El dinero es importante, pero no lo es todo. La abundancia económica, sin planes ni objetivos claros, es más que una maldición. He visto en este tránsito por la vida a muchas instituciones quebradas, teniendo grandes recursos económicos. Pero no han tenido planes ni horizontes.

Sin embargo, no debemos circunscribirnos solo a las empresas. Hemos pasado por la penosa experiencia de conocer familias destruidas por abundancia económica y ausencia de planes y disciplina.

Cuando hablo de empresa, quiero decir institución pública o privada. A veces odiamos lo privado, pero destruimos lo público, lo que es realmente nuestro. Esta destrucción es por corrupción, falta de gerencia y de compromiso con el bien común y con el propio país. A veces también por desinterés y abulia.

No podemos pensar en el 4% para educación, sin recordar, si tenemos buena memoria, a Hamlet Hermann y su cuatro por ciento en la puerta de su casa, en la calle Moisés García número 4, frente al Palacio Nacional, pero lejos del poder. Él tenía razón y el país lo sabía.

Quien escribe estas líneas, viene acompañando al pueblo dominicano en su lucha con su reivindicación, desde su adolescencia, pasando por la cárcel como preso político. Sin embargo, tenía claridad en el sentido de estar consciente de que la estructura del sistema educativo dominicano no tenía planes para transformar la educación del país. Y así sucedió. Nos hemos quedado esperando el gran anhelo de alcanzar la calidad de la educación dominicana.

El país puso una parte importante del presupuesto de la nación en manos del sistema educativo y éste no ha mejorado como todos esperábamos. La opinión pública habla de las grandes inversiones en flotillas de vehículos y de enormes extensiones de tierra. Peor no podría ser. A pesar de mis dudas, y debo dejarlo claro, yo apoyé el 4% para la educación, pues era una lucha de mi país y su pueblo.

Esta misma semana han habido duras críticas sobre la compra -hace más de una década- de viejos y quebrados hoteles por parte del Ministerio Público. De igual forma, también se habla de construcciones que tienen serios problemas estructurales. Debo aclarar que nada de esto ocurrió en el actual Gobierno.

Ustedes me dirán que esos problemas ocurrieron hace más de una década. Sí. Es cierto. Pero el dinero del pueblo debe tener más dolientes.

Los Gobiernos dominicanos deben realizar un análisis de cada operación de las instituciones públicas que impliquen grandes inversiones y dejar de asesorarse con personas que estén involucradas con intereses contrarios al interés nacional.