Dedico este escrito a todas las personas que acompañamos procesos educativos, sociales, terapéuticos, de servicio…
En estos momentos en los que muchas personas muy queridas vienen honrando la vida de nuestro hijo fallecido, Carlos Sujou Sang Mata, en uno de esos encuentros compartí con Indiana Jiménez y con Myrna Flores Chan, quienes nos hicieron llegar sus brazos, sus manos, así como muchas otras personas que no puedo mencionar y que han hecho cálidos en todos momentos.
Myrna Flores Chan, además de sus manos y de sus brazos, me entregó el libro: Cómo no hacer nada. Resistirse a la economía de la atención (How to Do Nothing: Resistingthe Attention Economy, Jenny Odell, Ed Ariel, España, 2021. Vivir atentamente, con atención, con lo que nos rodea y con nosotras/os, debe estar rodeado de inmensa abundancia.
El título del libro es sugestivo: Cómo no hacer nada. Igual su llamado a resistirnos a vivir sin atención, a no ahorrar en los afectos; llama a poner atención en lo que sentimos, hacemos, a tener tiempos continuos con los y las demás, a no aceptar esta mentalidad de escasez, de economizar en el hacer con sentimientos, en el sentir, en el escuchar; se nos propone vivir vivos/vivas, “al hacer despacio”, sea acompañadas/os o en soledad.
Una lectura con un título tan desafiante envuelto en las manos de la afectividad de Myrna Flores Chan me animó a examinar el contenido, y en eso estoy. Y para sorpresa aún más grata, es pura filosofía; que es uno de los quehaceres del que desconozco casi todo, pero del que disfruto por su búsqueda desafiante de los por qué a todo; creo que si gustásemos más de la filosofía, de la poesía, de seguro se reforzaría la atención, el ocio, la reflexión, la meditación, la respiración consciente, el silencio; todo esto, creo, haría la vida más fascinante; y la costumbre de contemplar serenamente nos daría más vitalidad ante el sufrimiento, a veces, inevitable.
Jenny Odell nos invita a acercarnos a observar, a poner atención, para conocer y sentirnos satisfechos con lo que tenemos, así no ser presas/os de “la miopía y la insatisfacción” de lo que se nutren los sistemas económicos que nos robotizan como entes productivos; con las ideas, las prácticas, el sentir de manera opresivos, de pretender arroparnos como robots, y de ver la vida en base a los resultados, y no el continuo de vivir en procesos, agradeciendo todo lo que vamos aprendiendo, aceptando, amando, cuando nos equivocamos, o acertamos…
Valorar que estamos vivos, apreciar lo que tenemos, valorar a quienes nos rodean y nuestro legado, nos facilitaría encontrar que:
“La redención se conserva en un pequeño resquicio del continuo de la catástrofe”. Walter Benjamín.
Cita de Walter Benjamín por Jenny Odell, página 11.
En estos tiempos donde las insatisfacciones y temores se adentran en algunos caminos del mundo a través de los conflictos y de la guerra; esta visión optimista de la autora y de Walter Benjamín, fue grata encontrarla reforzada.
Jenny Odell propone un “tiempo de desconexión” para eliminar la visión mecanicista de la experiencia; observa que estamos atrapados en algoritmos para la productividad, que nos conducen, interconectan y que atrapan nuestras vidas; entonces, si va llegando la ansiedad no hay que dejar que su sombra ocupe espacio, hay que hacer un tiempo de desconexión, de ocio, de silencio, de respiración, de disfrute, de sentir alegría por estar vivas, vivos, de buscar la dignidad, el respeto, la autoestima, la serenidad, desde donde sea… Ibid.
