa encuesta ninguno de estos obtuvo un nivel de satisfacción mayor de 70 puntos sobre 100. De ellos, el mejor valorado fue La Vega con 66%, allí la abstención fue de 57%; en Santiago 66.29 de satisfacción con un 67,2 de abstención (cerca del porcentaje obtenido por el candidato vencedor), lo mismo en el DN: satisfacción de 61.24 (igual prácticamente a los obtenidos por la vencedora) y abstención 66.47.
San Cristóbal, con un índice de satisfacción de 57.34, se abstuvo un 50.6, la abstención, en los municipios del Gran Santo Domingo fue de entre un 60-65% y los niveles de satisfacción ronda el 50% promedio. Em general, esto estaría indicando que existe una correspondencia entre bajo índice de satisfacción y alto grado de abstención. En algunos países, Chile, el segundo país con menor participación electoral del mundo, en los barrios de mayores ingresos la participación electoral suele ser mayor (sobre el 50%) que en los barrios populares, en algunos de estos la participación a veces es menor de un 20%. Muchas podrían ser las causas de esta circunstancia, una de ella es que en los ricos la deficiencia en la oferta de servicios municipales es y menor, y en los pobres es mayor, por lo tanto, menores sus expectativas sobre los candidatos.
En el caso de los municipios del Gran Santo Domingo, a la baja votación, habría que agregar el hecho de que por lo menos en dos de ellos sus candidatos, siendo de otro partido, se pasaron casi todo cuatro años combatiendo al partido que finalmente los llevó en su boleta: el PRM. Eso nos lleva a preguntarnos sobre la representatividad de esos candidatos, la claridad de sus propuestas y la confianza que realmente tiene la población en ellos. Estos últimos elementos son algunos de los factores que se entienden determinantes de la abstención, ello así porque impactan de una u otra manera en la confianza de la población sobre el sistema político, por lo tanto, en la participación política. Saberlo, es importante para evitar el engaños o autoengaños sobre determinados resultados electorales
La cuestión es saber qué se ganó con determinados resultados y si eso contribuye o no al cambio para la localidad “ganada” o para el país todo. Objetivamente, en términos tácticos, los resultados de las elecciones municipales son ampliamente significativos para el PRM de cara al futuro inmediato: las presidenciales de mayo próximo, dirán algunos, pero en términos estratégicos tienen que examinarlos a profundidad para que no resulte una batalla ganada que no necesariamente significa ganar la guerra de cara al futuro: un cambio en el país de carácter ostensible y sostenible. Por lo cual una lectura exhaustiva de los números no puede limitarse a su utilidad coyuntural, sino estratégico, y eso no puede desligarse del tema sobre cómo éstos se obtuvieron y su utilidad real de cara al futuro. El país marchará como marchen esos municipios
Finalmente, los factores de la abstención son multifactoriales, pero una cosa es incontrovertible: en los momentos de grandes definiciones, la gente suele participar más en los procesos electorales. Por ejemplo: es cierto que, durante la pandemia, en el 20 la participación en las municipales fue ligeramente superior, a pesar del miedo, a las pasadas, habría que preguntarse sobre el impacto de las protestas contra los gobiernos del PLD que aún gravitaba en ese momento. No es el que vivimos actualmente. Eso significa que los triunfos o las derrotas electorales están estrechamente con el contexto en que se producen, tener claro esa cuestión es la mejor manera para aprovechar correctamente el triunfo obtenido de cara al futuro en sentido lato o para los derrotados enfrentar su derrota.
En estos momentos en que el fantasma de la atención recorre el mundo, como dice Raffaele Simone, solo las coyunturas definitorias tienden a provocar importantes niveles de participación. No estamos ante esa situación. Por lo cual, no sorprenderse si en las presidenciales se produzca una barrida como en las municipales. Simplemente sería la reiteración de un fenómeno que debe estudiarse más allá del número de abstencionistas. De abstencionistas de toda suerte, que no necesariamente lo harían por aquellos que, autoengañándose, se regodean pensando que en un determinado proceso electoral votarían por ellos