A principios de los años 2000 trabajaba como productora en un programa de televisión matutino y coordinaba las entrevistas que diariamente se daban allí de 7 a 9 de la mañana. Aquella labor me dio la oportunidad de aprender muchísimo, me abrió puertas, hice buenas amistades y conocí gente muy interesante, muchas de las cuales tengo la certeza que, de otra manera, era muy poco probable que los conociera.
Entre esa gente, me tocó en una ocasión coordinar una entrevista con el doctor Cruz Jiminián. Una figura presente en la vida de todos los dominicanos, aún no haya pasado uno por su consulta, pero destacado por su labor altruista de toda la vida. Además, yo que trabajaba en esos momentos como presentadora de noticias, su rostro ya me era familiar porque sus acciones y sus demandas en procura de los más necesitados siempre han sido noticias.
Cité al doctor Cruz Jiminián para las 7:15 de la mañana para una entrevista en la que procurábamos hablar sobre su labor como médico y su lado humano, más allá de su trabajo. En efecto, el doctor llegó a la hora acordada, pero como con 12 o 14 personas más. Imaginen mi impresión y la de los técnicos que coordinaban los arreglos en un escenario preparado para tres periodistas y un invitado, cuando de repente el quorum se triplicó.
El doctor, con su manera peculiar de hablar como quien siempre tiene prisa, me informó que había decidido ceder su aparición en televisión a este grupo de personas que tenían una demanda social y que necesitaban ser escuchados. Aquella acción, fuera de los ajustes técnicos que se hicieron sobre la marcha en ese momento, me conmovió y me pareció tan desprendido y movido por el amor que todavía hoy, más de 20 años después, lo recuerdo con cariño. Eso es el doctor Cruz Jiminián, a quien dicho sea de paso no lo conozco más que por sus acciones, pero me bastan para saber que su labor es movida por el amor.
Ahora parece, por lo que veo en redes sociales y medios, que el relevo del doctor ha llegado y que su legado en vida ha rendido frutos con su propio hijo, Luis. Médico como él, muy joven, comprometido, sin hambre de luces ni protagonismo y, por lo visto, con la misma calidad humana que adorna al doctor Cruz Jiminián.
El doctor Luis Cruz, igual que su papá, lleva a cabo una labor social valiosísima a través de su fundación, y por demás, necesaria para los dominicanos. Para mí, esa gente que hace, que se mueve, que gestiona, que no se sienta a esperar que resuelvan, vale la pena ser reconocida. Además, tratándose de un muchacho tan joven, bien manejado y con presencia en redes sociales, es muy probable que logre que sus acciones se repliquen y la gente joven como él, que muchas veces quiere hacer algo y no sabe por dónde empezar, se motive y se sume.
Me alivia saber que la obra de amor que el doctor mantiene y que no se ha quedado en Cristo Rey, tendrá continuidad. Que la labor del doctor ha encontrado un relevo en su hijo y que los que menos tienen podrán seguir contando con un ángel defensor. Me alegra tener la certeza, y con este relevo lo confirmo, que uno debe empeñarse en ser un buen ejemplo para sus hijos, porque ellos más que nuestros pasos, emularán nuestras acciones.
Salud para el doctor Cruz Jiminián para tener el privilegio de contar con él por muchos años más y ánimo al doctor Luis Cruz, para que siga haciendo su gran obra de bien en aquellos que más necesitan de su bondad. El mundo necesita más gente como ustedes.