Un filósofo nunca debe abandonar la “vigilancia epistemológica” si bien una de sus misiones es contribuir con el pensamiento crítico, actitud necesaria en nuestra sociedad. Es por eso que, desde mi punto de vista, el discurso pronunciado por el pastor Ezequiel Molina en la "Batalla de la Fe" el 1 de enero de 2025 genera un debate significativo al afirmar que "detrás de cada mujer exitosa en los negocios y las empresas hay un hogar descuidado" (https://listindiario.com/la-republica/20250102/ezequiel-molina-detras-mujer-exitosa-hay-hogar-descuidado_839862.html).

Preocupado por planteamientos como estos y pensando en las nuevas generaciones presentes y futuras, me dispuse a reflexionar en torno a la esencia de sus afirmaciones. Pero no se debe proceder personalizando el discurso, sino suponiendo que quien habla encarna la voz de una institución determinada, sin obviar la subjetividad del lenguaje. A continuación, presento un breve análisis crítico que abarca la mentalidad del sujeto del discurso, el marco ideológico, las ideas clave, los conceptos abordados y los aspectos infundados en la argumentación. Este análisis también considera la noción de "mente recalcitrante" para evaluar la resistencia al cambio a partir de las ideas desde el “aparato enunciador”.

Mentalidad del sujeto del discurso y marco ideológico

Quien habla es reconocido por su posición conservadora y su defensa de “valores tradicionales” basados en una interpretación literal de las escrituras bíblicas. Su discurso refleja una mentalidad que prioriza la familia como un núcleo donde las mujeres tienen roles específicos, principalmente relacionados con el cuidado del hogar y la crianza de los hijos. Desde este marco ideológico, cualquier “desviación” de estos roles tradicionales es percibida como una amenaza al “equilibrio” familiar. El sujeto, parte de una idea ingenua de la familia que se ha filtrado históricamente no solo en la clase protestante, sino además en el ámbito católico, en conservadores políticos y en muchas esferas de la vida social. Dicha idea piensa que “familia” es papá, mamá y tres hermanitos en un clima romántico de paz y convivencia casi absolutas, hasta codearse con la imagen del paraíso. Si analizamos la historia y las transformaciones sociales esta familia nunca ha existido, hoy en día hablamos de diferentes “modelos de familias” que, independientemente de los actores que la componen, no necesariamente significa “deterioro”. De hecho, sería interesante analizar este imaginario, con qué se relaciona y cuáles son sus motivaciones psicosociales.

El marco ideológico del discurso también está influenciado por una “crítica a las transformaciones sociales contemporáneas”, especialmente aquellas relacionadas con el feminismo y la equidad de género. En su visión, estas mutaciones desafían los principios que considera fundamentales para la cohesión y estabilidad social. Pero sucede que el hecho de que se ganen más derechos en la sociedad dominicana no significa un empeoramiento de las relaciones sociales. La clave está en la capacidad de manejar el conflicto, los intereses y la disposición de agenciar los cambios disruptivos.

Ideas clave y conceptos

  1. Relación entre éxito profesional femenino y descuido del hogar: el sujeto del discurso establece una conexión directa entre el éxito de las mujeres en el ámbito laboral y un supuesto abandono de las responsabilidades domésticas. Esta idea refuerza la percepción de que el “lugar natural" de la mujer es el hogar y que su desempeño profesional puede tener consecuencias negativas para la estructura familiar. Sin embargo, esto se debe a la dinámica propia del capitalismo posmoderno y a las exigencias económicas más agobiantes. En la medida en que la mujer se independiza del hombre esto implica que ellas deben generar sus propios recursos y resortes para el desarrollo. Ya esta sociedad no responde a un esquema rural sino a una dinámica urbana, en la que la vida misma va imponiendo nuevos propósitos, más costes y más ganancia si se quiere sobrevivir en ella. Tener hijos es una decisión responsable que amerita el cuidado y la atención necesarias queramos o no, depende de recursos para sostenerlo.
  2. Defensa del modelo familiar tradicional: En su discurso, quien habla promueve una visión de la familia basada en roles de género fijos, donde el hombre es el proveedor principal y la mujer se encarga de las labores del hogar y el cuidado de los hijos. Esta perspectiva considera las transformaciones sociales como un “desajuste” que debilita la unidad familiar. Pero ocurre, que a mayor participación y apoyo hay más garantía de equidad o productividad beneficiosa.
  3. Crítica implícita a las demandas contemporáneas de equidad: Aunque no se menciona de manera explícita, la declaración del discurso denota una resistencia a aceptar cambios sociales que cuestionan la subordinación histórica de las mujeres a roles domésticos.

Aspectos infundados en la argumentación

Generalización excesiva:

La afirmación de que el éxito profesional de las mujeres lleva inevitablemente al descuido del hogar carece de “evidencia empírica”. No se presentan estudios ni datos concretos que respalden esta correlación, lo que debilita la “solidez” del argumento. Aunque no suelo emplear la noción de “evidencia empírica”, sé que el sentido común y los científicos sociales entienden bien lo que quiere significar: análisis de datos, pruebas estadísticas, comparaciones de las informaciones levantadas para la descripción, etc.

Ignorancia de las dinámicas familiares contemporáneas:

El discurso no reconoce que muchas familias adoptan “modelos de corresponsabilidad”, en los cuales tanto hombres como mujeres comparten equitativamente las tareas domésticas y laborales. Además, omite los beneficios económicos y sociales derivados de la participación de las mujeres en el mercado laboral, como la mejora en los ingresos familiares y el desarrollo personal.

Reducción del rol de la mujer a la esfera doméstica:

La postura del discurso refuerza estereotipos de género que limitan las oportunidades de las mujeres en ámbitos públicos y profesionales, perpetuando una visión restrictiva de su papel en la sociedad.

Noción de mente recalcitrante

La mente recalcitrante se define como una resistencia obstinada al cambio, especialmente frente a transformaciones que desafían estructuras y creencias profundamente arraigadas. En este caso, las declaraciones del discurso ilustran una rigidez ideológica que dificulta el reconocimiento de los cambios positivos en las relaciones de género y las estructuras familiares.

Esta actitud recalcitrante puede interpretarse como una estrategia de defensa frente a la pérdida de influencia de los valores tradicionales en un contexto social más pluralista. Sin embargo, también limita la capacidad de adaptarse a una sociedad en constante evolución que busca promover la equidad y el reconocimiento de la diversidad.

En conclusión, el discurso expresado refleja una visión conservadora que intenta preservar un modelo de familia tradicional basado en roles de género fijos, una concepción romántica, inexistente pero poderosa en el imaginario dominicano que oculta el maltrato, la explotación y marginación de la mujer. Sin embargo, esta perspectiva no considera la complejidad de las estructuras familiares actuales ni la capacidad de las mujeres para equilibrar roles profesionales y domésticos. Además, omite la importancia de la corresponsabilidad en las tareas del hogar y la necesidad de adaptarse a dinámicas sociales que promueven la igualdad de género.

La crítica a esta postura debe enfocarse en la necesidad de ampliar la comprensión de las nuevas realidades sociales y en la importancia de valorar el aporte de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. Solo a través de un diálogo inclusivo y equitativo se puede construir una sociedad más justa, balanceada y, por qué no, una sociedad decente.