La literatura especializada establece que el currículum integra un conjunto de objetivos, contenidos y criterios pedagógicos y didácticos, que diseñado desde el Estado reglamenta los saberes que las escuelas, colegios, centros de formación y otros establecimientos educativos deben transmitir a las nuevas generaciones. El currículum garantiza un marco de igualdad y calidad para el sistema educativo de los distintos países. Es un documento público que tiene un carácter normativo y establece contenidos comunes. Es la herramienta didáctica de los profesores que incluye los criterios, los planes de estudios, la metodología, los programas y todos y cada uno de los procesos que servirán para proporcionar a los alumnos una formación integral y completa. El estudio de aquello que se valora, se subestima y se excluye en las diferentes prácticas en la escuela, a lo que se le da prioridad en las prácticas educativas en la escuela. Lo que los estudiantes tienen oportunidad de aprender en la escuela ya sea explícito, implícito y nulo. El currículum explícito está constituido por todo aquello que la escuela ofrece a través de ciertos propósitos explícitos y públicos; el currículum implícito es el conjunto de expectativas que son profundamente más poderosas, de larga duración que aquello intencionalmente enseñado o de aquello que el currículum explícito de la escuela expresa; y el currículum nulo, formado por aquello que la escuela no enseña y que puede ser tanto o más importante que aquello que enseña.

Los libros de texto acompañan la labor docente desde el inicio de los sistemas educativos modernos, y se han afianzado en cada país en su sistema educativo formal, pues forman parte inseparable de la complejidad estructural del currículum, actuando como intermediarios entre los estudiantes y las asignaturas. Y aún en plena era digital siguen siendo el instrumento didáctico que hegemoniza el desarrollo curricular en las aulas. En su historia han sido criticados, modificados y usados de diversas maneras, de acuerdo con las prácticas y pedagogías de cada lugar y época.

Jurjo Torres Santomé, español, publicó en 1998 Globalización e interdisciplinariedad: el currículum integrado. En el Capítulo IV, titulado: Los contenidos culturales, la diversidad cultural y la función de las instituciones escolares, expresa que la división de funciones y la jerarquización en los sistemas educativos podría llevar hasta provocar ignorar las verdaderas funciones de la enseñanza. Situación que se complica debido a los procesos de descualificación y recualificación del profesorado. Además, el rol docente está constantemente demandado a que presten atención a nuevas metas educativas, a nuevos contenidos y otras demandas, provocando que cada vez sean más las finalidades educativas que la sociedad pretende asignar a las instituciones escolares. La concreción de las finalidades de la escolarización es el eje principal que permite revisar continuamente los distintos planteamientos de la función y actividad docente.

Una de las finalidades fundamentales que pretende desarrollar y fomentar toda intervención curricular es la de preparar al alumnado para ser ciudadanos activos y críticos, miembros solidarios y democráticos de y para una sociedad similar. Una meta de esta categoría requiere que la selección de los contenidos del currículum, los recursos y las experiencias de enseñanza y aprendizaje que caracterizan la vida en las aulas, las         formas de evaluación y los modelos organizativos promuevan la construcción de los conocimientos, destrezas, actitudes, normas, etc., necesarios para ser un buen ciudadano. El desarrollo de tal responsabilidad conlleva que el alumnado practique y se ejercite adecuadamente para vivir y participar en su comunidad. Una institución escolar que trabaja en esa dirección necesita planificar proyectos curriculares en los que los estudiantes se vean obligados, entre otras cosas, a tomar decisiones, solicitar la colaboración de sus compañeros, debatir y criticar sin temor a ser sancionados por opinar y defender posturas contrarias a las del docente de turno.

Cuando se analizan los contenidos objetos de atención en la mayoría de las instituciones escolares y en las propuestas curriculares llama la atención la presencia abusiva de las denominadas culturas hegemónicas. Las culturas o las voces de grupos sociales minoritarios y/o marginados, que carecen de estructuras de poder acostumbran a ser silenciadas, o estereotipadas y deformadas para anular sus posibilidades de reacción. Entre estas culturas ausentes destacan, entre otras: 1) Las culturas infantiles y juveniles. 2) Las etnias minoritarias o sin poder 3) El mundo femenino. 4) La clase trabajadora y el mundo de las personas pobres. Y 5) Los hombres y mujeres de la tercera edad.

Educar es una acción política y ética, pese a que los discursos conservadores y liberales pretendan disimularlas. Por tanto, el éxito de las intervenciones educativas está ligado a un consciente y cuidado compromiso con la comunidad a la que se pretende servir, no olvidar que por eso la escuela es una institución en la que la asistencia es obligatoria. Si la institución escolar es parte importante en la estrategia para preparar a sujetos activos, críticos, solidarios y democráticos para una sociedad que se quiere transformar, es obvio que en semejante misión se puede o no tener éxito, en la medida en que las aulas y centros escolares se conviertan en espacio de esa sociedad, que la misma se someta a revisión y critica, y se desarrollen aquellas destrezas imprescindibles para participar y perfeccionarla.

