De esta manera nos encontramos hoy, se encuentra el pueblo dominicano, entre la espada y la pared, con la perspectiva de justificar la explotación minera para conseguir “desarrollo” y “crecimiento económico”. Y es que seguimos siendo un país, un territorio, una nación y una cultura que continua, más de 520 años después de su descubrimiento, produciendo y comercializando materias primas para su subsistencia como nación. En este caso que vamos a abordar, se trata de la minería, actividad económica que supuestamente aporta beneficios económicos al Estado, pero que no se ven, y que, a cambio de ello, los perjuicios o daños en materia ambiental y social son tan altos, que, de ser conscientes y razonables, seria provechoso analizar y buscar otras opciones de “desarrollo” y “crecimiento económico”, como por ejemplo la industrialización de las producciones agrícolas locales.
La minería aurífera, a la cual nos referimos, que se desarrolla desde principios de este siglo en la provincia Sánchez Ramírez, Cotuí, en la otrora mina de Pueblo Viejo, es una minería a cielo abierto que procura la obtención del recurso mineral de oro en la superficie del terreno, llamada minería a cielo abierto, también conocida como megaminería, y constituye una actividad económica que origina inmensos impactos ambientales, visuales, humanos, sociales y culturales.
Pero, ¿cuál es el objetivo de la extracción de oro causando semejantes impactos sociales y ambientales? Según la información consultada, el oro es reconocido como una forma de dinero que conserva su valor en el tiempo, sin importar cuánto transcurra, debido a que no es corrosivo y es precioso, por lo que desde los albores de las civilizaciones el 95% del oro extraído continua en circulación en una cantidad de alrededor de 205 millones de toneladas. De esa cantidad, el oro existente se distribuye en un 47% en forma de joyas con valor sentimental y reserva de riqueza familiar, los gobiernos del mundo poseen 17% para respaldar el valor de las monedas nacionales y estabilizar las economías. De igual forma, el oro, como metal elemental tiene diversos usos: cerca del 10% se incorpora en componentes electrónicos, informáticos y aeroespaciales, (por favor aclararme donde está ubicada nuestra fábrica de cohetes) en aplicaciones dentales y dispositivos médicos. Otro 23% se encuentra en manos de inversores privados (ahora sí estamos hablando) que lo usan como activo financiero para protegerse contra la inflación y la inestabilidad geopolítica. De manera que estas razones me parecen poco convincentes y con muy bajos méritos para que impactemos nuestro territorio y nuestras comunidades con el objetivo de extraer oro con esas finalidades.
Pero habíamos mencionado los impactos sociales y ambientales que provoca esta actividad económica que por desgracia ha venido, por la genuflexión de los personeros de los gobiernos que nos damos, a forjar situaciones de conflictos sociales en nuestras comunidades, los cuales han devenido en acciones de violencia, puesto que, como ya es de dominio público, las comunidades de Cotuí estuvieron siendo reprimidas por efectivos militares que los atacaron con perdigones y bombas lacrimógenas, en momentos en que reclamaban pagos por la reubicación forzosa a que están siendo obligadas las comunidades, por los daños a su entorno y sus cultivos de cacao; la empresa, por la intención de establecer una nueva presa de cola o relave, no para eliminar los problemas de contaminación de suelos y de aguas que ha provocado, sino para ampliarlos un poco más allá, en una justificación injustificada que no parece tener fin.
Los impactos ambientales y sociales de esta minería de oro dependen del proceso químico utilizado para concentrar el oro. En ese caso se utiliza el cianuro para liberar el oro mineralizado del yacimiento, lo cual hace el procesamiento altamente tóxico con relación a otros procedimientos, como, por ejemplo, el que usa ácido sulfúrico, igualmente venenoso, si tendremos o no opción. La intoxicación por cianuro puede ocurrir por inhalación, ingestión y contacto con la piel o los ojos. La fauna acuática muere cuando las concentraciones de cianuro superan unos pocos microgramos por litro. Por añadidura, la muerte de las aves y los mamíferos se producen cuando las concentraciones superan unos pocos miligramos por litro, lo cual ya ha sido observado por la contaminación de los cursos de agua en las localidades circundantes a la presa de cola de El Llagal.
A pesar de que existen dos formas de descartar los residuos tóxicos de cianuro, lixiviación en tanque, que demanda grandes cantidades de agua, y lixiviación en pilas, esta última utiliza menos agua, pero es menos eficiente en la recuperación de oro. De manera que en Pueblo Viejo se utiliza la lixiviación en tanques, las llamadas presas de cola, que son las que están provocando los altos niveles de contaminación en la zona. https://es.mongabay.com/2024/04/impactos-ambientales-sociales-mineria-de-oro-panamazonia-libro/
El de nuestro país no es el único caso en que la megaminería se ha instalado creando serios problemas de contaminación ambiental y de conflictos sociales en una pugna entre intereses contradictorios, entre las comunidades indefensas que históricamente han vivido y reproducido sus formas de vida en esos lugares, y entre representantes gubernamentales y empresarios de todo tipo que pugnan por utilizar su fuerza y su poder para establecer y mantener una situación insostenible en el tiempo, pero que les reporta ingentes beneficios.
