“Dar sentido a la vida es una tarea para la política progresista. Cuando se pierde, cuando no hay o no encuentra sentido a lo que nos sucede, cuando la ausencia de dirección y de horizonte hunde las expectativas y las confianzas, se abre paso el abismo social y el atajo autoritario”.  (Antoni Gutierrez-Rubi: La fatiga democrática).

Para Richard Thaler en su libro La Psicología económica, el concepto Endowment effect “efecto posesión, efecto dotación”, es el grado de importatización que le damos a un bien o servicio, incluso, otorgándole un precio más alto del que realmente tiene. Constituye, diríamos nosotros, el rol playing de la percepción y en consecuencia la voluntad de elegir, más allá de la racionalidad. Es la mirada de como la psicología interviene en nuestras decisiones, abarcando lo que Amos Tversky y Daniel Kahneman denominarían Teoría de la Perspectiva.

La clase política dominicana, sobre todo, la partidocracia, esa oligarquía partidaria, es como “el efecto posesión”. Acusa una sobredimensión en su estelaridad en una sociedad cada vez más abierta. Una gran parte de los hacedores de opinión pública y hasta cientistas sociales otorgan a esa ley de hierro un “efecto dotación” que hoy no tiene, a pesar de que ellos instrumentalizaron las leyes para ser los únicos interventores válidos en el Estado.

La sociedad es otra y si se pretende realizar cambios, transformaciones estructurales, se deberá empujar de abajo hacia arriba para dar el golpe de timón que requiere el tejido institucional-social y económico de nuestra formación social. Esa elite política no quiere cambios estructurales. Están muy cómodos con la singularidad de ser actores de primera, con actuaciones y realizaciones y resultados de actores secundarios de pésima calidad.

Solamente tenemos que ver las dos leyes (Partidos Políticos y Régimen Electoral), que evacuaron en el 2018 y 2019, respectivamente. Los 20 años del Código Penal en el salón del Congreso (el que utilizamos actualmente data de 1884), cuando ya Bosch más atrás y Jorge Blanco, puntualizaban alrededor del mismo y lo añoso que caracterizaba su tiempo. Lo planteado ahora, es por su forma y procedimiento, la cantinflada más atroz y espeluznante que hayamos conocido y, por su contenido, el regresionismo a la antesala de su pretérito. La vulnerabilidad perpleja a los derechos humanos. No hablemos de la Ley de Extinción de Dominio: el pánico del pantalón en el suelo y la falda al aire.

La sociedad dominicana tiene una paz social negativa. Una paz social negativa es aquella que transcurre con una tranquilidad social aparente, dado que sus conflictos no han sido resueltos. La paz social positiva se da allá donde existe una tranquilidad social real, porque los conflictos son resueltos. Todas las sociedades, no importando su grado de desarrollo, contienen determinados niveles de conflictividad: vitales y relativizados. Aquí, en el cuerpo social dominicano, no tenemos uno solo resuelto ni siquiera los propios de las sociedades del Siglo XX y parte del Siglo XIX.

Veamos: para el mes de septiembre del 2000, las Naciones Unidas se plantearon, conjuntamente con 180 países, los Objetivos del Desarrollo del Milenio. 8 Objetivos, 21 Metas y 60 Indicadores: 2000-2015. Ellos son:

  • Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
  • Lograr la enseñanza primaria universal.
  • Promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer.
  • Reducir la mortalidad infantil.
  • Mejorar la salud materna.
  • Combatir VIH/Sida, paludismo y otras enfermedades.
  • Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
  • Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

Esos objetivos del Milenio constituían un salto extraordinario para el desarrollo de la humanidad. En el 2011, el entonces Presidente de la República en un importante cónclave, expuso que no íbamos a cumplir con ellos a pesar de que gobernó 53.3% del tiempo, en los que los OBJETIVOS DEL MILENIO se crearon y finalizaron. Nuestro país no logró alcanzar ninguno. Para el 2012, en Rio de Janeiro, se crearon los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una perspectiva más amplia en lo económico, político y medio ambiental.

