Tan importante es el “plátano power” para nosotros que no es de extrañar que hagamos tantas cosas con él. Los mexicanos dicen que son hijos del maíz, nosotros nos sentimos más orgullosos de ser hijos predilectos de quien nos da desayuno, nos provee de tostones que hacen la función del pan al mediodía y no se va a la cama sin asegurarse de que hemos cenado y estamos satisfechos.
Según un informe de la FAO, en el mundo se cultivan más de 9 millones de hectáreas de plátano, cifra que no se puede saber con exactitud ya que, también dice, “una gran parte de la producción y consumo del banano se da en pequeñas parcelas y para un consumo local o el autoconsumo”.
Una vez leí en un libro de cocina del caribe colombiano que el plátano que se había establecido en Santo Domingo desde los inicios de las colonizaciones se adaptó con tanta facilidad que de aquí saltó al continente y por eso existe una variedad que se le conoce como plátano dominico (por cierto, es una variedad de guineo pequeño y cargado de sabor).
Entre los países en los que el plátano supone un rubro de gran importancia como cultivo se encuentran, en orden de importancia: Uganda, Ruanda, Gabón y Camerún.
Pero cuando se habla de exportación, Latinoamérica es la zona que más plátanos manda al mundo, siendo Ecuador, Colombia y Costa Rica los 3 principales. En Asia el que más exporta es Filipinas y en África Camerún y Costa de Marfil. De la zona del Caribe el mayor proveedor es la República Dominicana, seguido por las islas Barlovento.
De todas las formas que el plátano tiene de alimentar a sus dominicanos, el mangú es el más aventajado. El más humilde de la casa, ese que hasta ayer nunca se pensaba en él cuando hablábamos de gastronomía dominicana y que, a base de majones y jarros de agua fría, se fue colando sabichosamente por toda la sociedad, como un niño travieso cuando hay visita, y hoy en día no hay un turista que no quiera irse de este paraíso sin probar el mangú.
Otro reporte de la FAO dice textualmente que “En términos de valor bruto de producción, el banano es el cuarto cultivo alimentario más importante del mundo, después del arroz, el trigo y el maíz”
Este inocente y fiel compañero de los huevos y del salami se está encargando de que las cadenas hoteleras empiecen, de una vez por todas, a introducir la oferta dominicana a sus bufets. Aun nos falta ganar el espacio de un restaurante temático dentro de cada complejo (esto no debiéramos dejárselo al plátano ni al sancocho, aquí debemos intervenir nosotros y nuestras legislaciones).
Hoy el mangú tiene su propio día nacional; un sello discográfico lleva su nombre y acaba de estampar su sabor en los récords Guinnes en Nueva York y el plátano power se ha convertido en una identidad deportiva, por mencionar sólo 3 de los logros que ha obtenido para nuestra cultura.
Y hablando del mangú, tampoco es de extrañar que sea el más madrugador ya que, así como el plátano es tan importante para los principales productores y consumidores del mundo, también lo es el puré que muchas sociedades elaboran con él. La forma en la que la tierra transforma la vida es tan hermosa e interesante que en el África subtropical elaboran algo similar a nuestro mangú mezclando su vieja banana con nuestra amada yuca o con yautía como si de un plan de integración organizado se tratara. A este puré, que ellos hacen en un pilón gigante, como hacemos nosotros el mofongo, pero con el plátano y la yuca hervidas igual que el mangú, ellos les llaman Fufú (fufuo, foofoo, foufou), también en Cuba y en Panamá lo llaman así. Fufú significa majado o molido. En Costa Rica le llaman angú y sólo en Rep. Dominicana lo llamamos mangú.
Somos un pueblo agradecido, bendecimos el plátano y su mano que nos da de comer, disfrutamos del mangú nuestro de cada día con mucha devoción y celebramos con gran devoción el día nacional del mangú, el segundo domingo de cada febrero.