El desorden migratorio dominicano ha generado una fuerte campaña antihaitiana entre supuestos grupos nacionalistas que aseguran que existe un acelerado proceso de haitianización de la cultura y la identidad nacional.

Aseguran que los haitianos “mantienen una invasión pacífica” hacia la República Dominicana, que en los próximos años “todos seremos haitianos”.

Pero los hechos demuestran lo contrario.

La verdadera invasión cultural que existe en el país no es la haitiana, sino la de Estados Unidos, a través de su cultura, los medios de comunicación y el impacto de la migración dominicana.

De acuerdo al historiador Frank Moya Pons, existe “una norteamericanización de la cultura dominicana”, que comenzó en los primeros años del siglo XX, con el predominio de los Estados Unidos en el país.

Los Estados Unidos desplazaron a Francia, España y Alemania del mercado dominicano.

A partir de la muerte del presidente Lilís en 1899, el consumo de los productos de los Estados Unidos arropó la sociedad dominicana.

Los alimentos, ropas, armas, equipos agrícolas, industriales y la publicidad en los periódicos eran norteamericanos.

La ocupación militar de los Estados Unidos a la República Dominicana durante el período 1916-1924, fue el punto de inflexión para “norteamericanizar” la cultura y la economía dominicana.

Desde entonces, el consumo, la producción, exportación, importación de alimentos, deportes, idioma, forma de vestir, de pensar, bailar y la música, dependen de los Estados Unidos.

Veamos los hechos.

La mayoría de los alimentos que consumen los dominicanos, sobre todo, los miembros de las clases medias y altas, proceden de Estados Unidos y representan “un status o distinción o social”.

Consumir alimentos norteamericanos de algunas marcas en específico como Madonald, Burguer King, Donas, whisky, carnes y otros tipos, generan prestigio y “una nueva fragancia”entre los consumidores.

Visitar los restaurantes norteamericanos es sinónimo de prestigio.

Por ejemplo, Hard Rock Cafe Santo Domingo, Applebee’s, Luga, Outback Steakhouse, Chef Pepper, Carl’s Jr, Champions Sport Bar y otros.

La música norteamericana es predominante en los medios de comunicación dominicanos.

El reguetón, el Rock, Dembow y las baladas en inglés se escuchan las 24 horas en las emisoras de radio, televisión, canales de internet y en las redes sociales.

Existen decenas de emisoras dominicanas cuya programación es en inglés y funcionan más de cien institutos donde se enseña el idioma de los Estados Unidos.

El vestido del dominicano es propio de los Estados Unidos.

El pantalón Jean forma parte de la vida cotidiana del dominicano.

Los perfumes, las camisas, pantalones, zapatos, ropa interior, poloshirt y las medias pertenecen a las más variadas y prestigiosas marcas de los Estados Unidos.

Las marcas de ropa Tommy, Naútica, Nike, Old Navy, Gap, Ralph Lauren, Levi’s y Calvin Klein, entre otras, dominan el gusto del dominicano.

Las empresas de cables de televisión por paga tienen en su “grilla” más de 500 canales de televisión de los Estados Unidos donde el idioma principal es el inglés.

Los canales de televisión y los periódicos dominicanos son fotocopias de los medios de comunicación de los Estados Unidos.

La única diferencia es el idioma.

Las bebidas gaseosas norteamericanas ocupan el primer lugar en el consumo de los dominicanos.

Cocacola y Pepsi ocupan los dos primeros lugares.

Los hijos de las familias de clases medias y altas estudian en los Estados Unidos.

Vacacionan en los Estados Unidos y las muchas mujeres dominicanas alumbran sus bebés en los Estados Unidos.

En las escuelas dominicanas se enseña inglés, se celebran los días de gran consumo como las noches de brujas, el viernes negro, el día de acción de gracias y hasta tienen un santa Claus, aunque no hay nieve en el país.

Los enfermos de clase media y alta acuden a los hospitales de los Estados Unidos y se chequean con los médicos norteamericanos.

Contratan seguros médicos de los Estados Unidos y se internan en los hospitales de los Estados Unidos, para que le inyecten medicinas de los Estados Unidos.

Los empresarios dominicanos exportan el 80 por ciento de sus productos hacia los Estados Unidos e importan el 88 por ciento de sus mercancías de los Estados Unidos.

La mayoría de los presidentes dominicanos hablan inglés y algunos hasta han estudiado en Estados Unidos y envían a sus hijos e hijas a estudiar a los Estados Unidos.

El turismo dominicano descansa de los Estados Unidos.

El 68. 8 por ciento de los turistas que visitan el país, según el Banco Central, proceden de los Estados Unidos.

La diáspora dominicana en los Estados Unidos está integrada por 2. 3 millones de hombres y mujeres que nacieron o descienden de la República Dominicana.

Los deportes que más se practican en el país nacieron en los Estados Unidos: el béisbol y el baloncesto.

CON HATÍ ES DIRERENTE

Los xenófobos denuncian una haitianización de la cultura dominicana que pone en peligro la identidad nacional.

Pero los hechos demuestran lo contrario.

Las emisoras de radio haitianas están prohibidas en República Dominicana.

Solo se escuchan en la frontera.

Están prohibidas las escuelas e institutos que enseñan creole.

En las escuelas dominicanas no se enseña creole.

El vudú está prohibido.

Los cables de televisión por paga no tienen canales de Haití.

Los miembros de las familias dominicanas no envían a sus hijos a estudiar creole en Haití.

La música haitiana no se pone en los medios de comunicación dominicanos.

Los productos haitianos no se venden en el país.

El matrimonio entre dominicanos y haitianos es una calamidad.

Existe, pero los cónyuges sufren una inmensidad de dificultades.

Entonces, la pregunta sigue vigente ¿Estamos haitianizados o norteamericanizados?

La respuesta es clara.

Estamos totalmente norteamericanizados.

Pero el problema no es la identidad dominicana.

El problema es el antihaitianismo.