Trascenderían a los Objetivos de Desarrollo de Milenio (ODM). 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible; a saber: 1) Fin de la pobreza. 2) Hambre cero. 3) Salud y bienestar. 4) Educación de calidad. 5) Igualdad de Género. 6) Agua limpia y saneamiento. 7) Energía asequible y no contaminante. 8) Trabajo decente y crecimiento económico. 9) Industria, Innovación e infraestructura. 10) Reducción de las desigualdades. 11) Ciudades y Comunidades sostenibles. 12) Producción y consumo responsables. 13) Acción por el clima. 14) Vida submarina. 15) Vida de ecosistemas terrestres. 16) Paz, Justicia e Instituciones sólidas. 17) Alianzas para lograr los Objetivos.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen un horizonte para que nadie se quede atrás. Un esfuerzo hacia donde conducir las prioridades, tomando como centro a las personas. Se avanzó en el mundo, empero, no lo suficiente. Debió ser el programa de todos los partidos. En nuestro país la elite política sigue con la misma visión de la política del derrame. El mismo libreto, en un desconocimiento de lo que planteaba Albert Einstein “No pretendamos que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias…”.

¿Cuáles son las 13 Reformas planteadas por el presidente Abinader el 23 de agosto de 2021 en el CES, que de haberse ejecutado los Objetivos del Milenio, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Estrategia Nacional de Desarrollo hoy no hubiesen sido necesarias?

  • Transparencia e institucionalidad.
  • Seguridad Ciudadana.
  • Reforma Policial.
  • Modernización del Estado.
  • Seguridad social.
  • Transformación digital.
  • Relaciones Exteriores y Migración.
  • Medio Ambiente y Cambio Climático.
  • Reforma Electoral.

Si cotejamos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Estrategia Nacional de Desarrollo, es claro el alcance de desarrollo humano que la sociedad dominicana hubiese podido alcanzar. De seguro que no tendríamos una esperanza de vida al nacer en 73 años, una tasa de pobreza monetaria de 24%, una calidad de la Educación de la peor en el mundo, una inversión en Salud de apenas 1.9% del PIB cuando en la Región es de 4.5%. Tenemos una Mortalidad Materna 127/100,000 mientras el promedio en la región es de 67/100,000. La Mortalidad Infantil Neonatal es 19.4/1000 y el promedio ALC: 9. Somos líder en el mundo en accidentes de tránsitos después de una isla lejana del Pacifico: NIU con 200,000 habitantes. Un desempleo estructural ampliado que en su mejor momento ha sido de 13%. ¡Todo ello después de 55 años de crecimiento económico a un promedio de 5.5%!

Actualmente, el empleo en la Economía Informal está en la estratosfera: 58.8% Es como dirían Joseph E. Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi en su libro Medir nuestras vidas: “Lo que medimos afecta a lo que hacemos, y si nuestras mediciones son erróneas, nuestras decisiones pueden verse distorsionadas…”. Debemos de mirar a la conceptualización del bienestar que como dicen los autores aludidos precedentemente abarca:

  1. Nivel de vida material (ingresos, consumo y riqueza).
  2. Educación.
  3. Actividades personales, incluido el trabajo.
  4. Voz política y gobernanza.
  5. Conexiones y relaciones sociales.
  6. Entorno (condiciones presentes y futuras).
  7. Inseguridad física y económica.

De lo que se trata es de propiciar un crecimiento dinámico que al mismo tiempo y deliberadamente eslabone que el mismo sea inclusivo y sostenible. Es una apuesta a la eficiencia, a la eficacia, que coadyuve a una mejor calidad del gasto, de su grado de priorización y de una audaz mejor redistribución. Hay que subrayar que no se trata de reducir el gasto, sino diseñar mejor localización y evitar lo más posible el dispendio y la incoherencia en la gerencia. Se trata de una mejor GOBERNANZA. El gasto ineficiente en nuestro país rondaba alrededor de un 5%, esto es, sin la corrupción que imperaba de manera galopante, en el interregno, sobre todo: 2004-2020, con mayor dimensión: 2012-2020. ¡Las prioridades, esto es, las buenas ejecuciones ayudan a no dispersarnos en el gasto y, por ende, conectarnos mejor con el crecimiento, la equidad y la calidad que traen consigo más bienestar y mayor nivel de vida!

Se trata de una inversión pública más inteligente, allí donde el Estado asuma su rol de regulador y generador de las condiciones generales de la producción y ente estelar neutralizador y marginalización de las exclusiones. Como señala Kahneman en su libro Ruido, debemos aquí evitar el sistema de ruido que nos caracteriza, en una sempiterna ausencia de buen juicio en la clase política, que aletarga las reformas necesarias y nos conduce de manera inexorable a esta paz social negativa.