Mientras Leonel Fernández y Danilo Medina fueron presidentes de la República y candidatos por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), nunca le dieron el sí a los debates electorales, como acaba de hacerlo el presidente y candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader, a solicitud de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE).
Cuando la ANJE inició la promoción de los debates, en el año 1998, el país estaba gobernado por el entonces joven presidente, Leonel Fernández, quien dos años antes, en las elecciones de 1996, pidió la oportunidad de debatir con el líder y candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña Gómez, quien era entonces el favorito para ganar las elecciones.
Sin embargo, siendo presidente, en las elecciones del 2008, Fernández se negó a participar en el cara a cara electoral, bajo el discriminatorio argumento de que sería inútil debido a que los demás candidatos no sabían conceptualizar los temas.
Tomando en cuenta la no obligatoriedad de los debates y la elevadísima intención de votos de un 64% a favor de Luis Abinader, reflejada en la última encuesta Gallup, pocos creían que aceptaría ir a un cara a cara.
No obstante, con un notable sentido de la historia, sesenta y cuatro años después del primer debate presidencial televisado, entre John F. Kennedy y Richard Nixon, celebrado en el año 1960 en Chicago, Luis Abinader tomó la histórica decisión de dar el primer gran paso hacia la construcción de la cultura del debate electoral.
Los debates contribuyen con la formación de electores informados. A decir de Manuel Campo Vidal, en La cara oculta de los debates electorales, “aparecen como una de las pocas ventanas de información abiertas a todos. Unas ventanas imprescindibles para que unos y otros escuchen a su candidato con fervor, pero también para que durante un par de horas puedan conocer argumentos y desmentidos del contrario”.
En ese sentido, el referido autor sostiene que los debates electorales refuerzan su importancia porque “no solo permiten conocer propuestas y probar la resistencia de los candidatos en situaciones de máxima tensión, sino que son un espacio en el que la búsqueda del impacto en la audiencia se impone como recurso para atraer a indecisos. Y se hace desde el convencimiento de que lo que suceda en el debate puede resolver polémicas arrastradas hasta aquel momento y orientar la campaña en los días siguientes”.
Asimismo, el debate puede llegar a influir en la votación, salvo catástrofe, así como también en la participación electoral y en el liderazgo. Conforme a lo expresado por Campos Vidal, está comprobado que siempre hay más participación electoral cuando se han celebrado debates cara a cara, y no solo entre los votantes de los partidos que participan.
¿Quién ganará el debate? Muchos creen que el mejor orador es el ganador natural de un debate electoral. No siempre es así. Un buen orador puede ser excelente, por ejemplo, para un mitin o una conferencia, pero pésimo para un debate. El manejo directo y el conocimiento de temas obligados del debate, como la economía y la crisis haitiana, le dan la ventaja a Luis.
Mientras tanto, con su histórica decisión de hacer realidad el debate presidencial, ya Luis ganó el primer debate electoral.