El matrimonio
La joven del cuadro se sentó y empezó a tocar el piano. El pintor tomó el pincel y retocó el piano, donde un par de hostias ayuntaron los labios del pecado.

Heidegger

“Porque estoy equivocado es que tengo la razón”, pensó el maestro, y entró en la abadía, donde un grupo de eruditos discutía en torno al origen del mundo y de la vida. El maestro se acercó al discípulo y le dijo: “La existencia de Dios no es razón suficiente para equilibrar el mundo. Dios es el punto donde la vida se hunde y no termina nunca”. Sorprendido, y mirando fijamente al maestro, el discípulo le dijo: “Nadie ha podido equilibrar la energía que excede la luz. La luz es el ojo místico que une al yo con el mundo. Precisamente, esa energía es el hilo de Ariadna, donde nuestra existencia se pierde para siempre”. En ese momento, el maestro cayó en trance, y sin tener certeza de qué hacer, ni qué decir, empujó al discípulo, quien empezó a levitar hasta chocar con la abadía que ardía detrás de sus ojos. Desde entonces, el maestro no ha vuelto a aparecer, ni ha dejado huellas que conduzcan al ser.