Es preciso construir prácticas educativas para que el alumnado desenmascare las dinámicas políticas, históricas y semióticas que condicionan las interpretaciones, expectativas y posibilidades de intervenir en la realidad. En tal sentido, las instituciones escolares en las que existen filtros para seleccionar solo determinados aspectos de la realidad, para evitar cualquier información o situación social problemática, en el fondo a lo que contribuye es a excluir o negar esas realidades y, en consecuencia, a no ayudar a los niños a comprender el mundo que les rodea.

En el Capítulo V, titulado: Libros de texto y control del currículum, este autor considera que, desde los primeros momentos de su aparición como recursos didácticos, se puede considerar el libro de texto como una consecuencia del desarrollo de la imprenta. Desde que esta empezó a generalizarse, las instituciones de enseñanza también recurrieron a esta tecnología. De este modo se facilitaba la conservación y difusión de la información y la educación de un mayor número de personas, con menores inversiones y mayor rapidez.

Investigaciones realizadas en varios países dan cuenta de que los libros de textos, al igual que cualquier otro recurso didáctico, son productos políticos porque pretenden establecer actitudes hacia el mundo, para lo cual apoyan y defienden determinadas concepciones y teorías sobre cómo y por qué la realidad es como es. De ahí la existencia de libros de texto que reproducen los mismos valores, concepciones, prejuicios, etc., que defienden los grupos sociales que controlan el poder y/o las editoriales de libros de texto. Por eso, es obvio que existan libros sexistas, clasistas, racistas, urbanos, centralistas, militaristas y religiosos. Esta clase de manuales escolares difunden las grandes concepciones ideológicas y políticas dominantes, como se puede constatar en cualquier revisión que se haga de ellos. Sin embargo, recalcan que no comparten la idea de que el bagaje cultural que contienen los manuales escolares vaya a ser asimilado y aceptado pasiva y acríticamente por los alumnos. Más bien se puede comprobar como estos manifiestan resistencias, intencionadas o no, frente a su contenido.

Entre los problemas y peligros que acechan al currículum que se desarrolla basándose prioritariamente en libros de texto, se citan los siguientes: 1) No favorecen ni promueven experiencias interdisciplinares y globalizadoras. 2) No fomentan la contrastación de lo que se estudia con la realidad. 3) No estimulan los trabajos de investigación y el análisis crítico. 4) No promueven modalidades más cooperativas de trabajo en el aula. 5) Suponen un freno a la iniciativa de los estudiantes, limitando su curiosidad y obligándoles a adoptar estrategias de aprendizajes válidas, en la mayoría de las ocasiones, solo para poder pasar controles de evaluación. 6) Reducen la enseñanza a una actividad predominantemente verbal, corriendo el peligro de equiparar la verbalización de algo con su comprensión. 7) Se fomenta la cultura de la memorización y repetición. Y 8) No suelen respetar las experiencias y conocimientos previos de los alumnos, ni sus expectativas, ni su forma y ritmo de aprendizaje, etc.

Llamar la atención que en muchos libros de texto los nombres de los autores no aparecen en sus portadas, siendo el título y la editorial lo más visible, mientras que en un lugar muy discreto aparecen las personas responsables de los contenidos seleccionados, de su forma de presentación e interpretación. De manera que, en la práctica, los libros de texto quedan reducidos, con frecuencia, a materiales un tanto anónimos.

Las instituciones escolares donde los libros de son los recursos dominantes van a tener muchas dificultades para fomentar el espíritu crítico, entre otras razones, porque los alumnos no disponen de otras fuentes de información para desarrollar sus capacidades de análisis y críticas. Además, hay importantes descubrimientos en distintas áreas académicas que tardan mucho tiempo en incorporarse a estos. Sin embargo, lo hacen los medios de comunicación de masas.

Desde la segunda mitad del siglo pasado son cada vez más numerosos los estudios lingüísticos, filosóficos, históricos, económicos, sociológicos, políticos, psicológicos y pedagógicos de los libros de texto. Esto quiere decir que estos constituyen un material que cumple funciones variadas y que responden a intereses también diferentes. De manera que desde las más diversas especialidades del conocimiento se les plantean exigencias y críticas acerca de sus contenidos. Pero también lo harán, desde otras perspectivas las empresas editoriales, las autoridades políticas y educativas, el profesorado, los estudiantes y las familias.