La gestión pública en la República Dominicana requiere un sistema que garantice la eficiencia, transparencia y responsabilidad en el cumplimiento de los objetivos gubernamentales.

Eso se hace más urgente cuando vemos la cantidad de errores que están cometiendo los funcionarios en el poco tiempo de iniciado el segundo mandato del presidente Abinader, quien por demás no se reelegirá, imagínense en uno o dos años el caos que se podría armar.

Durante el gobierno de Danilo Medina, se implementó un sistema de monitoreo de metas presidenciales que buscaba mejorar la administración mediante la asignación de objetivos específicos a ministerios y direcciones gubernamentales. Aunque innovador, este sistema mostró deficiencias que limitaron su efectividad, lo que plantea la necesidad de un enfoque más robusto, inspirado en prácticas exitosas del sector privado y en experiencias internacionales.

La administración por objetivos, un modelo ampliamente utilizado en el sector privado ha demostrado ser una herramienta poderosa para alinear esfuerzos y mejorar la rendición de cuentas.

Este enfoque se basa en la definición de metas que sean específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido para su cumplimiento. Estas características, permitiría a las organizaciones, no solo alcanzar sus objetivos, sino también optimizar el desempeño tanto individual como colectivo de sus ejecutivos y colaboradores. La clave del éxito de este modelo radica en la claridad de los objetivos, la medición rigurosa del rendimiento y la flexibilidad para ajustar las estrategias cuando sea necesario.

El sistema de monitoreo de metas presidenciales implementado en la República Dominicana integraba algunos elementos de la administración por objetivos, como la asignación de metas y la evaluación periódica del progreso. Sin embargo, la falta de metas realistas, un seguimiento dependiente de los informes internos y la ausencia de un mecanismo para ajustar las estrategias limitaron su efectividad. Aún con sus debilidades el sistema funcionó sin dudas. Hay que admitirlo.

En el caso de este gobierno es evidente que la improvisación y el repentismo dominan. Por tanto, es fundamental establecer un sistema de esta naturaleza mejorándolo. Un sistema híbrido, que combine las mejores prácticas del sector privado con las lecciones aprendidas del sistema era una solución más eficaz.

El enfoque debería centrarse en establecer metas claras, realistas y alineadas con los recursos disponibles, acompañadas de un seguimiento independiente para minimizar riesgos y realizar ajustes oportunos.

Un componente crucial en este sistema renovado sería el monitoreo continuo del desempeño de los funcionarios encargados de implementar las políticas públicas. Este seguimiento permitiría evaluar su rendimiento en relación con los objetivos establecidos y en función de los resultados y aplicar un régimen de consecuencias claras en caso de incumplimiento. Esto no solo incentivaría el cumplimiento de los objetivos, sino que también garantizaría que la responsabilidad individual se mantenga en el centro de la gestión pública.

De las experiencias más exitosas en este modelo de rendición de cuentas, según recuerdo, pues hace tiempo que no manejo el tema, se destacaban Corea del Sur y Nueva Zelanda.

En Corea del Sur se adoptó un enfoque integral de Evaluación del Desempeño Gubernamental, que establece metas claras y evalúa el rendimiento mediante indicadores cuantitativos y cualitativos, aplicando consecuencias en caso de incumplimiento.

Por otro lado, Nueva Zelanda implementó desde la década de 1980 un sistema orientado a resultados, donde los departamentos gubernamentales son responsables de cumplir objetivos específicos acordados previamente, ajustando estrategias según la evaluación continua del progreso.

Ambos modelos demostraron que la rendición de cuentas y la evaluación rigurosa son esenciales para la eficiencia y efectividad en la gestión pública.

Es vital que la República Dominicana adopte un sistema de control de metas efectivo, basado en la administración por objetivos y adaptado a la realidad local. Este sistema debe contar con mecanismos para monitorear el rendimiento de los funcionarios y aplicar consecuencias claras en caso de incumplimiento.

Un estado eficiente es la clave para lograr un desarrollo sostenible a escala humana y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.