El mundo vive con pavor la guerra entre Rusia y Ucrania. Es una lucha entre David y Goliat.  Es una lucha desigual que destruye vidas y el patrimonio nacional de  uno de los países envueltos en el conflicto. De otra parte, pulveriza la imagen internacional y el respeto de Rusia. El presidente de este país se muestra como agresor y sediento de poder. Ya conquistó los poderes máximos en su propio territorio. Ahora continúa su plan de extensión y de instauración de reglas hegemónicas en la región. Estamos frente a un gobierno con intereses geopolíticos desmedidos e incontrolables. Los gobiernos que están indirectamente fuera del escenario bélico activan los esfuerzos diplomáticos, pero los logros son mínimos. Impera la fuerza de Rusia; y, aunque el pueblo de Ucrania demuestra valentía y amor por su país, ante una correlación de fuerza tan desigual no se puede augurar un final a favor del derecho a la soberanía y a la paz en Ucrania. En el contexto de esta guerra, hay naciones que observan el conflicto; parece que no solo están interesadas en una paz verdadera. Están cuidando sus intereses; y, sobre todo, velan por la economía de sus países; y por ello tanta parsimonia y juego político para impedir la masacre que vive el pueblo ucraniano. Mientras, hay otros países y organismos que despliegan esfuerzos para evitar una tercera guerra mundial que genere una crisis generalizada e incontrolable.

El problema Rusia-Ucrania demuestra, cada vez más, la interconexión existente entre las naciones. Ninguna puede bastarse por sí sola, necesita de las demás. No se ha de obviar la interdependencia que existe entre los pueblos. La guerra que se desarrolla en este momento pone en evidencia la fragilidad mundial y la necesidad que tienen los países de reconocer, en reciprocidad, que se necesitan y que juntos tienen el compromiso de liderar la paz y la integridad de cada país. El petróleo, el gas, los cereales y otros recursos de importancia para la sostenibilidad de la población mundial ponen en evidencia la urgencia de trabajar con empeño el valor de la interdependencia entre las personas y las sociedades. Esta interrelación ha de ser reconocida y potenciada en el día a día. Pero no es fácil, por la ambición que asalta a los individuos y a los gobiernos.  La guerra entre Rusia y Ucrania anuncia la necesidad de educar para entender y asumir la interdependencia que existe entre los seres vivos. De ahí, se ha de avanzar hacia el reconocimiento respetuoso de los derechos de las personas y de cada país. Este problema le aporta nuevos temas a los sistemas educativos. Le aporta también nuevos enfoques que han de trabajarse sin demora. La nueva generación necesita formación y comprensión crítica de los temas-problemas emergentes.

De los temas-problemas emergentes, tres constituyen prioridades inapelables en el desarrollo curricular: interdependencia planetaria, soberanía nacional y fraternidad universal. El trabajo en torno a estos ejes de estudio y de reflexión no tiene espera. Las generaciones jóvenes han de comprender que no hay derecho a determinar sobre los derechos de los demás. Han de aprender a respetar e impulsar la cooperación y el trabajo conjunto entre los pueblos. Además, han de valorar que, con base en el diálogo libre y la búsqueda del bien común, se avanza más que con el imperio de la fuerza y la negación de la democracia. Los sistemas educativos del mundo han de activarse y empezar una acción curricular y socioeducativa que reenfoque los antivalores que está proyectando el problema Rusia-Ucrania. Es hora de volver sobre las teorías que explican el sentido de la justicia, de la paz y del derecho de autodeterminación. La educación preuniversitaria y la educación superior han de actualizar sus opciones educativas, los enfoques y los objetivos que le dan direccionalidad a las coyunturas que desafían y proponen rutas educativas anticipadoras. Los problemas del mundo se interconectan y nos afectan a todos. Requieren una acción estratégica desde la vida cotidiana personal, institucional y social. La interdependencia mundial ha de ser fortalecida por una educación sociopolítica y una búsqueda del bienestar colectivo en todos los niveles y órdenes.