Durante este siglo XXI, el electorado de los Estados Unidos ha estado muy polarizado. Solo Barack Obama logró un amplio triunfo en el Colegio Electoral por la crisis financiera de 2007-2008 en el gobierno de George W. Bush.
En el 2016 y 2020 las elecciones fueron muy cerradas, una la ganó Donald Trump y la otra Joe Biden con el mismo margen en el Colegio Electoral. En este 2024 las encuestas proyectan unas elecciones cerradas, con siete estados de contienda.
Donald Trump tiene a su favor varios factores importantes.
Primero, gobernó en un período de relativa tranquilidad internacional y heredó una economía saneada por Obama de baja inflación. El manejo de la pandemia impidió su reelección en el 2020.
Segundo, la pospandemia trajo inflación que tomó tiempo controlar. La economía ha crecido y el desempleo es bajo, pero se siente todavía el impacto negativo de los precios altos.
Tercero, Trump siempre ha movilizado su electorado contra los inmigrantes, tema que se agudizó ante la avalancha en la frontera cuando levantaron los controles de la pandemia. Si bien la economía requería mano de obra por la muerte de más de un millón de personas por COVID, la llegada repentina de tantos inmigrantes generó serios problemas de integración.
Cuarto, la lucha por la hegemonía mundial del siglo XXI se activó con la invasión de Rusia a Ucrania, y luego la guerra en Medio Oriente, generándose una situación de inestabilidad geopolítica en la que Estados Unidos juega un papel fundamental. Eso ha fracturado el electorado demócrata, sobre todo entre los jóvenes, judíos y musulmanes.
Quinto, el personaje alfa macho de Trump le permite presentarse avasallante e irrespetuoso ante sus opositores. Sus seguidores lo aplauden y ríen, y ni los casos judiciales le han tumbado el pulso.
Kamala Harris, una mujer afrodescendiente, hija de inmigrantes, es ahora el foco de los insultos trumpistas.
Sexto, el intento de asesinato elevó la “heroicidad” de Trump ante sus seguidores.
Con tantos factores a favor, Trump debería aventajar por mucho a Harris. Sin embargo, las encuestas muestran una competencia cerrada aún en este último inning. ¿Por qué?
Primero, la mitad del electorado es demócrata, y, además, detesta el Trump avasallante, insultante, machista, racista y xenófobo.
Segundo, a pesar de la inflación acumulada, la economía es fuerte y el desempleo bajo. De hecho, Estados Unidos registra la mejor recuperación económica de la pospandemia entre los países desarrollados.
Tercero, la mayoría de las mujeres votan demócrata, y tienden a votar más que los hombres.
Cuarto, una pequeña facción republicana rechaza a Trump (los “nunca Trump”), sobre todo, después de la violencia en el Capitolio del 6 de enero 2021.
Quinto, Harris ha ido rearticulando la típica coalición de votantes demócrata: jóvenes, mujeres, hombres blancos con mayor nivel educativo, afroamericanos y latinos, aunque entre los latinos hay cierto rezago porque al parecer el machismo pesa más que todos los insultos trumpistas contra los mismos latinos.
Con las encuestas tan apretadas, ganará quien esta semana amplíe y movilice a votar sus potenciales electores.