DALINIANA

La imagen sobre el lienzo se abría a borbotones. El pintor solo atinaba a observar, repitiendo hasta el cansancio: “¡Una obra maestra, una obra maestra!”. Entretanto, en aquel sucio taller, otro hombre iba y venía con la vista fija en el cuadro en blanco. En la habitación contigua, encima de la mesa, un rostro cuelga del pincel.

EL CASO DEL DOCTOR DORLY DE QUINCEY

Una noche de verano había acudido a cenar a la casa de su vecino y buen amigo, el doctor Dorly de Quincey. Durante el trayecto, alguien se detuvo en una esquina y susurró un nombre. ¡Ella le dijo que no! ¡El insistió! ¡Ella le dijo que no!, que por favor, ¡no! ¡Que no ! Él insistió. Finalmente, junto al cadáver de ella, abandonó  sus ropas sucias y huyó.

EDIPO

Ante sí mismo, con las manos navegantes sobre el tapiz a colores, irguió la fotografía de su madre, y, llevándola al corazón, juró por todos los ángeles y seres queridos nunca más volver a intentarlo.

LOS LABIOS BAJO LA LUNA LLENA

Con los ojos vueltos hacia el lugar imaginado, pensé una vez más en la posibilidad de decir que la amaba. Sin embargo, una lluvia obstinada irrumpió sobre los cristales rotos, y apenas pude salvar la mitad del beso furtivo cuando, al despertar sobresaltado de aquel sueño, se desvaneció mi cuerpo entre las brumas de una ciudad mítica llamada Troya y una amante llamada Helena.