Un día fui a una reunión en el Palacio Nacional. Entre las personas presentes estaban una niña ciega, estudiante de la Escuela de Discapacidad Múltiple, su madre y el presidente de la República. Estábamos en su despacho.

La niña fue guiada hasta encontrar la silla que quedaba al lado del presidente e inmediatamente se dirigió al mandatario mientras este le estrechaba la mano: “nos merecemos una escuela accesible y digna. Es nuestro derecho para poder estudiar. También, un espacio de juegos, yo quiero poder jugar.” Su voz iba derritiendo la frialdad del salón presidencial y su sinceridad nos transportaba hacia una realidad ajena a aquella solemnidad escenificada. Ese día fue mi primera vez en el despacho del presidente y escuché varias veces al equipo del Palacio referirse a él como “01”. No decían “llegó el presidente”, sino “llegó el cero uno”. Me llamó mucho la atención. Desde ese momento comencé a referirme a la jefa como “la 01”.

No le llamo por su nombre, jamás, más bien “alcaldesa”, “jefa”, “boss” o “la 01”. Ante sus solicitudes un “sí, señora”, “copiado” y/o “copiado para cumplimiento”. Siento un afán consciente e intencional de mostrarle respeto, no por considerarla divina y distante en los cielos, todo lo contrario, es porque tiene los pies aquí, en la Tierra y en la tierra. Siempre está, en las malas y en las buenas, nunca haciéndose el centro de atención y quizás por eso siéndolo. Va desatando nudos todo el día. Toda la semana. Todo el mes. Todo el año.

Yo no tenía idea de quién era la 01 hasta ver su primera campaña. Nunca en mi vida había oído su nombre, ni ella el mío.

Me invitaron a su comando en febrero del 2020 para que le hablara sobre mi trabajo de inclusión de las personas con discapacidad. Había mucha gente hablando al mismo tiempo y mucha prensa. No me sentía muy cómoda en ambientes políticos, pero ya que estaba ahí quería hablarle de inclusión, además al fin tendríamos a una mujer alcaldesa en Santo Domingo. Ella estaba a punto de salir a su cierre de campaña y nos presentaron entre aquel mar de manos, ojos y voces que competían por su tiempo. Tuvimos una conversación de 5 minutos, en la cual me dio toda su concentración como si no hubiese más nadie cerca. Ganándole el pulso a mi déficit de atención en medio de tanta gente, le hablé sobre la creación de un departamento de inclusión. Me aseguró que lo haríamos, ella tenía un compromiso con el tema. Días después ganó las elecciones y entre nubes de humo invadiendo la ciudad y una pandemia que cambiaría el mundo, me pedía paciencia. Como si yo supiera lo que es eso.

En noviembre 2020 finalmente creamos el primer departamento de inclusión de la municipalidad en la República Dominicana, el cual se comenzaría a replicar en otros municipios unos años después por su efectividad. Ella puso todo su apoyo, que no es poca cosa, en mis manos para que todo se materializara y mandó un claro mensaje de que la discapacidad es prioridad. No lo hizo de la boca para afuera, ni tampoco creyendo que lo sabe todo, fue navegando de un reto al otro con curiosidad: estudió el lenguaje correcto, las terminologías, los retos reales, fue a los eventos y se tomó el tiempo de reunirse con la gente y escuchar. Hizo todo con la humildad y entrega que ahora puedo ver le caracteriza. No hizo promesas vacías para ganar votos, no es su estilo, ella cumplió.

No concibo ni siquiera imaginar la presión que vive a diario, sin importar hora, con todo el mundo llamando y escribiendo para quejas y problemas, incluyéndome, y aún así lograr liderar con tanta ligereza, gracia, amor y sobre todo con los mejores stickers.

Claro que en el camino tuvimos nuestras diferencias, pero respetó mi activismo por los derechos de la comunidad LGBTQ+, la lucha por las 3 causales y mis constantes denuncias al gobierno que, estoy segura, segurísima, nadie en su posición, ni a su alrededor, tendría la valentía de respetar. Nadie.

Nunca me dijo que me callara la boca.

Como si estuviese toda la vida esperando esta oportunidad, no desperdicié ni una gota de su decencia, ni un segundo de su compromiso. Pasaron los años y ahora llegó este abril que marca un final y un nuevo comienzo.

El honor para mi no fue solo servir a la gente, a la ciudad y al país, sino servir a ella, a la 01.

Ella es.