Sostiene Jenny O que el observar, el sentir, el vivir con consciencia, en el “Cómo no hacer nada”, que propone en su libro (y se han hecho experimentos) genera cierto nerviosismo ante esta sensación que se resiste a la sobreestimulación, desde quienes apuestan a no ser seres mecanizados, robotizados, “productivos”. Ibid
Sigue fortaleciendo su propuesta indicando que “Vivir la vida como un ajetreo es un síntoma de una vitalidad deficiente; se vive con poca consciencia, de manera estereotipada.” Idea que desarrolla con Robert Louis Stevenson en su libro Virginibus Puerisqui y otros ensayos, año 1906. Universidad de Michigan. J Odell. Ibid
Entonces debemos resistirnos a vivir la vida perdiendo tiempo en ansiedad, buscando aprobaciones, dejar de vivir en relaciones lisonjeras, dejar de vivir en ocupaciones convenientes y convencionales, en burbujas de vanagloria llenando las expectativas de otras/os, dejar de vivir con el resentimiento, las especulaciones gratuitas, la alegría un poco vacía; y en tal sentido retoma a Séneca en su escrito Sobre la brevedad de la vida, que hace un llamado a tomar en cuenta el ocio y la felicidad para vivir. Ibíd. P. 12.
Jenny Odell se lamenta de cómo lo práctico de la conectividad ha eliminado la riqueza de la comunicación cara a cara, y llama la atención de que en el mundo virtual se pierde información y contextos.
Igual llamado hizo la filósofa de Estados Unidos Martha Nussbaum en su discurso sobre El futuro de la Educación Mundial cuando recibió un doctorado honoris causa en la Universidad de Antioquía, Colombia, en diciembre del 2015; en este discurso M. Naussbaum propuso alejarnos de las políticas educativas enfocadas en la rentabilidad.
Disponible en: https://www.elheraldo.co/educacion/el-duro-discurso-de-martha-nussbaum-sobre-el-futuro-de-la-educacion-mundial-233416
Ambas filósofas, Naussbaum y Odell, coinciden que lo que está en juego es lo cultural, la conciencia, la sensibilidad, el humanismo, el arte, y sucede así cuando una cultura solo valora los resultados. Como un ejemplo, J Odell dice que no es extraño que Donald Trump, quien ha solido desdeñar el pensamiento profundo, en no darle importancia al disfrute de todas y todos sin rentabilidad egoísta; en enero del 2017 propuso dejar de financiar el Fondo Nacional de las Artes y de las Humanidades, en Estados Unidos.
Disponible en: https://www.semana.com/noticias/articulo/trump-propone-eliminar-apoyos-a-las-artes-y-las-humanidades/61755/
Comparto plenamente la visión que Jenny O fundamenta en su libro, pues se trata de recrear un mundo que valore el bienestar, la plenitud humana, el sentir al hacer las cosas, la observación, como son los quehaceres de escribir, de soñar, de pensar, de todo el arte, de la música, de la poesía, de la metafísica, de la filosofía, de la ética, de la buena ciudadanía y de la buena política…etcétera; al alejarnos de esa sobrevaloración del pragmatismo, todos estos quehaceres no serían considerados como anacrónicos. (Referencia de Giorgio de Chirico, pintor surrealista). J Odell, P. 12
La propuesta es que es de “valorar que las y los que estamos, aquí y ahora, la época, el lugar, en el mundo, somos suficientes. Que tomar sol, por ejemplo, sea un acto político, de resistencia”.
“Cómo no hacer nada” no es que no se haga nada, “se trata de reconocer el valor de la soledad, de la cordialidad, de la observación, que éstos tengan un valor en sí mismos, que sean derechos inalienables.” Ibid.
Esta autora, Jenny Odell y su libro Cómo no hacer nada, nos invita a tener una atención consciente y a no tener vivencias estereotipas, dirigidas por la saturación de informaciones, de manipulaciones, y que las comunicaciones cara a cara nos permitan alimentar nuestro amor propio y a acompañar a las personas, a las organizaciones, con vivencias afectivas, junto a las y a los que nos rodean.
A amarnos pues, a escucharnos, a respetar nuestras individualidades y diferencias, a saber, a vivir solas, solos y acompañados; comprendiendo a todas las personas y a todas las cosas desde un respeto y una posibilidad de transformar de una manera absoluta e incondicional, sin ansiedad, sin opresiones, en proceso, con nuestra propia aprobación, que es la que debe saber en qué consiste nuestra felicidad de manera serena y sana.