Es río caudaloso y tierno.

Sosiega el alma,

higieniza mi cuerpo,

libera la voz de mi espíritu,

suscita amor de Dios

y embeleso todo el tiempo.

El silencio es fuerza callada

que remueve sueños,

sintetiza recuerdos,

enlaza hechos,

evoca proyectos,

enmudece los sentidos,

descansa el pensamiento,

nos hace más divertidos.

Es quietud divina,

prodigio del Espíritu,

efluvios del corazón,

remanso sagrado,

emoción de la razón.

Señor, perdona

mis ruidos contra el silencio,

mi obstinación ante sus verdades,

mi debilidad ante sus propuestas,

el miedo a sus interrogantes,

mi incredulidad ante sus respuestas.

Concédeme la gracia

de participar de tu silencio.