En las dos entregas anteriores establecimos cómo se formó el concepto de Geopolítica del Caribe. Inicia con la llegada de los españoles en 1492 que arrasaron la población originaria mediante un genocidio nunca antes visto. El desarrollo de la Capitanía General de Santo Domingo como base para la conquistas de las otras islas antillanas, del establecimiento de las grandes colonias en México –Virreinato de Nueva España- y el Virreinato de Nueva Granada, en los actuales territorios de  Venezuela, Colombia y Ecuador –y el desarrollo posterior de las demás posesiones del vasto imperio español (Virreinato del Río de la Plata y Virreinato del Perú), además del archipiélago de Las Filipinas en Asia y otras islas menores.

 

Pero resulta que España no conoció un desarrollo capitalista a partir de esas vastas riquezas. Por el contrario, fueron las nacientes industrias de Inglaterra, Francia y los Países Bajos los que más se aprovecharon de la explotación colonial española, y parte de la naciente banca del norte de Italia. La finalidad de toda aquella empresa colonial española fue acumular la mayor cantidad de oro y plata posible, y enviarla a la metrópoli, para un gasto superfluo en compras a los otros países europeos y mantener la enorme burocracia del imperio y su flota y ejército.

 

La encomienda de tierras y pueblos nativos en una primera fase, y la economía de plantación, en una segunda, acompañaron la sed incansable de oro y plata. Las grandes minas de México, de la actual Colombia, del Perú y el Alto Perú, actual Bolivia, fueron la fuente por cientos de años del expolio colonial. Posteriormente la Economía de Plantación y el Comercio Triangular, que desarrolló la esclavitud africana transatlántica entre el Siglo XVII/XIX, tanto en las colonias españolas de la Cuenca del Caribe, en la gran colonia portuguesa de Brasil, en las colonias francesas del Caribe (Saint-Domingue, hoy Haití) y Norteamerica (Luisiana) en el Golfo de México, y en el sur de las Trece Colonias de Inglaterra en la costa este de América del Norte, se sentaron las bases primarias del desarrollo del capitalismo europeo. La gran acumulación de plusvalía del trabajo súper intenso de los esclavos africanos fue una de las bases más importantes del desarrollo industrial de Inglaterra, Francia y los Países Bajos.

 

“La esclavitud directa es el eje de nuestra industria actual tanto como lo es la maquinaria, el crédito, etc. Sin esclavitud no habría algodón, sin algodón no existiría la industria moderna. Es la esclavitud la que le dio valor a las colonias, son las colonias las que posibilitaron el intercambio mundial y el intercambio mundial es la condición necesaria para la industria a gran escala. La esclavitud es, entonces, una categoría económica de gran importancia” (Karl Marx, “La miseria de la filosofía” 1846).  Finalizado el imperio español, portugués, francés e inglés a gran escala en América en el siglo XIX, tomó el relevo el nuevo imperio norteamericano a finales del siglo XIX e inicios del XX.

 

La relación de la República Continental en Estados Unidos requirió distintas fases para su implantación. Desde la meta inicial en el siglo XIX de la expansión territorial hasta la costa del Pacifico y de sacar los imperios europeos de América –Doctrina de Monroe desde 1823- hasta la conquista del Caribe y México desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Para poder llevar a cabo esas metas, atravesamos varias fases. La formulación de una idea panamericana desde 1890 iniciada con la “Primera Conferencia de las Repúblicas Americanas” en Washington y el establecimiento de las bases del derecho y las instituciones para tal fin, hemos atravesado varias fases.

 

La llamada Política del Gran Garrote fue la inicial política de Estados Unidos en el siglo XX después de expulsar al imperio español. La Política del Gran Garrote fue formulada inicialmente por el Presidente Theodore Roosevelt en 1901. El resumen de dicha política era “habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos”. Esa política se puso en práctica particularmente en El Gran Caribe mediante a) el apoyo de EEUU a la separación de Panamá de Colombia en 1903. De esta forma se aseguró las condiciones óptimas para negociar el tratado para la construcción del Canal de Panamá que fue completado en 1914 y b) La ocupación militar de Cuba de 1906 a 1909 en el gobierno de Estrada Palma. Prosiguió con la Ocupación Militar de Haití en 1915 hasta 1934 después del asesinato del Presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam.

 

Continuó con la ocupación militar de la República Dominicana en 1916 con la ya conocida excusa de “proteger y salvar vidas e intereses norteamericanos” ante la permanente inestabilidad del país. En el caso de la República Dominicana fueron disueltas todas las instituciones del Estado y suplantadas por una Gobierno Militar de Ocupación que se prolongó hasta 1924. De igual manera se produjeron los Bloqueos Navales del Puerto de La Guaira en Venezuela junto a potencias europeas para obligar al pago de una deuda ilegítima, y el bombardeo y desembarco en Veracruz en medio de la Revolución Mexicana.

 

Con la llegada del gobierno de Franklin D. Roosevelt se operó un cambio sin abandonar totalmente el Gran Garrote. Surge así la Política del Buen Vecino en el marco de la VII Conferencia Panamericana de 1933. Esta política se mantuvo desde 1933 hasta 1945, cuando la política de intervenciones y mano dura del Gran Garrote comenzó a moderarse, siempre teniendo como norte, la defensa del control económico y comercial de la Cuenca del Caribe. Esa política buscaba en especial la solidaridad hemisférica contra las amenazas exteriores, en especial de las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, la Política del Buen Vecino fue modificada por las exigencias de la recién iniciada Guerra Fría contra la URSS y los partidos y movimientos comunistas, socialista o liberales.

