La República Dominicana realiza esfuerzos para no quedarse rezagada en las respuestas que requieren los retos y desafíos del Siglo XXI. En los últimos años en este país se habla bastante sobre los cambios que se están produciendo. Las necesidades de la sociedad dominicana son amplias. Estas se relacionan, en su totalidad, con aspectos fundamentales para aproximarse a la calidad de vida requerida por los ciudadanos. Mientras las necesidades básicas estén en carpetas, será difícil avanzar hacia un cambio que transforme de manera sustantiva la vida de los dominicanos.  El déficit histórico relacionado con el  desarrollo de la democracia, de la educación y de la calidad de vida de los dominicanos, no se resuelve  de manera instantánea. Por esto es importante una planificación y una organización estratégica que permitan la atención de aquellos actores y sectores que son claves para el desarrollo de una nación. Observamos cómo se va agudizando la crisis en los hogares del país. Es una crisis compleja, en cuya estructura se entrelazan variables diversas: desempleo, pobreza y relaciones que destruyen la comunicación y la vida. El primer cuatrimestre del año 2022, ha puesto de manifiesto que es impostergable hacer más por las familias. La atención que urge no es para un determinado tipo de familia; es para la diversidad de expresiones que caracteriza a esta institución en la realidad dominicana. Desplegar más esfuerzos por la calidad de vida de las familias requiere atención primordial a las relaciones que se tejen en su interior. De unas relaciones tóxicas, se ha de avanzar hacia unas relaciones más humanas y de respeto mutuo. Los asesinatos de mujeres y el suicido de las parejas asesinas se incrementan cada vez más. Urge revertir esta situación. No se hace nada lamentando, calculando estadísticas y prometiendo. Se necesitan políticas sociales y educativas que impacten la pobreza económica y educacional de las familias.

Asimismo, se requieren políticas educativas y orientadas a la salud mental que contribuyan a un cambio integral en las relaciones, en la comunicación y en la salud sicológica de las familias. Los legisladores deberían realizar un taller interno que les permita conocer los graves problemas que afectan al país, especialmente el deterioro vertiginoso de las familias. Los feminicidios y suicidios están vinculados a la carencia de una educación de calidad, integral y con equidad. Se vinculan también con la pobreza económica que genera  exclusión laboral y social. Estos aspectos crean un panorama más  complejo en la situación de las familias.  El Estado dominicano no puede esperar más problemas para auxiliar debidamente a las familias. El deterioro que se observa en la diversidad de expresiones de la institución familiar constituye un estado de alerta para el gobierno actual. Difícilmente habrá cambios significativos en la nación, si no se asume con más responsabilidad la precaria situación de las familias. El Ministerio de Educación, el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología; y el Ministerio de Salud Pública, debieran, desde hace mucho tiempo, constituirse en instancia interministerial para responder de manera efectiva a la grave realidad que viven las familias de la República Dominicana. Para los asuntos importantes, generalmente, no hay dinero. Si el problema de las familias fuera algo banal, el dinero podría aparecer con mayor agilidad. Esta distorsión se produce en la práctica, que no se debe mantener ahora. Las familias necesitan que se haga algo más por ellas.