La economía venezolana está cambiando. De un colapso histórico a partir de 2016, este año 2022 aparenta que se inició una lenta y contradictoria recuperación. La economía venezolana es una economía fundamentalmente petrolera. País fundador de la OPEP y con fuerte impacto en los mercados petroleros de Estados Unidos, los países de El Caribe y América Central. Por décadas la economía dominicana estuvo muy vinculada a la economía venezolana, en particular con su sector petrolero, desde mediados del siglo XX. Las transformaciones ocurridas en el sector petrolero después de la nacionalización de la industria en 1975 bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, y la creación del gigante Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) vincularon aún más nuestro país al más importante país caribeño de América del Sur.

 

En abril de 2022 el banco de inversión Credit Suisse hizo una previsión que dejó a todo el mundo boquiabierto: la economía de Venezuela crecerá 20%. El banco revisó su pronóstico para la producción económica de 2022 desde 4,5% anterior, y pronosticó que el producto interno bruto se expandirá 8% adicional en 2023, por encima de su estimación anterior de 3%.

“¡Estos no son errores tipográficos! Si somos precisos, estos podrían terminar estando entre los crecimientos más fuertes a nivel mundial en estos años”, escribió el economista Alberto Rojas en una nota de investigación el miércoles. “Sin embargo, queremos ser claros, las cifras de alto crecimiento no deberían sorprender después de que la economía venezolana tocó fondo en 2020”.

Credit Suisse también dijo que la recaudación de impuestos en términos de dólares este año podría expandirse más del 40%, las importaciones podrían crecer más de 15% y que Venezuela registrará un superávit en cuenta corriente de alrededor de $4 mil millones. También redujo su pronóstico de inflación general anual para fin de año a 70%, desde una proyección anterior de 150%.

La invasión rusa de Ucrania, dice el banco, probablemente conducirá a una "recomposición" en el suministro mundial de petróleo, apoyando los movimientos para llegar a una resolución de la crisis venezolana. El contexto está preparado para que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, “encuentre un terreno común” con los EE. UU. y tal vez reconsidere los lazos de su país con la Rusia “cada vez más marginada”.

“En este momento, el señor Maduro debe tener en cuenta que las ideologías no pagan las cuentas”, escribió Rojas.

Por su parte Bloomberg anunció 8% de crecimiento para 2022, la CEPAL anunció que Venezuela tendría el mejor desempeño para toda la región y hasta el FMI proyectó un crecimiento positivo de 1,5%. ¿Cómo puede haber tanta disparidad de distintas entidades “serias” de las finanzas internacionales? Todo se basa en la posibilidad de crecimiento de la producción petrolera, y el interés de EEUU de aflojar las sanciones ante la confrontación con Rusia desde la invasión a Ucrania a fines de agosto de 2022. Los mercados de energía –petróleo, gas, carbón- se han dislocado con las sanciones a Rusia y la imposibilidad de la Unión Europea de suplir su consumo sin el petróleo, el gas y el carbón ruso. La confrontación ruso-americana con la interpósita participación de la Unión Europea ha finalmente liquidado la ilusión del “mundo justo y feliz” de la globalización y la economía de mercado “worldwide”. Volvemos al mundo previo de la guerra fría con modalidades distintas y fuerzas distintas.

Además, el gobierno de Venezuela ha dado un giro de 180 grados respecto a su política económica. Se ha generalizado una dolarización de la económica. El dólar es el rey, y el que tenga dólares accede a todo tipo de bienes. Se han levantado las restricciones a importar y los aranceles han sido eliminados o reducidos a su mínima expresión.  De esa forma ha habido un resurgir inaudito de la construcción de grandes edificación comerciales y residenciales privadas. Los nuevos centros comerciales están llenos de productos de lujo y los supermercados de productos de todo tipo.

El Presidente Maduro ha anunciado que este 2022 llegaría a producir 2 millones de barriles diarios, de un mínimo que llegó la producción petrolera de menos de 400 mil barriles diarios. A pesar de ello, dado que las negociaciones con Chevron y los Estados Unidos han tomado más tiempo, es claro que este año no sobrepasará la producción petrolera 750.000 barriles. Aunque es una recuperación notable, nada que ver con los 3,3 millones de barriles de 2008/2010. Venezuela tiene las reservas petroleras más grandes del mundo, con una capacidad de sobrepasar a Arabia Saudita y a Rusia con la inversión y las tecnologías adecuadas. Pero para eso falta mucho. El colapso desde la muerte de Chávez y sobre todo desde 2015/2016 tomará años o décadas en superarse. De 350.000 millones de PIB, todavía no se llega a 100.000. Aún creciendo al astronómico 20% anual, tomará al menos una década retornar a los niveles anteriores. Por ello es tan importante la reapertura con Colombia operada por el presidente Petro, la devolución de la empresa entregada a Guaidó MONOMEROS por el gobierno de Duque. Empresa productora de fertilizantes propiedad de PDVSA. La devolución de los fondos incautados en EEUU, Inglaterra, y Europa al Estado venezolano sería un paso importante. De igual forma las refinerías y la empresa CITGO, también propiedad de PDVSA, con miles de estaciones distribuidoras de combustibles en Estados Unidos.

Las negociaciones políticas también están avanzando. Se han firmado dos acuerdos con la oposición y el gobierno para reintegrar la actividad política y recursos propiedad del Estado venezolano. Se requiere un acuerdo también para las elecciones de 2024, que aparentemente está en curso. Muchos venezolanos están retornando a su patria después de haber emigrado más de 3 millones. Todos son síntomas positivos. Los dominicanos debemos integrarnos y, junto con los países de El Caribe, demandar de nuevo la vuelta a los beneficios de Petro Caribe.