Se ha llegado ya a los límites de lo permisible, de lo resistible y aguantable. Nos unimos a la ciudadanía que se encuentra indignada por el abuso a que puede llegar esta sociedad frente a los “infelices”, como vi que los han llamado en una publicación.
La mayoría de nuestra población ha apuntado su reclamo de responsabilidad por los abusos cometidos, y más recientemente y de manera denigrante y abusiva, por el caso del homicidio de David De Los Santos, hacia la policía nacional. Pero a mí me gustaría hacer hincapié en que la responsabilidad no es de esa institución. La responsabilidad por el asesinato de David es de los estamentos de poder de esta sociedad, que violan las leyes y disponen de la vida de las personas impunemente, y además son ocultadas y encubiertas de manera descarada por las autoridades, y hasta por la misma población.
Toda la población, con mucha razón se pregunta: qué ocurrió en el establecimiento comercial de Ágora Mall? ¿Quién era la, o las mujeres con las cuales David sostuvo la discusión? ¿Por qué no aparecen los vídeos de lo ocurrido? ¿Por qué hay que llamar a la policía por una simple discusión? ¿Por qué retener a David y llevarlo al destacamento si discutir no es un delito?
La ocurrencia y observación detenida, detallada y sociológica de sucesos como estos me recuerda la película “12 años de esclavitud”. Si no la ha visto, amigo lector, véala y compare. Se dará cuenta que vivimos la misma situación. Somos una sociedad donde el amo blanco y rico dispone de la vida y el trabajo de sus esclavos negros y pobres, y usa para su control y represión al llamado capataz. En este caso, las mujeres de la discusión son el amo blanco y rico, la policía es el capataz, y David es el esclavo que debe ser castigado con la muerte por la inobservancia o el irrespeto al amo blanco, que está representada aquí en la discusión que sostuvo el muchacho con las mujeres.
Vivimos en una sociedad esclavista y no nos damos cuenta. Pretendemos que con reformar la policía la situación de violencia hacia la población podría subsanarse o terminar, y no es así. Porque el ordenamiento social en que la policía sirve como órgano represivo y de control para que la población negra sirva de esclavos a sus amos sin revelarse continúa todavía vigente en la mentalidad de toda la sociedad. Y la mentalidad es la que habría que cambiar, pero no es posible. La mentalidad es una estructura cultural que se transmite de una generación a la siguiente y se reproduce en el tiempo con mínimas modificaciones de acuerdo a la adaptabilidad a las circunstancias del momento histórico.
Es lo mismo que la herencia genética, donde como vemos, los blancos ricos se reproducen entre ellos y siguen siendo blancos y ricos, y los negros siguen siendo tostaditos de piel y con greñas, algo que los hace distintivas víctimas de cualquier acción represiva en el momento que se requiera. Y esas conductas no van a cambiar, porque el poder de los blancos no se cuestionará, y sus abusos serán siempre encubiertos y permitidos, ni el derecho de los negros al respeto por su vida se observará, más allá de que sirvan a los fines que les corresponde, el servicio al amo.
Cuando se opina sobre lo ocurrido se lo hace de manera ligera y superficial, se comenta el hecho. De hecho, a pesar de que la responsabilidad es de Ágora Mall, las protestas ciudadanas no se permiten, luego de la primera, frente a la DISTINGUIDA plaza comercial. Las protestas se hacen ahora en el Destacamento de la Policía, porque el amo blanco no puede ni debe ser cuestionado. Como decía la canción: “si siguen apretando la tuerca, se puede correr la rosca”. Nuestra sociedad es lenta, y las formas de represión han sido muy fuertes, pero paso a paso, “sin prisa, pero sin pausa”, llegaremos hasta conseguir una verdadera democracia que nos libere de esta represión esclavista que aún hoy, a 500 años de la colonización, todavía vivimos.