Los expertos en sueños de la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que, las “dos terceras partes de los 8,400 millones de personas que residen en los cinco continentes, están presentando problemas para iniciar y conciliar el sueño” (Informes de la OMS, Mayo del 2024).

Por su parte, la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño (ICSD-3) define “el insomnio como la dificultad que tiene una persona para iniciar y mantener el sueño, existiendo las condiciones adecuadas para lograrlo”.

De su lado, el DSM-V-2018 refiere que las causas principales del trastorno del sueño son, entre otras, (a) la preocupación; (b) la tensión psíquica; (c) la ansiedad; (d) la tristeza; (e) la depresión; (f) la ira; y (g) problemas personales, familiares, sociales y laborables.

Asimismo, el DSM-V y el ICSD-3 han confirmado que existen tres grandes grupos de enfermedades asociadas con el insomnio. Estas enfermedades son: (1) Las disomnias; (2) las parasomnias o trastornos patológicos que suceden durante el sueño; y, (3) los trastornos psiquiátricos del sueño (Dr. Merrill Mitler, experto en sueño, 2018).

En tal sentido, las disomnias es un trastorno psicógeno del sueño que se caracteriza “por la alteración de la cantidad, la calidad y la duración del mismo, debido a causas psicoemocionales y neuro psiquiátricas”; mientras que, las parasomnias es la interrupción anormal del sueño, es decir, caminar y hablar durmiendo, tener pesadillas, enuresis nocturna, problema de respiración y convulsión nocturna.

Además, los trastornos psiquiátricos del sueño son definidos como “una patología grave en sí misma”, ya que los mismos generan agotamiento físico y mental, malestar general y un bajo rendimiento laboral.

Por su parte, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, “el sueño es un proceso biológico complejo, ya que mientras dormimos las funciones del cerebro siguen activas para mantener saludables todos los órganos del cuerpo humano” (OMS, 1992).

Como se sabe, “el organismo humano necesita entre 7 y 9 horas diarias de sueño para desintoxicarse, reponer la energía y la vitalidad necesaria para asumir los desafíos de nuestro quehacer diario” (DSM-V, 2018).

Como tales, los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), período 2002-2018 refieren que, “la mayoría de los accidentes laborales en las que se han visto involucradas la mayoría de personas, ocurren por la falta de sueño, el estrés y el trastorno de ansiedad” (Informes OMS sobre accidentes laborales asociados con el insomnio, 2019).

De nuestro lado, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, “las personas a partir de los 60 años son las que presentan mayores dificultades para iniciar y mantener el sueño, ya que la mayoría de los sesentones y setentones padecen de diabetes, hipertensión arterial y otras enfermedades que no les permiten conciliar un sueño de calidad” (Informes de la OMS, 2018).

Además, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que la mayoría de las personas con dificultad para iniciar y mantener el sueño se automedicación, situación que afecta la salud física y mental de quienes lo hacen.

Por lo que hemos visto en el cuerpo de este artículo, cuando una persona presenta dificultades para iniciar y mantener el sueño, entre otros, ésta debe: (1) Hacer ejercicios físicos un mínimo de tres días a la semana por 30 a 60 minutos por la mañana; (2) cenar liviano dos o tres horas antes de irse a dormir; (3) no utilizar celular, ver la tv y noticias dos horas antes de irse a la cama.

Asimismo, (4) establecer una rutina de sueño para acostarse y levantarse durante los 7 días de la semana; (5) evitar consumir café, té, alcohol, chocolate, gaseosas, tabaco y sustancias prohibidas, así como evitar consumir alimentos que aumentan el ritmo cardíaco.

También, (6) dormir en una habitación oscura, fresca y con cama y almohada cómodas; y, (7) escuchar buena música y practicar ejercicios de Yoga, así como conversar sobre temas y cosas agradables con familiares y amigos antes de irse a la cama.

En tal sentido se sabe que, caminar, trotar, correr, montar bicicleta y practicar el deporte de preferencia, es una inversión invaluable para la salud física y mental, creando las condiciones favorables para conciliar y mantener un sueño de calidad.

No obstante, si aun poniendo en prácticas las recomendaciones arriba indicadas, las personas no logran iniciar y mantener un sueño de calidad, éstas deben ir a ver a un especialista en higiene y salud mental, quien investigará cuidadosamente las causas psicoemocionales que están provocando la falta de sueño.

 Como se sabe, dormir bien es uno de los mejores placeres de la vida; por lo que no lograrlo, perjudica la salud física y mental, ya que durante el sueño el organismo humano se desintoxica, se fortalecen los músculos y el cerebro se vitaliza.

Finalmente, lograr un sueño reparador mantiene activos todos los signos vitales del cuerpo humano y su equilibrio energético y molecular, así como una excelente funcional intelectual y un buen sentido del humor.

“El secreto de la creatividad está en dormir bien y abrir la mente a las posibilidades infinitas” (Albert Einstein).