Vivo a una cuadra de la avenida José Núñez de Cáceres (quien más bien merece un callejón), pero no le rindo el mínimo honor a ser vecino de un inmundo republicano esclavista  (¡Vaya absurdo!), cuyo fracaso como héroe nacional, por suerte efímero, fue dispuesto por el mismísimo Simón Bolívar (“¡Acaben con esa vaina!”, les dijo a los haitianos), para que años después cayéramos, con el cura Gaspar Hernández, bajo el control ideológico del Vaticano, primer enemigo jurado de los liberales que sostenían la hermosa independencia de toda América Latina…(Mejor lo dejo ahí, por ahora).