 

En 1947 la Unión Panamericana se transforma en Organización de Estados Americanos y se formulan toda una serie de entidades como Pacto de Defensa de Río de Janeiro que creó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), una forma de subordinación de los ejércitos y fuerzas armadas de la región a los intereses de la política internacional de los EEUU. Se crearon toda una serie de instituciones similares desde la salud, la agricultura, la cultura, en lo que se llamó el derecho americano y el sistema panamericano.

 

Sin embargo, el mantenimiento de las estructuras sociales oligárquicas y antidemocráticas y el extractivismo de empresas norteamericanas provocaron varias revoluciones y revueltas con un alto contenido nacionalista y contrarias a los EEUU. El primero fue el gobierno liberal y democrático de Jacobo Árbenz en Guatemala (1951-1954), que fue derrocado por una conspiración coordinada por los servicios secretos americanos y en particular la recién establecida Agencia Central de Inteligencia. También se generó una confrontación con el gobierno nacionalista y socialmente avanzado de Juan Domingo Perón en Argentina, que fue derrocado en 1955 y que enarboló un discurso antiamericano marcado. La revolución boliviana de 1952 dirigida por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) también formó parte de esa década. Este periodo de confrontaciones entre los EEUU y los movimientos nacionalistas concluye en la Revolución Cubana de 1959, que agudiza las confrontaciones con el gobierno de Washington y desemboca en una revolución socialista.

 

La revolución cubana fue el parteaguas en la relación de la región con EEUU. El gobierno de Kennedy de 1961 formuló un nuevo programa de relación continental y con El Caribe para contrarrestar la influencia de la revolución cubana: la llamada Alianza para el Progreso. La Alianza para el Progreso propugnó reformas agrarias, industrialización, nuevas fuentes de financiamiento como el BID, modernización de los estados, ampliación de la educación y erradicación del analfabetismo, entre otros. Se comprometió a erogar unos 10.000 millones de dólares hasta 1970, pero no se logró la promesa y la Alianza fue disuelta ese mismo año. La guerra fría y la lucha contra el llamado “castro-comunismo” dominó la década de los 70, con golpes militares fascistas en suramérica y gobierno cívico-militares en el norte de la región.

 

El triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua en 1979 modifica totalmente el panorama en la región. Es la primera revolución que llega al poder en 20 años después de la revolución cubana de 1959. Para combatir la expansión de la onda de choque de la revolución en Nicaragua el gobierno de Ronald Reagan (1981/1989) formula otra nueva política: la llamada Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC) acompañada de reformas neoliberales en toda la región. La ICC se sustentó en abrir el mercado de Estados Unidos a las exportaciones de las maquilas/zonas francas instaladas en todos los países del Caribe y un control militar reforzado a través del llamado “Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los EEUU” instalado en el sur de la Florida en 1963 después de la crisis de los misiles de Cuba. El Comando Sur cubre todos los países caribeños y latinoamericanos excepto México que “pertenece” al Comando Norte, exceptuando también 12 islas y territorios bajo soberanía europea. El Comando Sur cubre o pertenecen 31 países, con 24.900.000 KM2. Es una estructura de combate, integrada por el US Navy, el US Army, la US Air Force y la US Coast Guard. Es uno de los 10 comandos regionales que las FFAA de los EEUU tienen dividido el mundo.

 

Con el triunfo total de la políticas neoliberales, la ICC fue desmontándose y sustituyéndolo por el llamado Consenso de Washington, que vía la USAID y las instituciones multilaterales de crédito como el BID, el Banco Mundial o el FMI, fueron imponiendo el llamado “Decálogo del Consenso de Washington” que constaba en una apertura total de los mercados financieros, la privatización de las empresas públicas, políticas monetarias pro mercado, reducción de impuestos, liberalización de los mercados financieros, presupuestos balanceados, eliminación de subsidios y una total apertura comercial, sea vía la OMC y/o los tratados de libre comercio bilaterales y el fracasado ALCA.

 

El ALCA o Acuerdo de Libre Comercio de las Américas fue lanzado por los EEUU en la llamada Primera Cumbre de las Américas en Miami, Florida, en 1994, excluyendo explícitamente a Cuba. Ese país había expresado que en caso de ser invitado asistiría a la Cumbre, y que lo haría con respeto. Sin embargo nunca fue invitada a ninguna de las Cumbre de las Américas hasta la Cumbre de Panamá de 2015, bajo la presidencia de Barack Obama. En 2018 el anfitrión fue Perú y manifestó que su gobierno no invitaría a Venezuela a participar. En la más reciente cumbre, realizada en Los Ángeles, EEUU, no fueron tampoco invitados Cuba, Venezuela ni Nicaragua a instancia del país anfitrión. Sin embargo, la razón de ser  de las Cumbres fue desde su inicio el Acuerdo de Libre Comercio de América (ALCA), el cual recibió cristiana sepultura en la Cumbre de Mar del Plata, Argentina en 2005.

 

Como vemos, la Geopolítica del Caribe, ha sido afectada por las políticas de un país, los EEUU, hacia la región y hacia América Latina en general desde inicios del siglo XX, lo que implica que tanto el Caribe como América Latina necesitan redefinir sus relaciones con el país del Norte, en base al respeto mutuo y la integración regional, sin EEUU ni Canadá. Entidades como la CELAC (Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños); UNASUR (Unión de Naciones del Sur); CARICOM (Comunidad del Caribe); la Comunidad Centroamericana debemos fortalecer la integración independiente y crear instrumentos como una Unión Latinoamericana y Caribeña, un Banco Central de América Latina y El Caribe para unificar progresivamente nuestras monedas; un Banco Latinoamericano de Desarrollo –que ya tiene su base incipiente en la CAF pero que debe ser capitalizado-; una Comunidad de Defensa Latinoamericana y esencial para todo esto, una Secretaría General de la CELAC, que siguiendo la idea de Bolívar se instale en Panamá.