Históricamente tratar el tema del mal en la sociedad es mirar con arrojamiento a un entramado de proyecciones, que parten de la luminaria de los filósofos/as, quienes no han podido romper las fronteras que permitan localizar ese orden demoledor que genera al perturbador (Puer robustus). Este actúa  bajo la corte de una estirpe de esbirros clamando por las armas. Se alistan en nuevas cruzadas con fogoso crepitar y con el pecho abierto a recibir el disparo, empujar el misil y maldecir al otro. Son aquellos que se anclan en el mal.

Hoy quiero reflexionar sobre ese agente de los avernos. Un ser particular que tiene el talento de conseguir poder para seducir, mentir, humillar y castigar. Su  correlato primario, el miedo bajo  la intimidación, y la de enmascarar el mal, bajo la supuesta autodefensa.

El problema del mal está estructurado en una anatomía del miedo. Insigne poder que los humanos han podido gestar en los escenarios prístinos, cuya raíz, se remonta a bosques y estepas, los cuales posiblemente empujó o se conformó en un espacio de carencia para el desarrollo evolutivo de la humanidad. En occidente, puedo hurgar en el antiguo  poema, del Gilgamesh (tablas de los caldeos que datan de 2,000 A. C).

Este relato influyó y estructuró la narrativa que se cuenta en el génesis, sobre el “Gran Diluvio Bíblico” y la historia de un héroe  atrapado en el miedo. Cuenta la historia que un día, el protagonista se despertó de un sobresalto con el corazón de la pluma. Sobrecogido y bajo el temblor de su cuerpo se preguntó, si lo que vio frente a él, fue un sueño, o Dios pasó cerca de él. Debido a tal impresión, el héroe quedo perturbado. Este es quizás, el primer tratado sobre el pánico, un terror encubierto de un deseo profundo, por entender, el sinsentido de la vida, los fracasos y lo caótico de su propia existencia. Y es a partir de esta experiencia que para dicho héroe se desarrolla una cadena de acontecimientos confusos que emanan en él un gran miedo.

Si miramos hoy a la sociedad dominicana, vemos cada día un pandemonio de informaciones que estimulan al miedo y al delirio paranoico. Y esto se ha estructurado en un modelo histórico que se sostiene en el odio. Es una matriz colonial de carácter  racista, agarrada ferozmente en las desigualdades de clases, homofóbica y androcéntrica, entre otros tantos etcéteras.

Es la negación de la cultura como ley, en la que el sujeto lucha para atravesar las normas y la ética sin cumplirla.

Una componenda  colonial, que le pasó por encima al proyecto republicano y seduce todavía hoy al colectivo.  Un mareo continúo, es un pánico que se sostiene en una base ideológica del cubrimiento de aquellos que mantienen y sostienen el poder político y económico desde hace siglos, bajo la estructura del engaño y el miedo.

El psicoanálisis los nombra como perversos, aquellos que disfrutan con el mal que le hacen a otros. Se desviven día a día por dañar y celebrar, aunque sea de manera momentánea, con la supuesta destrucción del otro.  Para la psicología analítica esta está entretejida con el arquetipo de la sombra.

Esta malla conforma el lado oscuro de la humanidad. Los seguidores de Carl Gustav Jung, lo analizan como parte de los rasgos y actitudes que el “Yo”, no reconoce de forma consciente como propio, porque no acepta que se presente y se muestre frente al otro.

Es la extravagancia de la que hablaba Proust sobre el fugitivo, aquel o aquella sabuesa del cotilleo y los perfiles falsos de la web, los cuales usan la ficción obsesiva para construir una falsa arquitectura de formas y colores que sólo existe en el mareo delirante de sus obsesiones.

La hermenéutica psicoanalista habla de lo reprimido y de aquello que busca constantemente un goce, como un perturbador que no quiere acatar la ley. Es la negación de la cultura como ley, en la que el sujeto lucha para atravesar las normas y la ética sin cumplirla. Buscando un placer absoluto, sin lograrlo.

Es una cuestión moral. Se sostiene en un trastorno obsesivo compulsivo que insiste en la permanencia intrusiva, angustiante y desesperante por obtener la atención de los sentimientos del otro. Amparado en una ansiedad constante y frustrante que trata de liberarse de tales angustias, bajo la historia fantasmal, en una escalada de pesadumbre hasta destruirse así mismo. Es el cornudo histórico, representado en una hermosa cabra lechera que empuja al colectivo para que se pierda bajo la supuesta piedad del tánatos.

Es el drama del ritual que se repite una y otra vez sobre el objeto del deseo, sin lograr obtener absolutamente nada, sólo dolor y desparramarse en el sufrimiento de sí mismo. Un jardín plagado de gusanos, tormentas y llantos de desesperación que sólo muestra la esterilidad de los suelos por falta de creatividad.

Es el puer robustus asegurándose de montar ladrillos para suprimir la libertad. Un entorno de naturaleza muerta que atañe la temática del falso suicidio, la súplica, el horror y la descomposición del alma mortal con palabras que nadie recordará, por los siglos de los siglos. La ira en su sentir de competir, mientras negocia políticas para tener rehenes, bajo la fiebre del furor frío del garabato agujereado de la psique.

El mal es el nomos.  La nueva ley que implica el acto universal de programar la propaganda de la guerra, el freno de la emancipación, la obtusa reprimenda contra la clase trabajadora, la ilegalidad de los migrantes, las puertas cerradas de la frontera, la malicia corporativa de los que fabrican las armas de guerra. Aquellos que se alienan con el mercado neoliberal y la maliciosa dinámica política de los llamados conservadores, quienes prefieren la aventura política de la figura del fascismo. Es la figura del infierno de los otros con la que Sastre habla sobre los niveles de una patología social nihilista. El fraude absoluto de la ceguera por la carne que no podrán poseer jamás.

En fin, un sistema de interacciones en el que el talento creativo mira lo pre-patológico o lo patológico con los pies sobre la tierra para enfrentar con la vida al atolladero de ese viejo náufrago histórico del miedo. Yo apuesto por una metafísica humanitaria que se activa en la acción continúa por la libertad.