Hay cuatro maneras
de aceptar una oferta:
Primero. El dios del tiempo
blandiendo guadañas de razones
te corta el paso en la demora,
toda belleza inspira la muerte,
no dejes que caduque.
Segundo. Dame la mejilla
en lugar de tu boca
sabré lo que quieres decir
el rechazo acaba con nuestro propósito,
a menos que, ofreciendo tus brazos,
me acojas, me envuelvas,
para contrarrestar en gran medida
con besos que incluyan los brazos,
el pecho, el olor de ti.
Tercero. Pura revocación.
Esto debe quedar claro, querido,
en cualquier momento antes de
que hayas venido, un pie
en la puerta, por correo conocerás
mi mensaje, sabrás mi intención.
Cuarto. No te subas a ese
avión rumbo al este para encontrarme
en el funeral de mi abuela.
No confíes en mí, la oferta
muere con el oferente.