Los resultados de las elecciones no fueron una sorpresa. Podría decir, sin temor a equivocarme, que fue la “Crónica de una muerte anunciada”. Con los resultados electorales oficialmente conocidos, toca a los partidos cuestionarse sobre la necesidad de una transición generacional para contar con liderazgos renovados.

No podemos seguir postergando las reformas estructurales imprescindibles para mantener la estabilidad política, social y económica, y emprender la senda del desarrollo a escala humana. Es imperativo reducir la brecha de la desigualdad, disminuir la pobreza, fomentar la acumulación de capital social en salud y educación, y fortalecer la institucionalidad combatiendo el clientelismo y el rentismo político. También es crucial abordar la seguridad pública, la arrabalización, el caos del transporte, y poner en marcha sin contemplaciones las reformas del sector eléctrico, entre otras.

Esta es una agenda enorme cuyos fundamentos y objetivos ya están establecidos en la ley que consagra la Estrategia Nacional de Desarrollo. No es un invento; lo que ha faltado es la voluntad política para ejecutarla.

El nuevo gobierno debe comenzar a actuar desde la transición con la Reforma Fiscal, sin esperar un consenso difícil de lograr. Tardar en tomar esta decisión sería catastrófico. Debe ser una reforma justa, no regresiva, que fomente la producción y la igualdad de oportunidades para todos.

Para lograr esto, es imprescindible hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que se produzca el relevo político. Sin ello, volveremos a lo mismo. Jóvenes y menos jóvenes de pensamiento progresista, de todos los partidos y fuera de ellos, tienen la capacidad y las condiciones de unirse alrededor de un Plan de Nación de esta naturaleza. Esta es su oportunidad, espero que no la desperdicien.

El compromiso de reforma constitucional del presidente sería una importante contribución en esa dirección, si es para blindar más nuestra carta magna contra el continuismo insaciable. Debemos presionar para que no se quede en simple promesa.