De igual forma en otros países, como Brasil, Bolivia y Ecuador ha habido conflictos, estudios, que han determinado los daños ambientales y sociales de estas explotaciones mineras que deben ser la última opción, si no la menos considerada, para pretender “procurar el desarrollo y crecimiento económico” de las comunidades o el país. La empresa Exportadora Aurífera S.A. EXPAUSA, ubicada en el Distrito Minero Vella Rica, cantón Ponce Enríquez, Provincia del Azuay – Ecuador, es el objeto de este estudio. Se encontró como resultado estas afectaciones al ambiente, al ser humano, sin brindar ningún tipo de indemnización por los daños generados. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6503061
En Bolivia, la investigación realizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) reveló que la minería aurífera deja un fuerte impacto ambiental en los territorios y bajos réditos económicos para el Estado.
La investigación señala que, el 80% de la explotación aurífera beneficia a empresas extranjeras. A su vez, el impacto ambiental en la naturaleza crece sin medida y sin control por parte de las autoridades. https://aler.org/red_info_continental/la-mineria-aurifera-en-bolivia-deja-un-grave-impacto-ambiental-y-escasos-beneficios-economicos-segun-estudio-del-cedla/
Algunas veces he escuchado que se habla de una especie recurrente y muy extendida, el término de minería sostenible o el de minería “responsable”. En la primera, la minería sostenible, se pretende la explotación de recursos minerales y energéticos del país, maximizando los beneficios económicos y sociales, y mejorando los resultados económicos, ambientales y sociales de la actividad, mientras se minimizan los impactos ambientales. A su vez, la minería responsable se refiere a aquella que tiene en cuenta el impacto ambiental y a las comunidades, y especialmente y sobretodo, se adhiere a la legalidad del país donde se establece. Cultural, económica y políticamente sabemos, porque nos conocemos, que esto no es posible establecerlo en la Republica Dominicana, y para muestra, el botón del contrato-estafa que firmó el gobierno dominicano con la minera de Pueblo Viejo, en la que exime de cualquier y toda responsabilidad económica a la empresa, asumiendo el Estado hasta el pago del 5% al municipio, que corresponde por ley de parte de la empresa, citado por el profesor Luis Carvajal, coordinador de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, (UASD), en entrevista televisada. Y así otras obligaciones económicas que debe tener la empresa explotadora, que ha asumido el Estado para beneficiarla, mientras perjudica ambientalmente a los comunitarios y económicamente a todos los dominicanos que debemos pagar de nuestros impuestos la carga que representa el “desarrollo” que nos brinda esta empresa minera.
Es por ello que se ha desarrollado en esta semana, específicamente, una marcha caravana de todas las comunidades y organizaciones sociales y civiles, con el acompañamiento de las iglesias, en protesta por las pretensiones de la compañía minera de extender sus actividades construyendo otra presa de cola, reubicando forzosamente a las comunidades, con pagos ínfimos que no cubren mínimamente los daños provocados. Debido a la peligrosidad que acarrean las intenciones de ampliación de la actividad extractiva, consideramos necesario y urgente la revisión del contrato-estafa firmado por el gobierno con la compañía minera, el pago de indemnizaciones a las comunidades por los daños provocados a sus territorios y sus cultivos, la no ampliación y no construcción de más presas de cola, y la salida de esta compañía minera dañina y contaminante de nuestro territorio. Que sepan las autoridades incumbentes que no es posible desarrollar minería en ninguna zona del territorio, debido a la fragilidad del territorio insular que ocupamos y a que las montañas, llenas del oro que los nuevos colonizadores ambicionan, son la fuente de la producción de agua que necesitamos para vivir, para producir nuestros alimentos y desarrollar industrias que nos hagan crecer de verdad, y no a los extranjeros colonizadores, sin dañarnos ni contaminarnos. Es cuánto.
Con cantos como “La Barrick es una minera asesina protegida por un gobierno entreguista, pero el pueblo resiste y no baja la vista” armonizan su caminar en un muro humano que no da paso ni a motocicletas ni carros o camionetas.
Fuentes consultadas:
https://www.youtube.com/watch?v=C1OAdIeyeCA
https://cdn.com.do/nacionales/regionales/sigue-conflicto-entre-barrick-gold-y-comunitarios-de-cotui/
https://es.mongabay.com/2024/04/impactos-ambientales-sociales-mineria-de-oro-panamazonia-libro/