Corría el año 1958. Juan Gil Batlle vivía en La Romana con su abuela Graciela Batlle Tejera, doña Chela. Era corpulento y bastante aguerrido. Un día peleó con dos caliés. A uno le propinó una trompada tan fuerte que le dislocó el hueso frontal. Cuando Johnny Abbes supo lo ocurrido con uno de sus muchachos se encabritó y sin mucho pensar ordenó la muerte de Gil. Nada extraño. Así resolvía Johnny esas pequeñeces.
En esa época el general Juan Tomás Díaz, que luego sería una pieza fundamental en el complot contra el tirano Rafael Leónidas Trujillo, era el comandante del ejército en La Romana, por lo que le fue fácil enterarse de lo dispuesto por el tenebroso Abbes García. Sabía que esa era una sentencia de muerte. El conocía bien a la abuela de Juan, y quiso ayudar. Sin perder tiempo visitó a doña Chela, cuya madre era prima hermana nada menos que de la mamá de Trujillo, y le comunicó la mala noticia. La preocupación invadió a doña Chela. No podía ignorar que su nieto estaba a un metro de la muerte. Entonces el general Juan Tomás le dijo: "Yo no puedo hacer nada. Eso está fuera de mi control. Pero acuérdate que tú eres prima de Trujillo. El viene en dos días a una fiesta aquí. Ve y ponte donde él te vea, para que le hables. Mientras tanto esconde el muchacho y trata de pedirle autorización para sacarlo del país".
Así lo hizo. En compañía de un familiar se presentó a la fiesta. Don Mario Read Vittini, en la página 265 de su libro, Trujillo de cerca, narra en detalle lo que pasó aquella noche entre Trujillo y doña Chela. Dice: "Cuando Trujillo empezó a visitar las mesas de los invitados, llegó donde ellos y abrazó a doña Chela y le dijo: "Oh Chela ¿Cómo tú estas?" Doña Chela, con un sentimiento de mucho pesar, le narró a Trujillo lo que le estaba pasando, y terminó diciéndole: "Recuérdate que es tu primo. No permitas que le pase nada. Lo que quiero es que me le dés el pasaporte para yo mandarlo a los Estados Unidos". "No te preocupes, Chela, dijo Trujillo, que no le va a pasar nada". Entonces se dirigió al mayor Adrián Valdez Hilario y le dijo:
"Aquí vive un primo mío. Un joven que es nieto de doña Chela…No quiero oír que a ese joven le pase algo. Que ni siquiera le dé una gripe. Usted me responde. Mañana, gestiónele un pasaporte para que pueda salir del país. ¿Entendido?"
A seguidas, sigue narrando Mario Read Vittini, Trujillo continuó su conversación con doña Chela, y le preguntó: "Y donde tú vives, que hace tiempo que no te veo?"
– "En la capital, en la casa de Rafael Herrera, en la Avenida Bolívar esquina doctor Báez."
– "Y esa casa es tuya?"
– "No. Yo no tengo casa".
Trujillo se volvió a su acompañante y le dijo: "Compren esa casa y traspásenla a mi prima, doña Chela, y además que le den un cheque por diez mil pesos, que yo le regalo". El Jefe le dió a la prima un abrazo y se despidió.
Está de más decir que todo lo dispuesto por el Jefe se cumplió al pie de la letra. A Juan los caliés del SIM jamás lo molestaron. Le consiguieron su pasaporte y salió del país. A doña Chela le compraron la casa de la Bolívar, uno de los mejores lugares de entonces. Y como ordenó el Jefe, le dieron los 10 mil pesos.
Definitivamente, a la prima no podía irle mejor aquella noche. Ella se benefició enormemente, y dejó una lección, la de que siempre se puede convertir un gran problema en una gran solución.