Ha sido un deseo o una aspiración por décadas, que la mano de obra tanto en las labores agrícolas como de la construcción, dos actividades donde se demanda gran cantidad de mano de obra, sean predominantemente realizadas por dominicanos.

Entre los años 1875 y 1957, se establecieron los ingenios azucareros en la República Dominicana, modernizando el proceso de producción de azúcar que anteriormente era con un sistema manual de la molienda y en correspondencia con eso se produce una expansión de los terrenos cultivados de caña, con ello también se inició la importación de braceros para el corte de la caña desde Haití, que eran trasladados en camiones desde distintos pueblos de Haití hacia la regiones donde operaban los ingenios azucareros, principalmente en el Este, en el Sur y en menor proporción en el norte. Entre 1966 a 1974 la contratación de trabajadores haitianos en los ingenios llego a ser de hasta 22,000  por año. En el año 1998 la cantidad de picadores de caña haitiana llegó a ser de 15,485.

La razón principal por la que se contrataba mano de obra para el corte de la caña, es porque era mano de obra barata y que los dominicanos de la zona rural no estaban dispuestos a trabajar en esta actividad tanto por los bajos salarios como por las condiciones pésimas para realizar este tipo de trabajo.

 A pesar de esa aspiración de dominicanización, enarbolada inclusive por el Presidente de turno Luis Abinader, ha sido cada vez más creciente la intervención de mano de obra haitiana, que se inició en los tiempos de la producción de caña de azúcar, posteriormente a la producción de arroz y otras actividades agrícolas como la producción de cacao, café, tabaco y otros frutos menores (plátanos, batata, yuca, vegetales y frutas para exportación).

A pesar de que se establece la normativa 80/20, es decir que en las actividades económicas-productivas se debe contratar 80% de mano de obra dominicana y 20% de extranjeros, el hecho que un segmento importante de la población dominicana no esta dispuesto a trabajar en las condiciones salariales y de trabajo que se producen en la Republica Dominicana. Es que así como sucedía en el ámbito de la industria azucarera, también se da en la producción agrícola y en la actividad de construcción. 

Según información de la Junta Agroempresarial Dominicana, para el año 2023, mas del 90% de los trabajadores operativos en el sector agropecuario son extranjeros y como sabemos, cuando hablamos de trabajadores extranjeros casi la totalidad son haitianos. Solo en el sector bananero (guineos) se contratan mas de 25,000 trabajadores haitianos, para este año 2024.

En el caso de la industria de la construcción el aumento de la colocación de mano de obra haitiana ha ido en aumento de forma vertiginosa. Según estudio realizados por Ciriaco Cruz y Vargas ya para el año 2017 el 28.15% de la población ocupada en la Agricultura y ganadería era de origen haitiano y en la construcción el 29.1%.

Por las informaciones anteriormente descriptas al hablar de dominicanización de la mano de obra se debe pensar en el impacto que eso tiene en sectores en los cuales las condiciones salariales no motivan a los dominicanos del campo y la ciudad, para participar en las actividades productivas, sobre todo en lo que se refiere a la agricultura y la construcción, por lo tanto más que pronunciarse en discursos grandilocuentes para aumentar la participación de mayor cantidad de trabajadores criollos en estas actividades.

Lo que se tiene que ver es cuales acciones se pueden implementar y que a partir de la aplicación de las mismas, no implique un encarecimiento del precio de los productos ya sea de consumo o de soluciones habitacionales en el caso de la construcción, para la población, amen de la escasez que se podría producir por la falta de mano de obra para dar respuesta a la demanda de dicha población de bienes de los sectores ante señalados.