Cuando escucho a algunos dirigentes empresariales y sindicales referirse a la problemática salarial, siento que en ese aspecto no tienen un rumbo claro, sobre todo en un momento tan difícil como el que atraviesa el sector productivo a nivel mundial.

No escucho a ninguno de esos dirigentes hablar de dirigir sus esfuerzos al incremento del salario real ( la cantidad de bienes y servicios  que puede adquirir un asalariado con sus ingresos nominales).

La inflación que corroe los presupuestos  familiares, aunque en parte proviene de factores externos, se multiplica internamente por elementos  que se pueden enfrentar si existiera la voluntad política del gobierno, sindicalistas y empresarios de trabajar con ese propósito.  

No basta con intentar convencer que tenemos uno de los niveles de inflación más bajos de la región o que la desviación de la inflación es mínima con relación al objetivo monetario. Todo eso se trata de promedios, que no reflejan la realidad de la gente.

A propósito, a  los empresarios hay que sectorizarlos ya que en su cúpula convergen sectores y subsectores con intereses diversos. Los intereses de una industria, de un banco, de una AFP, de una empresa eléctrica o de transporte, un  comercio, un hotel o negocio agropecuario,  son distintos.            

En términos específicos,  en ese sector, a diferencia de los bomberos, vale pisarse la manguera.

Por tanto, los esfuerzos de empresarios, sindicalistas y gobierno deben estar dirigidos a alcanzar un salario real que permita a la gente vivir mejor. Desafortunadamente las negociaciones salariales dan pena y ni sindicatos ni empresas tienen en su agenda enfrentar con decisión  los problemas que más afectan el presupuesto familiar  y que tienen su fundamento en factores internos.

Me refiero a las alzas de precios por encima de la realidad de la inflación internacional (agiotismo) o la ineficiencia del sector eléctrico producto del clientelismo y la incapacidad de gestión. 

Los gastos de salud  de nuestros trabajadores  y empleadores, debido al desastre del sector, los costos de intermediación, el transporte, la alimentación  escolar, la calidad de la educación, la pertinencia de algunos subsidios, en fin son muchas las tareas que con esfuerzos colectivos y valor se deben enfrentar de cara al futuro.