Ahora que Donald Trump ya es presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.) y ha firmado una orden ejecutiva, que sin pasar por la modificación de la Constitución, que en su 14.ª enmienda establece el principio de "ciudadanía por derecho de nacimiento", y con la que pretende negar la ciudadanía a hijos de inmigrantes indocumentados o ponerle fin a los derechos de ciudadanía por el lugar de nacimiento, cabe hacer un ejercicio del valor que tiene la emigración para un país como el nuestro.
Se estima que casi hay tres millones de dominicanos en la diáspora, lo que equivale a alrededor de un 24% de nuestra población. A pesar de que en el ranquin tenemos un porcentaje de emigrantes medio, el número de emigrantes dominicanos ha venido aumentando en los últimos años en más de un 8%. Los principales países de destino de la emigración dominicana son los Estados Unidos de América (84%, aproximadamente) y España (6%) e Italia (3%).
Durante la pandemia vimos crecer el flujo de remesas de los dominicanos de la diáspora, llegando en agosto de 2021 a los siete mil millones de dólares, según cifras del Banco Central. Solo en agosto de ese año las remesas recibidas fueron de US$872.0 millones, sobrepasando en US$102.2 millones a las registradas en agosto de 2020, que si se comparan con las de agosto de 2019 hubo un crecimiento de un 38.8%, unos US$243.6 millones más.
Año tras año han crecido sostenidamente las remesas de los dominicanos residente en el exterior. Según el Banco Central de la República Dominicana (BCRD), durante el 2024, las remesas recibidas alcanzaron la cifra US$10,756.0 millones, lo que representa un aumento de US$598.8 millones (5.9 %) en comparación con el 2023, reflejando un resultado alineado con las proyecciones de la institución. En particular, en el mes de diciembre se recibieron US$1,003.5 millones por este concepto, lo que significa un incremento interanual de 6.2 %.
Conforme lo indica el propio Banco Central, es fundamental destacar la importancia de estos recursos enviados por la diáspora dominicana en el exterior, pues generan un efecto multiplicador en el consumo, la inversión y el financiamiento de los sectores más vulnerables del país.
El BCRD explica que el desempeño económico de los Estados Unidos fue un factor determinante en el comportamiento de las remesas, ya que el 80.3 % de los flujos formales de diciembre, equivalentes a US$710.5 millones, provinieron de ese país.
El BCRD también destaca la recepción de remesas a través de canales formales desde otros países en diciembre. En ese sentido, España aportó US$55.9 millones, lo que representa el 6.3 % del total, siendo este país el segundo con mayor cantidad de residentes de la diáspora dominicana en el exterior. Por su parte, Italia y Haití contribuyeron con el 1.7 % y el 1.0 % de los flujos recibidos, respectivamente. Además, se identifican otros países como Suiza, Canadá y Panamá entre las fuentes de remesas.
Es innegable, pues, el impacto positivo de las remesas en la economía, la educación y la salud y, de manera general, en las actividades productivas de los más diversos sectores productivos y con ello en el desarrollo del país.
Está claro el circulo virtuoso que plantea el éxodo cada vez más creciente de dominicanos al extranjero. Pero no es igual de positiva la desigualidad y la discriminación en la que viven muchos dominicanos y, de manera muy particular, las mujeres allende los mares Atlántico y del Caribe. A ello se une la pérdida de identidad de muchos que prefieren el silencio o la confusión con una cultura alejada de la suya.
Si los dominicanos en el exterior siguen contribuyendo tanto con nuestra economía y con quienes aquí se quedan, la política exterior y cultural, sobre todo identitaria, debe seguir siendo fortalecida, con la apuesta de mayores y mejores recursos, humanos y económicos, para que ser dominicano sea un símbolo de orgullo donde quiera que se encuentre uno de los nuestros y para que los que prefieran mantenerse aquí sean más cada vez más.
Con ello revitalizamos lo que somos y generamos la cohesión necesaria para continuar con nuestro ritmo de crecimiento y acercarnos cada vez más a nuestras metas de desarrollo humano.