Algunos amigos creen que cuando se habla de la importancia de ser flexible, en cualquier faceta de la vida, lo que se quiere decir es que seamos oportunistas o bandidos.
Erran los que piensan así. Ser flexible no es ser oportunista ni bandido. Es no ser cuadrado o encerrado.
Ser flexible permite explorar diferentes posibilidades y no encerrarse en una sola y querer aplicarla a capa y espada.
Ser flexible ayuda a una mejor convivencia y a conseguir metas. Ser flexible es saber adaptarse a a cada realidad, aclarando, sin dejar de ser uno mismo.
¿Es posible adaptarse a la realidad sin dejar de ser uno mismo? Sí, es posible.
Dos ejemplos: Joseph Stalin, nada menos que el sanguinario Stalin, en un ejercicio impresionante de flexibilidad, pactó con Adolfo Hitler en 1939, pero Stalin no se convirtió en nazi, no dejó de ser él mismo, no dejó de creer en lo que creía. Al contrario, pactó precisamente para mantener vivo el sistema en el que creía.
Juan Pablo Duarte fue el artífice de una alianza política con los reformistas haitianos que luchaban contra Boyer. Pero Duarte nunca dejó de pensar y luchar por la separación de Haití y la independencia nacional.
La vida está llena de ejemplos como estos.
La ciencia ha demostrado que la especie que sobrevive es aquella que mejor se adapta. Es decir, la más flexible.Y eso se aplica a todo. A las ciencias sociales, a la política, a la vida personal, al progreso económico, al crecimiento emocional, a todo.
Lo contrario de ser flexible es ser, como decimos popularmente, cuadrado, intransigente.
Y eso es un gran obstáculo para cualquier persona, no importa las buenas condiciones que tenga.
Muchas personas, con sobrados talentos, no avanzan precisamente por ser rígidos, al entender que ser flexible es una renuncia a sus principios, es una manera de ser débil, de ceder terreno, de ser tolerante con todo y todos. Y no se trata de eso.
A todos nos ha tocado lidiar con personas inflexibles, que solo ven sus verdades, que no ponen sobre la mesa la verdad de los demás, cuando la realidad es que hay diferentes ideas y matices.
Ser flexible implica aprender a escuchar y a observar con atención todo lo que ocurre a nuestro alrededor, para tomar lo mejor de cada circunstancia y hacer a un lado todo aquello que objetivamente no es conveniente.
En definitiva, ser flexible mejora la disposición natural de los seres humanos de andarse peleando por cualquier cosa y con todo el mundo.
Una persona flexible amplia su base social, política, personal, concretiza alianzas y construye su éxito.
El éxito, y más en política, nunca está al doblar de la esquina y ni es fácil. Siendo la política la ciencia del poder, y un mecanismo de ascenso social y económico de millares, la competencia es despiadada. En ella se combina el interés colectivo con el interés personal, y eso la convierte en una actividad lo más parecido a una guerra, donde se usan, aunque se pregona lo contrario, todas las armas. El éxito se construye paso a paso, con inteligencia, y sobre todo, flexibilidad.
En una ocasión un periodista le preguntó a William Bill Clinton: ¿Qué atributos comparten los líderes? Y el ex mandatario norteamericano contestó: "los une la perseverancia de un objetivo, la flexibilidad para determinar la mejor manera de lograrlo". Sí señor, la flexibilidad es la clave.
En la actualidad los líderes mundiales más flexibles son los chinos. A diferencia de la época en que predominó la rigidez del marxismo maoísmo, los líderes de la China de hoy parecen verdaderos artistas moviéndose con elegancia y flexibilidad en el ajedrez del tablero mundial ¿Será por eso que esa gran nación viene dando gigantescos pasos en el desarrollo económico y tecnológico y se proyecta convertirse en la primera economía del mundo?