Primero, ¡qué palabras tan feas!: fideicomiso, fideicomitente, etc. En inglés es trust, una palabra cortita. Como en español hay tantos anglicismos, consideren su adopción (mis excusas a la Real Academia).
Segundo, el trust tiene su origen y desarrollo en la designación de bienes privados para ser administrados por terceros, por ejemplo, herencias, bienes privados de funcionarios públicos, etc. Sin embargo, en algunos países de América Latina se ha ampliado su uso para la administración de bienes públicos en distintas modalidades.
Tercero, la inmensa mayoría de los dominicanos no sabe que es un fideicomiso y mucho menos entiende los distintos tipos de fideicomisos; tampoco conoce las características del propuesto fideicomiso de la Central Termoeléctrica Punta Catalina. El reperpero se armó en las redes sociales porque hay grupos de poder económico enfrentados por diversas razones, entre ellas, quien se alza con Punta Catalina. Pasarlo como gato entre macuto por el Congreso no funcionó.
Cuarto, ha sorprendido que la mayoría de los diputados, incluidos de oposición, votaran a favor del fideicomiso de Punta Catalina, y que algunos hayan dicho no haber leído el proyecto de ley. Evidencia que son títeres de quien los manda o amos de sus propios intereses.
Quinto, el neoliberalismo propagó la idea de que el Estado es mal administrador de los bienes públicos y llevamos varias décadas presenciando distintas formas de privatización. La más conocida es la venta total o parcial de empresas públicas al sector privado (llamada también capitalización), pero en tiempos recientes se ha ido popularizando el fideicomiso y las alianzas público-privadas de inversión donde el Estado pone todo o una parte y asegura que el sector privado gane sin mayores sobresaltos (¿recuerdan el peaje sombra?).
Sexto, voceros del Gobierno han dicho que Punta Catalina no se venderá. La razón es que venderla ahora desataría los demonios entre grupos empresariales dominicanos que quisieran comprarla y la competencia de posibles inversionistas internacionales. El fideicomiso es una fórmula para no vender ahora y entregar a un grupito empresarial (llamado comité técnico) todas las decisiones de la empresa, incluido endeudarla.
Séptimo, en el proyecto de ley, ese comité técnico lo conforman cinco personas nombradas directamente por el presidente Luis Abinader, por lo que, surgió la pregunta en el debate: ¿debe entregarse Punta Catalina en fideicomiso para que cinco personas manejen a discreción la mayor empresa del Estado en un área vital como la electricidad? Sea usted el jurado.
Octavo, la visión anti-Estado que ha proliferado en el capitalismo contemporáneo, junto con la degradación de los políticos, ya sea por corrupción o por el desencanto que tarde o temprano generan todos los gobiernos, ha abierto un inmenso espacio al empresariado para asaltar el Estado como eficientes corderitos. Los empresarios tienden a ser buenos administradores de sus propios bienes, pero no hay evidencia contundente de que lo son de bienes públicos.
Aquí termino. Ante la corriente de opinión adversa, el presidente Abinader retiró el fideicomiso del Congreso y lo pasó al salón de discusión llamado Consejo Económico y Social (CES).