La sociedad dominicana tiene varias décadas preocupada por la calidad de la educación y la efectividad de los aprendizajes. De igual manera, vive, en la actualidad, una conmoción generalizada por la vulnerabilidad extrema de la calidad de la formación docente. Esta preocupación es legítima y pertinente. Es obvio que los procesos y resultados educativos  evidencian una fundamentación y una consistencia fragilizadas. De igual modo, muestran distancia de las demandas y desafíos de la sociedad. Este contexto concita la atención de la diversidad de sectores y de actores sociales.  El debate sobre la calidad de la educación y de la formación docente parece que será eterno.

 

El debate se mantendrá en la eternidad hasta que se produzca una transformación del modelo educativo dominicano. Para llegar a esta transformación, se necesitan cambios estructurales en la República Dominicana. Pero mientras esta sociedad se mantenga con déficits sustantivos de equidad, de justicia y de inclusión, los cambios se convierten en reformas líquidas.  El  debate suscitado en torno a la Normativa 09-15 pone de manifiesto, de un lado, que la sociedad le da seguimiento crítico a la calidad de la educación para que no pierda su fuerza y validez. Esta postura es plausible y debe mantenerse en el tiempo y en la diversidad de acciones y procesos.

 

De otra parte, se percibe que el debate vinculado a la Normativa 09-15 es una expresión  viva de múltiples intereses. Los actores y sectores implicados en el debate no se mueven en la misma dirección. Unos están comprometidos con más y mejor calidad de la educación y de los aprendizajes. Otros, con reducida autenticidad, presentan una postura ambigua y contradictoria. Se puede argumentar que esto refleja pluralidad y democracia robustecidas. Pero lo que sucede parece fruto de un proceso de instrumentalización política y mediática. Por ello es necesario participar del debate sin ingenuidad. La participación abierta y sin currículo oculto contribuye a una construcción compartida  y transparente.

 

La postura que se presenta por delante debe ser igual a la que se presenta por detrás. La integralidad es importante en todos los niveles y circunstancias. Es inadmisible la instrumentalización del debate. Sostenerla constituye un atentado a la coordinación de fuerzas y bloquea la experiencia de aprendizaje que deriva de un debate con intenciones claras desde el punto de vista educacional. El escenario que nos ofrece la discusión  sobre la Normativa 09-15 debe fortalecer, en los actores y sectores involucrados, un compromiso cada vez más firme con una actuación diáfana y comprometida con los intereses educativos. Los intereses políticos y económicos no pueden, ni deben, darle la direccionalidad al debate. Es necesario volver a la educación. La instrumentalización nos aleja de ella.