Sin el ánimo de establecer ningún tipo de comparación con el asesinato del Dr. Orlando Jorge Mera, una situación similar ocurrió con el alcalde de Santo Domingo Este, Juan De Los Santos (conocido como “Juancito Sport”). Un conocido entró al despacho del alcalde peledeísta el 15 de diciembre del 2015 y acabó con la vida del funcionario haciéndole 4 disparos.

En la semana pasada fue ultimado a tiros en su oficina el ministro de Medio Ambiente Orlando Jorge Mera, a manos de un amigo. Debemos de reconocer que como nación hemos fallado. Le hemos fallado al hoy occiso, que independientemente a las diferencias políticas o partidarias, era un buen ser humano.

Le hemos fallado a su familia, a la familia del homicida y a los miles de familias que ven a la República Dominicana impactada por una crisis moral.

¿Pero por qué hemos fallado como nación? Porque hasta ahora todos los gobiernos ha evadido el trabajo sobre en el recurso más importante, que es el humano. El Artículo 37. De la Constitución Dominicana habla sobre “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte”, pero en la práctica nada está garantizado.

Mucha gente en nuestro país es incapaz de controlar la ira a la hora de dirimir cualquier diferencia con sus semejantes. La violencia en la República Dominicana es un problema al que se debe de buscar solución.

Para acabar con este fenómeno de violencia extrema y que va en aumento, el Estado debe de crear políticas de seguridad ciudadana.

Cuantas personalidades pública más tendrán que morir para que los gobiernos comprendan la magnitud de lo que nos afecta. Los altos niveles de violencia socavan el proceso de crecimiento del país, porque afecta al individuo, a la familia y a toda la colectividad, lo que atenta contra la paz social y la productividad.

No podemos permitir que nuestro país se convierta en “tierra de nadie”.