Esta columna será breve. Agradezco a las mujeres y a los aliados proderechos que defendieron la dignidad, la autonomía y la libertad de las mujeres, las infancias y las disidencias sexuales en el Congreso durante las vistas públicas del lunes 15 de julio, cuando se debatió el proyecto de Código Penal por el que votaron la mayoría de los diputados.
No pensé, ni en la peor de mis pesadillas, que en 2024 tuviéramos que explicar a los diputados y diputadas por qué golpear niños y niñas es una violación de los derechos humanos fundamentales.
Golpear niños y niñas es solo una de las violencias que promueve el proyecto, que ya ha sido ampliamente analizado por abogadas, psicólogas, especialistas en violencia de género y en derechos humanos que han pedido al Congreso y al Presidente que pare este sinsentido legal. Con un Código como el que promueven los diputados, viajaríamos en el tiempo a la época más gris del siglo XIX.
Nada hace entrar en razón a los congresistas que parecen esforzarse por quedar ante sus comunidades y ante la historia como antiderechos.
La conclusión lógica de la sinrazón en la Cámara de Diputados es que pesa más el beneficio partidario momentáneo, es decir, quedar bien ante sectores poderosos del conservadurismo, que mejorar la vida de la mayoría. Entonces, se ha votado por traidores.
La otra opción sería pensar que son incompetentes, insensibles y desinformados porque… ¿En serio? ¿Vamos a discutir por qué golpear a los niños está mal? ¿En pleno 2024?
*Canoa Púrpura, es la columna del proyecto periodístico de Colectiva Púrpura y de su podcast Libertarias, que se transmite por La República Radio.