El municipio Pedernales sigue sometido a una grave crisis de energía eléctrica, sin precedentes para las últimas generaciones. Aunque ese pueblito del extremo sudoeste del territorio dominicano se pasa de pacífico, grupos no aguantaron el fuete y este martes en la noche se tiraron a protestar a las calles y en las afueras de la distribuidora Edesur y la generadora Ege Haina.
Tales empresas, sin embargo, han continuado en las mismas, rehuyendo al fondo, tirándose las cajas y los cajones en una guerrita que no interesa a los pedernalenses, justificando lo injustificable, subestimando la inteligencia de la comunidad como si ella estuviera conformada por una manada de tarúpidos pasibles de ser inoculados con cualquier mentira.
Ninguna razón puede justificar su marasmo y su carencia de planificación.
Desde que el presidente Luis Abinader se interesó por ejecutar el proyecto de desarrollo turístico, a inicios de su gestión, hace cuatro años, la displicencia con la provisión del vital servicio debió sepultarse para que hoy Pedernales exhibiera un alumbrado moderno y noches brillantes, tal como nosotros sugerimos en varias ocasiones en esta columna.
Pero optaron por hacerse los sordos y los ciegos, bajar los brazos y dejar acumular los problemas. Pedernales nunca fue su prioridad, quizás porque lo ven chiquito y distraído en otros menesteres.
Ahora, la deuda acumulada de trabajos tal vez no la puedan solventar de la noche a la mañana, mientras la crisis impacta de manera brutal en la vida de las familias y el comercio, y la calma se acaba, aunque es notoria la falta de unidad de las organizaciones de la sociedad civil local para reclamar de manera conjunta un solución definitiva y sin más posposición.
El asunto no pinta bien. Las protestas callejeras conllevan riesgos; no obstante, los pedernalenses no deberían sentarse a esperar la interconexión con el sistema eléctrico nacional, y menos ahora que –según nos enteramos extraoficialmente- será mayor el retraso porque en el área de Tres Charcos y Manuel Goya, municipio Oviedo, removerán no se sabe cuántas torres con cableado incluido, un requisito imprescindible para garantizar seguridad en el aeropuerto internacional que será construido.
Los gastos incurridos en esa improvisación que daña a la provincia, deberían ser cargados a quienes debieron planificar pero prefirieron el camino corto de la rapidez y la espuma. No a la teta del erario.
A los apagones en Pedernales hay que ponerle un pare definitivo. Y no en los discursos oficiales de Ege Haina y Edesur.
No quiero creer que también aquí sea necesaria la intervención del presidente Abinader. Supongo que para algo él designa a los funcionarios con salarios de lujo, además de los incentivos.