Jerome Powell
En unos años marcados por la volatilidad y la inseguridad, la figura de Jerome Powell ha emergido como un pilar fundamental en la estabilidad económica de los Estados Unidos y del mundo. Desde que asumió el cargo de presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, en febrero de 2018, Powell ha enfrentado retos sin precedentes, tales como: una pandemia mundial, que ha sacudido las bases de la economía, ha puesto a todos los estados del mundo en jaque, y se convirtió en la gran catástrofe sanitaria de los últimos 100 años. Bajo el liderazgo de Powell, la Reserva Federal ha implementado políticas monetarias frontales y medidas de estímulo, que han sido decisivas para aplacar los impactos económicos de la crisis del COVID-19.
Jerome Powell ha sido un destacado economista e inversionista que ha realizado una hazaña con la economía estadounidense. Quien fuese ratificado por el expresidente Donald Trump en 2018 como cabeza del “Fed” (abreviatura que se usa en inglés para referirse a la reserva federal), hoy es reconocido y alabado por el papel crucial que desempeñó con la economía estadounidense durante la pandemia, a través de políticas monetarias.
Es importante recordar que las políticas monetarias son aquellas políticas que llevan a cabo los bancos centrales de cada país. En el caso de los Estados Unidos, su Banco Central es la conocida Reserva Federal, y es un organismo descentralizado del Gobierno Ejecutivo Federal. Los bancos centrales, como organismos descentralizados, no deben de tener influencia político-partidista. Jerome Powell, aunque registrado en el partido republicano, siempre se ha mantenido neutral, ante favoritismos partidarios e inclusive fue nominado para el cargo, que hoy ostenta, por el ex presidente demócrata, Barack Obama. Esta neutralidad política le ha favorecido para poder emitir opiniones objetivas y que estas no sean atacadas, ni por una “oposición”, ni sean apropiadas por un “oficialismo”, y sean dirigidas e intencionadas para el mejor beneficio del pueblo americano. Entre las políticas monetarias que se han impulsado en su dirección de este organismo, sin dudas la más importante, y de mayor eficacia, ha sido mantener las tasas de interés cercano al 0% durante la pandemia. Con el objetivo de impulsar el gasto y la inversión, el Fed mantuvo las tasas de interés muy bajas. Según la teoría de las políticas monetarias, cuando las tasas de interés se mantienen bajas, hay menos incentivo para los que poseen grandes cantidades de dinero en ahorrar. Por consiguiente, individuos y empresas mueven su dinero, mediante inversiones estratégicas, capaces de sobrepasar los niveles de inflación estimados y así, dinamizar y sacarles rendimiento a sus riquezas. Precisamente, en tiempos de recesión o crisis económicas, cuando la economía se estanca y tiende a experimentar riesgos inflacionarios y desaceleración de la economía, los defensores de las políticas monetarias infieren que, incentivando la inversión, se puede alejar la economía de una estanflación y, sustentándose con argumentos válidos, tales como que la inflación no en todos los casos es un mal síntoma. Esto se evidenció durante la pandemia, cuando la Reserva Federal y el Banco Central Europeo actuaron rápidamente para inyectar liquidez y estabilizar los mercados financieros. Las políticas monetarias también juegan un papel esencial en la confianza de los inversores y en la estabilidad de los mercados financieros.
El fed también implementó un programa de compra de activos, a gran escala, conocido como "flexibilización cuantitativa" (QE), para inyectar liquidez en el mercado financiero. Es decir, estas operaciones son aquellas en las cuales el Gobierno Central hace adquisiciones para inyectar dinero en la economía. Esto ayudó a estabilizar los mercados financieros y a bajar las tasas de interés a largo plazo, facilitando el acceso a financiamiento, tanto para empresas como para consumidores. Otra de las grandes jugadas económicas que llevó a cabo el fed durante la pandemia fueron los préstamos de emergencia a empresas. Estos préstamos proporcionaron liquidez inmediata y una solución factible, debido a las bajas tasas de interés, para evitar una crisis de crédito, y ayudar a esas empresas y bancos que se les presentaban dificultades para pagar sus créditos, debido a la baja o paro definitivo de sus operaciones por la crisis sanitaria.
