La República Dominicana tiene un compromiso histórico el 18 de febrero de 2024. Es la celebración de elecciones municipales, que -aunque no despiertan la atención ni el entusiasmo que provocan las elecciones presidenciales- involucran a cientos de personas y a instituciones. Por esta razón, las actividades se multiplican; el ambiente se carga de eslóganes, de palabras y de promesas. Los fines de semana se convierten en escenarios para el fortalecimiento de la fidelidad de los prosélitos. Se busca mantenerlos encantados políticamente. De su parte, los ciudadanos se sienten felices al corear, exhibir y llevar sobre el cuerpo la imagen y el símbolo del líder y del partido al que pertenecen.
El sistema democrático dominicano requiere solidez y estabilidad. Las décadas de su proceso de construcción son muchas; pero, factores de índoles diversas lo vuelven vulnerable; y, por ello, presenta déficit de calidad. A pesar de esta situación, en su trayecto histórico evidencia pasos que no lo dejan morir y lo mantienen con hálitos de vida. El Estado dominicano y la ciudadanía en general son los responsables de garantizar un sistema democrático fuerte y sostenible. En este contexto, las elecciones municipales pueden contribuir, de forma significativa, para que el país avance en leyes, procesos y procedimientos democráticos.
Los períodos eleccionarios, en cualquier circunstancia, constituyen una oportunidad para el reforzamiento del sistema democrático de esta nación. Es un tiempo que puede educar a los ciudadanos para que valoren y demanden información transparente y veraz; para que aprendan a participar con sentido; y para que identifiquen por qué, para qué y cómo participan en las elecciones. De igual modo, puede ofrecer la ocasión de pensar qué los mueve a votar y a identificarse con determinados candidatos. Las elecciones municipales deberían movilizar el pensamiento y la voluntad de los ciudadanos para que auditen el poder municipal y su impacto en el sistema democrático.
Esta oportunidad se eleva, si los ciudadanos y las instituciones aprovechan la oportunidad para aproximar el comportamiento ético y las decisiones que toman en la cotidianidad. Separar las elecciones municipales de la corrupción constituye una oportunidad excepcional. La práctica corrupta se inicia con detalles en la vida diaria. Estos detalles corruptos se acumulan y se elevan de tal forma que se convierten en una cultura. A partir de esta realidad, el pensamiento, las prácticas y las relaciones normalizan los actos corruptos. Se espera que suceda lo contrario, si las elecciones municipales se asumen como experiencia para más y mejor democracia.
La Junta Central Electoral y los representantes de los partidos políticos han realizado esfuerzos para diseñar, de forma conjunta, modos de dialogar y de proceder que contribuyen al fortalecimiento del sistema democrático. Saber dirimir los problemas políticos, deponer intereses particulares e intentar mirar en una misma dirección permite que se avance hacia las elecciones de febrero en un ambiente menos tenso y preocupante. La democracia es un sistema complejo. Requiere una educación que en estos momentos no se ofrece en la República Dominicana. Por esto es necesario activar la formación del pensamiento de los estudiantes, de los docentes y de los gestores de la educación dominicana. La prioridad, enseñar a pensar, enseñar a optar con autonomía y lucidez.
Tomar en serio las elecciones municipales como oportunidad para la democracia dominicana implica la superación de la elevada abstención que la caracteriza. Pero, avanzar en esta dirección requiere educación sociopolítica y un liderazgo municipal que evidencie hechos y gestos comprometidos con el desarrollo del país, con la mejora de las condiciones de vida de las comunidades que representan. Este poder ha de repensarse, para que despeje las dudas y la poca simpatía que genera en la sociedad. Su desgaste contrasta con la importancia que debe tener y con la necesidad que tiene la sociedad de que el poder municipal se responsabilice de su propio desarrollo y autorespeto.
Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina. El tiempo actual de campaña no significa una ayuda, constituye un período frustrante por el desconocimiento de propuestas fundamentadas y creíbles. A pesar de este panorama, las elecciones municipales constituyen una oportunidad para el robustecimiento de la democracia y de la participación ciudadana. Participar en el proceso eleccionario fortalece la educación de los ciudadanos y la institucionalidad en el país. Se recomienda la puesta en acción del pensamiento crítico y un deseo profundo de hacer avanzar el país. Se invita, además, a distanciar las elecciones municipales de la irreflexividad y el descompromiso.