Aunque Francisco Javier García no puede exhibir una profundidad intelectual, ni es dado a profundizar en los temas de la agenda nacional, más que en los temas de turismo y campaña electoral, se le reconoce, sin embargo, talento, inteligencia y sapiencia política. Es consenso en la fauna política que el hombre es excelente expositor, brillante polemista y un exitoso administrador de campañas electorales.
Un hombre de ese talento no improvisa. No da palos a ciega. Es planificador. Planifica sus ideas y sus acciones.
Por eso, su carta de renuncia como jefe de la campaña electoral del PLD y de Abel Martínez no fue un acto improvisado ni producto de un arranque emocional. No. Fue bien pensado, bien planificado y bien ejecutado.
Su carta, bien escrita y bien estructurada, fue bien explicativa, y convenció a muchas personas de que él se vio obligado a renunciar debido a un manejo errático y hasta poco humilde del candidato presidencial, Abel Martínez.
Fue un golpe contundente que en buena lógica no merecía Abel. A eso los galleros le dicen "golpe bolsón".
Lo menos que necesitaba Abel era un golpe así. ¿Quién lo podía saber más que él? Nadie. El tiene los números y sabe el posicionamiento del partido y del candidato. Aun así, dio su golpe, con toda la mala leche, como dirían los españoles, o con toda la mala fe, como decimos los dominicanos.
Esa candidatura viene luchando para posicionarse en el segundo lugar en una pelea con el ex presidente Leonel Fernández, un peso pesado que ya dos encuestas de prestigio, como la Gallup y Mark Penn, y otras no tan prestigiosas, lo colocan en un franco segundo lugar. Incluso, la Mark Penn le otorgó un sólido 32 frente a un 19 de Abel.
Fue apenas un par de días después de publicada esa encuesta que el señor Francisco Javier García publicó su carta de renuncia. Con el talento que todos les reconocen debió saber, y sabe, que publicar la misma justo en ese momento, tendría un efecto multiplicador concatenado de mucho impacto en la psicología del electorado.
Y lo tuvo, sin duda. La gente relacionó ese 32 de Leonel de la Mark Penn con el 19 de Abel, y la renuncia de un hombre, que además de ser jefe de campaña, es un símbolo del PLD, y concluyen en dos cosas:
- Que el hombre se va porque no quiere asociar su récord de ganador a una campaña sin perspectivas de triunfo. 2. Que se va porque está con Leonel, a quien le ve posibilidades de ganar. Es lo que se escucho por todas partes.
La candidatura de Abel necesita un reordenamiento, no alguien que la empujara al precipicio. Ese papel no le luce a Francisco Javier.
Pero lo suyo no fue un error. Fue un acto consciente. Fue un golpe artero contra el candidato de su partido, dado en un momento oportuno y por el hombre más indicado.
En su carta de renuncia ofreció buenas explicaciones sobre campaña electoral y habló de doble agenda. ¿Quién tenía doble agenda? Habló incluso de humildad cuando de eso no debiera hablar. Lo que menos tiene Francisco es humildad. Es talentoso, no humilde, aunque es oportuno recordar esa frase del libertador Simón Bolívar: "el talento sin probidad es un azote".