Por las comparecencias televisadas de Powell, la incertidumbre durante esos tiempos de pandemia y post-pandemia, se encontraban en su punto más crítico. La especulación de los mercados financieros estaba en puntos altos y las news days marcaban una estrategia o protocolo para algunos inversionistas especuladores de cómo hacer sus transacciones y/o labores. Esto debido a que cada vez que el fed anunciaba algo, el mercado reaccionaba en consecuencia, de manera drástica y hasta exagerada en otras ocasiones.
Aunque ha tenido un obstáculo, esta ha sido y es la inflación, que ha estado descontrolada en la mayor potencia del mundo. No obstante, no es necesario tenerle miedo a la inflación, si viene acompañada de un aumento en el poder adquisitivo de los consumidores. Aunque este no es necesariamente el caso actual de los Estados Unidos, que enfrenta una gran crisis inmobiliaria por el alto coste de las viviendas. Es importante también entender que la economía funciona en ciclos. Hay momentos de mayor bonanza que otros y debemos estar pendientes de esto. No todos los momentos serán idílicos para tomar préstamos, hipotecas, invertir en la bolsa de valores, etc. Tener el conocimiento de esto y de estas fluctuaciones, aunque no son predecibles plenamente, nos ayuda a realizar decisiones más informadas y calcular bien nuestras finanzas, que, aun con limitaciones, podemos llevar de la mejor manera posible, siempre en búsqueda de mejorar nuestro bienestar.
En los próximos años, quizá veamos como estos resultados que obtuvo la Reserva Federal bajo la administración de Powell influyan en que el gasto público y la recaudación de impuestos, no ostente un papel tan protagónico para inducir cambios a las variables macroeconómicas. Al final, en países como el nuestro, en muchas ocasiones, este gasto público en infraestructura y programas sociales, es desviado de su destino y objetivo principal, por causas múltiples, tales como: la excesiva burocracia, el clientelismo, la corrupción y, a veces, sencillamente, la ineficacia del mismo. Por ejemplo, programas sociales, como pueden ser: otorgarles mil o dos mil pírricos pesos a familias necesitadas significan saciarles el hambre por una semana. Empero, endeudar por años, a altas tasas de interés, al Estado, al final se traduce en más impuestos a ese pobre que se le sació el hambre por solo una semana, para que esos impuestos le duren toda una vida. Deberíamos ir apartándonos de este tipo de políticas que ya están dando signos de resultados desconfortantes. En Estados Unidos, por ejemplo, muchas de estas políticas sociales (populistas) han endeudado a su Gobierno y han provocado una inflación no deseada. En muchos casos, como los paquetes de estímulo y el perdón de deuda estudiantil, que han sido descontinuados por su carácter deudor. Aunque también hay que reconocer que fueron introducidos en épocas donde se necesitaba incentivar la economía para darles más facilidades y rejuego a los ciudadanos con limitaciones económicas. Y no debemos olvidar de la carga moral que estas poseen y la responsabilidad social del Estado en ayudar a los de abajo. Sin embargo, son políticas propias de un Estado Benefactor, que, por su naturaleza, deben ser Estados con gran capacidad sobre sus contribuyentes, además de poseer economías bien saneadas (para nada el caso de la nuestra).
En tiempos de incertidumbre y desesperación generalizadas, un gran artilugio que poseen los gobiernos, es manejar sus tasas de interés a consecuencia. Ha sido demostrado que mientras menos dinero hay en circulación, menos se desarrollan las actividades productivas. Por ende, bajar las tasas de interés, ocasionaría un aumento en la demanda agregada. Como si de música para los oídos de los defensores del laissez-faire se tratara, dejar actuar la economía por sí sola, con el único movimiento de ajustar las tasas de interés, es una manera eficaz de satisfacer los objetivos gubernamentales de crecimiento y desarrollo. Los divulgadores de la economía, con su principal sede en los Estados Unidos, así lo defienden.