Después de la muerte de Joaquín Balaguer en el año 2002, el PRSC aceleró su proceso de debilitamiento y en cada coyuntura electoral se dividió. De aquellos tiempos a acá, el PRSC, o segmentos reformistas, fueron en alianza con el PLD, el PRD, el PRM y hasta con la nueva Fuerza del Pueblo (FP). Todas esas alianzas acompañaron su proceso de fragmentación, que se tradujo en cada vez menos votos.
Sin duda, los dirigentes reformistas han sido hábiles pactando posiciones electivas y nombramientos con los partidos grandes, pero nunca pudieron reconstruir el partido de Balaguer, ni posicionarlo para ganar elecciones. Los últimos dos candidatos presidenciales propios, Eduardo Estrella y Amable Aristy Castro, formaron sus propios partidos.
En el 2020, el otrora poderoso PRSC solo obtuvo 1.80% de los votos a nivel presidencial, y no alcanzó en ninguna instancia electiva, el 5% requerido para mantener la categoría de partido mayoritario.
A partir del “Frente Patriótico” de 1996, y, sobre todo, después de la muerte de Balaguer, la base electoral reformista pasó al PLD.
La división del PRD en el 2013 produjo un nuevo partido, el PRM, hacia donde emigró la mayoría del liderazgo y la militancia perredeísta. En las elecciones de 2016, el PRM con aliados obtuvo 35% de los votos, mientras el PRD, aliado al PLD, solo obtuvo 5.8% a nivel presidencial.
En el 2020, el PRM aumentó su caudal de votos, ganando las elecciones con 52.5%. El PRD, nuevamente aliado al PLD, disminuyó su votación a 2.4% a nivel presidencial. Logró mantener su estatus de partido mayoritario para fines de financiamiento público porque en las diputaciones alcanzó 5.5%.
Los datos arriba confirman que la división del PRD llevó al reemplazo electoral del PRD por el PRM.
Era de esperarse pues, que, desde el poder, el PRM se convirtiera en un imán para dirigentes perredeístas que habían permanecido en el PRD al momento de la división. Así ha sucedido.
Algunos dirigentes del PRD pasaron al PRM durante la campaña de 2020, mientras distintos funcionarios electos pasaron después de ganar. La semana pasada, otro grupo de dirigentes anunció su renuncia del PRD por un supuesto desacuerdo con el presidente del partido, Miguel Vargas, en la alianza que anunció con el PLD-FP.
Lo más probable es que los desmembramientos del PRD no terminen ahí, aunque la anunciada alianza PLD-FP-PRD sirva para frenar la salida de los que reciban nominaciones en sus circunscripciones.
Como sucedió con el PRSC, a los partidos en procesos de declive electoral se les dificulta articular alianzas unitarias porque las facciones y los dirigentes negocian en función de sus ventajas particulares, y los partidos mayoritarios se disputan los fragmentos de esos partidos en descomposición.
Al PRD le espera un proceso electoral 2024 difícil: no sabe quiénes más se marcharán, y hay una alta probabilidad de que no obtenga el 5% de los votos en ninguna instancia electiva. Eso significaría perder el estatus de partido mayoritario y el acceso al gran financiamiento público de partidos, como le sucedió al PRSC en el 2020.