Vivimos en unos tiempos muy difíciles, complicados. Hacemos lo imposible para, en medio de la crisis de antivalores y desmanes que nos arropan, poder salir adelante, conducir y llevar a nuestra siguiente generación a buen puerto, tomando más en cuenta el qué, como qué ser, en qué desarrollarse, que tomando en cuenta el cómo, pues lo que se promueve es la rompedera de brazos, conseguir los objetivos por cualquier medio, ahí vemos que el fin justifica los medios. Y así vivimos y formamos, de otra manera, no nos dejan, no podremos salir a camino.
Es por ello, que la formación y la educación se hacen hoy en día tareas imprescindibles en todos y cualquier ámbito de nuestra vida, independientemente del momento y edad en que nos encontramos, constituye una labor incansable, interminable, formar y educar. En todos y cualquiera de los campos que sea posible y se requiera.
Hago referencia a esto para correr la voz y hacer de público conocimiento una visita muy importante que hemos tenido en estos últimos días y a la cual, al parecer, la prensa no le ha prestado mucha atención y no se ha difundido y dado a conocer como debiera. Se trata de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mejor conocida como FAO, que ha venido al país, y en otros de Latinoamérica, para promover la Educación Alimentaria y Nutricional, EAN, así como los Programas de Alimentación Escolar Saludable, PAES.
Dichas actividades se llevan a cabo de la mano del Ministerio de Educación, con participación preponderante del Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil, INABIE y consisten en la promoción y conocimiento en las escuelas del país, y todo su personal, lo que debe ser una alimentación con nutrición real y saludable, a través de la ingesta de frutas, verduras y vegetales, en mayor proporción, así como la disminución de ingestas de alimentos chatarra, harinas, grasas, alimentos muy procesados y gaseosas. Dichas medidas se promueven por la preocupación de que este tipo de alimentación no saludable es la causa principal de la incidencia de enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión, cuyos tratamientos requieren un gasto importante del Estado que es posible disminuir si la población, desde la infancia, adquiere hábitos de alimentación saludables.
Y es así como se trata de involucrar diferentes instituciones del gobierno, como el Ministerio de Agricultura, de Salud Pública, de Medio Ambiente, para que de manera coordinada se trabaje en la promoción y ejecución de planes de producción agrícola de huertos comunitarios y familiares, de huertos escolares, de promoción de la agricultura orgánica sin uso de agroquímicos que enfermen a nuestros niños, y cuya producción pueda suplir las necesidades alimentarias de las escuelas en cuanta comunidad sea posible llevar a cabo esta buena iniciativa.
Otra actividad que realiza la FAO en esta labor es hacer una tercera edición del curso Vida Saludable y Educación Nutricional en las Escuelas, en el que participamos más de 300 profesionales, nutricionistas, maestros, gestores públicos dominicanos para que estos programas de educación alimentaria y nutricional se lleven a cabo en nuestro país y podamos mejorar la salud, ambiental, y humana de nuestras poblaciones desde la infancia. Y como me ha embrujado la idea, no falte decir que estoy involucrada de lleno en la actividad.
De manera que tengo a bien hacerme eco de esta excelente propuesta de educación en alimentación saludable, esperando que su conocimiento haga poner en práctica y en movimiento una buena tendencia hacia las buenas prácticas alimenticias, el involucramiento de la mayor cantidad de grupos sociales, instituciones y esferas de gobierno, entendida la importancia que tiene esta propuesta tanto para el mejoramiento de la salud, como la disminución de la pobreza, el aumento de la producción y la soberanía alimentaria, en estos tiempos de crisis de abastecimiento de la producción. Así que tomémoslo en serio, y abordemos la incansable labor de la educación, en alimentación saludable.